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Entrevista a Miguel Candelas, autor de “Cómo gritar Viva España desde la izquierda”

Miguel Candelas
Miguel Candelas (Meulan, 1984) es un joven politólogo hispano-francés. Además de licenciarse en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales, ha realizado varios másters de especialización en las áreas de Formación del Profesorado, Análisis Político y Comunicación Política. Profesionalmente, ha trabajado como profesor de enseñanza secundaria en IES y como asesor de comunicación en la consultora ACP. Actualmente es analista político en la televisión rusa de noticias internacionales RT, y es también cofundador y miembro del consejo editorial de la revista digital Política Crítica.

Su andadura como escritor eclosiona en los últimos años, cuando comienza a publicar artículos académicos y divulgativos en revistas especializadas como La Balsa de Piedra, El Viejo Topo y El Molinillo de ACOP, y columnas de opinión en medios digitales como Publicoscopia, Observatorio del Laicismo y Eco Republicano.Sus temáticas versan sobre geopolítica, propaganda, teoría del poder, conflictos internacionales e historia mundial.






Finalmente, decide publicar su primer ensayo “Cómo gritar Viva España desde la izquierda: una estrategia para el combate político”, una obra a la vez rigurosa y divulgativa, en la que el autor, tras años tomando conciencia de la realidad de sus abismalmente diferentes sentimientos patrióticos en España y Francia, especialmente con respecto a las simbologías nacionales, nos plantea la necesidad de romper con el tabú de la izquierda con respecto a la nación española. Se trata sin duda de una apuesta provocativa que traspasa las fronteras de lo que en el último medio siglo se ha considerado políticamente correcto en el seno de las corrientes ideológicas progresistas de este país, y hoy tenemos el placer de entrevistar al mencionado autor.

Miguel, ¿Es posible entonces gritar Viva España desde la izquierda? Estás planteando una estrategia que choca frontalmente con el paradigma dominante en la izquierda de nuestro país. En nuestro imaginario, ser nacionalista español teóricamente es de “fachas”.

Por supuesto que es posible, lo que pasa es que como tu bien dices constituye un tabú para la izquierda española. Ello se ha debido por un lado a que la derecha ha hegemonizado todos los símbolos nacionales (himno, bandera, jefatura del Estado, significado de la idea de España) desde el final de la guerra civil española, pero por otro (y ahí es donde tenemos una gran responsabilidad nosotros mismos) a la cobardía de la izquierda al situarse en un cómodo postmodernismo inocuo, apátrida e internacionalista. Pero ya se sabe que quien no arriesga no gana, y creo que ha llegado el momento de que en la izquierda seamos audaces y nos enfrentemos a nuestros propios miedos.

Pero la izquierda siempre ha sido internacionalista, y los nacionalismos teóricamente, son visiones más propias de la derecha y de la clase reaccionaria. ¿Es legítimo entonces plantear un nacionalismo español de izquierdas?

Yo soy el primero que me siento ciudadano del mundo, fíjate que hasta tengo dos nacionalidades, ya que soy hijo de padre francés y de madre española. El internacionalismo es una idea muy noble y hermosa, por supuesto, pero en términos individuales y culturales, en lo que respecta por ejemplo a la defensa del cosmpolitismo y del humanismo. Sin embargo, cuando entras en el terreno de juego político, a la hora de articular mayorías populares se necesita siempre reivindicar una patria o nación, ya que hoy por hoy, y no parece que vaya a cambiar la cosa a corto y medio plazo, la soberanía popular reside en los Estados-Nación. En la primera parte del libro, yo empleo la metáfora de Marte y Venus para explicar las dos facetas del poder (la violencia y la seducción), y podríamos decir siguiendo esta imagen mitológica, que si bien la derecha tiene la culpa de la desnacionalización de la izquierda en lo que respecta a Marte, puesto que nos ganó una guerra civil y nos impuso su orden por la fuerza de las armas, la propia izquierda tiene la culpa en cambio con respecto a Venus, ya que lleva décadas renunciando a participar en la batalla ideológica que disputa la idea de nación. Además, debemos pensar que es precisamente la izquierda la que inventa el concepto moderno de nación con los jacobinos, y ya más recientemente, podríamos mencionar a la revolución cubana, a los movimientos de liberación nacional o al socialismo latinoamericano del siglo XXI, todos ellos basados en fuertes nacionalismos patrióticos también.

¿Pero cual es la utilidad de disputarle la patria española a la derecha? ¿No es mejor que se la queden sin más? En la izquierda en teoría debemos estar a otros asuntos más importantes tales como la educación, la sanidad o la justicia social.

Mira, yo en esa misma primera parte del libro utilizo otra metáfora además de la de Marte y Venus, que es la de la espada del samurái. Una imagen que probablemente surja de la estancia académica que pasé en el país del sol naciente durante parte de mi último año de licenciatura, pero que viene muy bien para responder a dicha pregunta y ejemplificar la situación que vive la izquierda española con respecto a la nación. En el Japón feudal, se consideraba que la espada de un samurái era equivalente a su propia alma, y de hecho este axioma supone una de las bases principales del ”Bushido” o camino del guerrero, ya que sin su espada, el samurái perdía toda su energía espiritual y el mismo sentido de su existencia. Pues bien, podríamos decir que la izquierda española sin nación es como el samurái sin espada. Una izquierda que ha perdido su arma más poderosa para articular mayorías populares, un arma dialéctica que le podría permitir enfrentarse discursivamente a la derecha en la batalla política y electoral por el poder. La prueba de ello es que sociológicamente la mayoría de la población española siempre suele pensar que la derecha está más capacitada para gestionar las amenazas a la seguridad y a la identidad nacional. Y esto es el colmo de los colmos, ya que la derecha ha sido precisamente la más antipatriota de la historia de España, porque la han vendido literalmente a cachos desde los tiempos de Felipe V, por no hablar de las constantes cesiones de soberanía más recientes como las de Franco y Aznar hacia Estados Unidos, o Rajoy hacia Alemania y la Troika. Y respondiendo también a la segunda parte de tu pregunta, piensa que no puede haber nunca justicia social sin soberanía nacional, yo que hoy en día el Estado es el único refugio de las capas populares frente a la globalización neoliberal, la cual arrasa tanto los derechos sociales como incluso la democracia en si misma. Por todo este conjunto de razones, ya no solamente que sea posible el reivindicar un nacionalismo español de izquierdas, sino que se hace rotundamente necesario.

Sin duda se trata de una apuesta atrevida, novedosa y me atrevería a decir que hasta políticamente incorrecta. Pero aún de ser verdad, ¿Cómo podríamos “rearmar” nacionalmente a esa izquierda desarmada de la que tu hablas?

Ahí está el quid de la cuestión, y pasa necesariamente por la construcción de un relato nacional de izquierdas, una visión completa de la historia de España desde los tiempos de Viriato hasta la actualidad que pueda ser explicada en clave patriótica de izquierdas. Por ello, le dedico a esta cuestión la parte central del libro. En ella, realizo una lectura de la historia de España, siempre con rigurosidad y basándome en la bibliografía de prestigiosos historiadores, en clave progresista, laica y republicana, tratando de resignificar personajes de nuestra historia que podamos convertir en mitos y héroes patrióticos de izquierdas. En otras palabras: utilizar la historia como arma. Ahora los anglosajones llaman a esta estrategia del relato “storytelling”, pero lo cierto es que se trata de un arte milenario que llevamos utilizando desde los tiempos de las hogueras tribales para conmover, cautivar y persuadir. Así, a través de este relato fascinante que es la historia de nuestro país, los lectores descubrirán tal vez cosas que no sepan, como por ejemplo que el primer republicano europeo del medievo llamado Ibn Yahwar fue un hispano-árabe, que un almirante vasco cojo, manco y tuerto llamado Blas de Lezo salvó a la América hispánica del imperialismo depredador británico y que un general republicano valenciano llamado Vicente Rojo defendió Madrid contra todo pronóstico frente a alemanes, italianos y franquistas, convirtiendo a la ciudad en el símbolo de la resistencia antifascista a lo largo y ancho de todo el mundo, hasta el punto de que llegó a haber un batallón en China con el nombre de la capital de España durante la II Guerra Mundial. Creo sin duda que es la parte más interesante y amena del libro, y al mismo tiempo la más útil para rearmarse discursivamente en clave patriótica frente a la derecha.

Entonces, una vez rearmados discursivamente como tu dices, ¿Cómo podemos disputarle a la derecha esos conceptos nacionales? Es decir, ¿Cómo podemos arrebatarle la hegemonía que ostenta sobre la idea de España?

Ahí es donde entra la parte final del libro. Es decir,una vez “recuperada la espada del samurái”, llega la hora de descubrir dónde utilizarla. Y la respuesta es en todas aquellas áreasideológicas en donde la derecha siempre sale vencedora, lo que muchas veces en la izquierda erróneamente nos empeñamos en llamar “cortinas de humo” para así no darlas la importancia que merecen. Por ejemplo, la controversia de Gibraltar, la soberanía nacional, la cuestión territorial, las victorias deportivas o la propia simbología patriótica. Todas estas cuestiones las agrupo en seis bloques que yo llamo “fortalezas”, ya que, siguiendo con la metáfora militar que como ves está presente a lo largo de todo el libro, considero que la izquierda una vez rearmada nacionalmente debe asaltar las fortalezas donde la derecha siempre tiende a considerarse segura y a salvo. Esto, traducido a la batalla discursiva del día a día, debe consistir en un esfuerzo dialéctico por parte de la izquierda para huir de ese cómodo postmodernismo desnacionalizado, pasando al ataque cuando surgen estas cuestiones en el debate, y en lugar de contentarse con criticar a la derecha por usar esas supuestas cortinas de humo, entrar a la batalla con vehemencia, mostrar las contradicciones de la derecha con respecto al nacionalismo, sacar a la luz su verdadera genética antipatriota, y seguidamente mostrar nuestras propias alternativas para construir un país cohesionado donde imperen la libertad, la igualdad y la justicia.

Una vez analizados los principales bloques que componen el libro, me gustaría también preguntarte por una cuestión espinosa, y en cierto modo contradictoria, de tu pensamiento político. En el libro te muestras como un convencido nacionalista español de izquierdas y tu argumentación va claramente en ese sentido, pero sin embargo, recientemente en un artículo  publicado en este mismo medio te has mostrado muydeacuerdo con los postulados independentistas catalanes ¿Cómo se puede al mismo tiempo ser un nacionalista español y estar a favor de la independencia de Cataluña?

Me alegra que me hagas esa pregunta, porque define perfectamente la realidad de como la derecha se ha apropiado de la idea de España muy a nuestro pesar. Así damos por hecho que ser nacionalista español consiste en despreciar constantemente las aspiraciones democráticas de una región de nuestro país como es Cataluña. Yo en cambio, planteo una visión nacionalista española completamente distinta sobre esta cuestión, y podría resumirse de la siguiente manera. Si yo quiero formar un equipo de fútbol potente, no puedo obligar a un jugador a estar en el equipo contra su voluntad, porque entonces lo único que conseguiré es provocar tensiones adicionales en el equipo,  debilitando así su cohesión y fortaleza. Traducido al caso, llegados a la situación de punto de no retorno a la que se ha llegado en Cataluña, es mucho más sabio dejarles que se independicen si así lo desea una mayoría de sus ciudadanos, porque de ese modo, a pesar de “perder” una porción de nuestro territorio, habremos ganado en estabilidad y cohesión, además de que nos erigiríamos en un auténtico ejemplo vanguardista en el respeto a la autodeterminación y a la democracia de los pueblos, fortaleciendo así nuestra imagen exterior en el seno de la sociedad internacional. Igualmente, como analista geopolítico te digo que en las próximas décadas la cooperación mediterránea será fundamental para frenar las lógicas imperiales anglosajonas y alemanas, y para ello, todos los países del sur deberemos actuar al unísono. En resumen, que claramente prefiero una España y una Cataluña independientes, vecinas, hermanas, fraternales y fuertes, que una Cataluña dentro de España obligada a estar a la fuerza y sistemáticamente obstaculizando y metiendo follón, y por ello la clave de la solución debe de ser una independencia pactada y consensuada para no lesionarnos mutuamente. Y creo sinceramente que aún estamos a tiempo, y la izquierda española debería ser la primera en dar ejemplo en ello, en lugar de atrincherarse en el centralismo monárquico y patriotero de Pedro Sánchez o en el postmodernismo desnacionalizado e indigenista de Íñigo Errejón.

De hecho tú incluso has ido un paso más allá, y hasta has mostrado tu apoyo durante la campaña a la CUP. ¿Nacionalista español y simpatizante de la CUP a la vez? Reconoce que cuesta creer que no haya contradicción en ello.

Si, por supuesto que he apoyado a la CUP y además cuentan con toda mi admiración, y en cierto modo, también con mi envidia sana, ya que han sido capaces de articular un movimiento netamente izquierdista y a la vez fuertemente patriótico, demostrando que estas dos facetas no tienen por que suponer una contradicción ideológica. Es más, yo creo que necesitaríamos una CUP española, por así decirlo. De hecho, el propio Antonio Baños ya ha hablado de “una España que llevan en el corazón que jamás perderán”, lo que es una vez más una prueba de que de producirse la independencia de modo cordial y amistoso, los lazos entre Cataluña y España serían más estrechos que nunca, y además sin las tensiones que tenemos ahora. Así pues, no veo contradicción alguna en ello, el único problema es el de siempre, que hace falta valentía y audacia por parte de los líderes de la izquierda española, así como huir de los dogmatismos que nos han impuesto durante años.

Antes citabas a Íñigo Errejón como ejemplo de postmodernismo desnacionalizado e indigenista. ¿A qué te refieres exactamente? ¿No se supone que Podemos ha vuelto a introducir la cuestión patriótica en el debate nacional?

Lo ha hecho, pero de un modo absolutamente descafeinado y carente alguno de fondo ideológico, sin admitir que son de izquierdas y sin un relato histórico que respalde las tímidas afirmaciones de Pablo Iglesias sobre su supuesto orgullo de ser español o sus apelaciones a Don Quijote, las cuales al final me parecen tan hipócritas como las de Rajoy. Para ellos ser español es únicamente estar en contra de los recortes y a favor de los necesitados, para mi es muchísimo más que eso. Y respecto a Íñigo Errejón (con el que debatí hace meses en la radio a raíz de la presentación de este libro), lo cierto es que me ha molestado y decepcionado mucho su ataque directo contra la fiesta nacional del 12 de octubre, así como su propuesta de sustituirlo por el 19 de Marzo, día de La Constitución de Cádiz. Habría que recordarle que dicha Carta Magna en su artículo 12 reconocía a la religión católica como la única legal y oficial en España, y obligaba a la persecución de todas las demás. Sí, eso decía su querida constitución liberal y supuestamente tan podemista, la cual por otra parte, simboliza a uno solo de los bando de aquella mal llamada “Guerra de la independencia” que en realidad fue una guerra civil, y un bando que además estaba apoyado por los sectores más reaccionarios y tenebrosos de nuestro país como la corte de Fernando VII y la Iglesia Católica. Errejón e Iglesias, como politólogos que también son, deberían saber que los sectores progresistas, ilustrados y revolucionarios en esa época estaban con los hermanos Bonaparte y las tropas francesas, y que eran tan españoles como los otros o más. Frente a esta realidad histórica, el 12 de octubre en mi opinión tiene la ventaja de tener una connotación más laica y heroica, ya que conmemora una epopeya marítima y la unión de dos mundos. Y el colmo de esta historia es que los líderes de Podemos condenan el 12 de octubre no por interés estratégico electoral, sino porque  están ideológicamente embobados de la izquierda bolivariana e indigenista de Latinoamérica, e independientemente de los grandes avances sociales que han logrado dichos gobiernos latinoamericanos hacia sus pueblos y que yo soy el primero en valorar, es muy triste que Errejón e Iglesias prefieran insultar a la fiesta nacional de su país solamente por no ofender a Maduro o a Evo Morales.

¿Tu entonces reivindicas el 12 de octubre como fiesta nacional? En esto si que eres una absoluta minoría en el seno de la izquierda, la cual suele demonizar dicha fecha

Por supuesto, o al menos que sea fiesta compartida con el día de la proclamación de la III República Española, algo que esperemos que no tarde demasiado en llegar. Verás, desde que el puente de Beringia quedó sumergido tras el aumento del nivel del mar en el paleolítico, dos mitades del mundo fueron aisladas la una de la otra. Durante miles de años permanecieron así. completamente incomunicadas y sin posibilidad de reencontrarse, hasta que un 12 de octubre de 1492, unos intrépidos marineros, exploradores y aventureros se lanzaron a una épica travesía en la que lograron volver a unir ambos mundos, iniciando así el proceso de mundialización y creando el germen de una floreciente e increíble cultura mestiza que hoy conocemos como hispanidad. Por desgracia, una gran parte de la izquierda española, como la que representan los anteriormente mencionados líderes de Podemos o la alcaldesa de Barcelona Ada Colau, sigue negándose a aceptar su propia historia, condenándose a la marginalidad con un discurso indigenista totalmente desconectado de nuestra identidad nacional, tratando erróneamente de juzgar actos del pasado bajo el prisma moral del presente. Como defiendo en el libro, yo soy republicano, laico y de izquierdas, pero igualmente, también me considero español sin el menor atisbo de vergüenza, y por ello, el pasado día 12 de octubre celebré la fiesta de la hispanidad con mucho orgullo. No hay contradicción alguna en ello, te lo aseguro, simplemente debemos derribar un tabú que a la izquierda nos ha hecho mucho daño durante los últimos tres cuartos de siglo. Eso sí, espero que en un futuro no muy lejano dicha fiesta se celebre bajo los colores de la bandera tricolor republicana, que el desfile militar sea dirigido por un jefe del Estado elegido por todos los ciudadanos y que desaparezcan los símbolos religiosos del mismo. En este sentido creo que la alcaldesa de Madrid Manuela Carmena hizo muy bien al acudir al desfile, una alcaldesa a la que voté en mayo y de la que como madrileño cada día me siento más orgulloso.

Para finalizar, y a modo de resumen de este interesante y polémico libro que has escrito, ¿Cómo tiene que ser entonces en términos nacionales la izquierda española y qué simbología nacionaldebe de usar?

Pues en pocas palabras: republicana, laica, intervencionista, federalista, generosa hacia la inminente independencia de Cataluña, y por el contrario, absolutamente inflexible respecto al colonialismo británico de Gibraltar y al imperialismo globalizador neoliberal. Y con respecto a la simbología nacional, creo que la clave debe ser reivindicar la bandera tricolor republicana como bandera nacional de España, desenpolvándola así del cajón de la marginalidad. Finalmente, como himno nacional habría que rehabilitar el patriótico himno de Riego que ya fue oficial durante la II República, aunque en una versión remasterizada y adaptada musicalmente a los nuevos tiempos. En resumen, debemos recuperar nuestra espada de samurái aprendiendo a gritar Viva España desde la izquierda.



Enlace a la crítica del libro realizada por Ramón Cotarelo:

Enlace al twitter de Miguel Candelas: @MikiCandelas


Cómo gritar Viva España desde la izquierda

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