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El cura republicano Hugo Moreno López

El cura republicano Hugo Moreno López
El libro del historiador Antonio César Moreno Cantano, Anticlericalismo y crítica social: el sacerdote republicano Hugo Moreno López/Juan García Morales (1883-1946), y publicado por Muñoz Moya Editores es, cuando menos, fascinante porque trata sobre una figura poco conocida después de su fallecimiento, pero muy intensa en su singularidad en la década de los años veinte y treinta en nuestro país.






La pregunta que se nos viene nada más abordar esta investigación es ¿por qué un sacerdote nacido en 1883 decide abrazar la causa de los desfavorecidos, algo no especialmente extraño en un eclesiástico, pero desde un compromiso verdaderamente radical, democrático, contrario a la jerarquía eclesiástica, y alejado del paternalismo del catolicismo social? La respuesta se encuentra en la conjunción de una serie de factores que influyeron claramente en la vida y obra de este sacerdote almeriense.

En primer lugar, sin lugar a dudas, la encíclica Rerum Novarum es fundamental para entender a Hugo Moreno. En 1891, el papa León XIII dio un giro fundamental en cómo la Iglesia había abordado la cuestión social hasta el momento, ofreciendo una alternativa al movimiento obrero, con la publicación de la encíclica mencionada. En ella las organizaciones católicas encontraron una carta de derechos sociales, así como la primera clara doctrina oficial de la Iglesia en materia social. La Iglesia terminó por ser consciente no sólo de los abusos que el sistema capitalista generaba, sino también que no bastaba con pedir resignación a los obreros y apelar a las conciencias de los patronos. Pero eso no significaba que se defendiese la lucha de clases, que fue especialmente condenada. La propiedad privada era sagrada y el socialismo era una doctrina considerada errónea y materialista. Para conseguir la convivencia social había que apelar a la justicia, aunque también a la caridad, como medios para resolver los conflictos. El Estado debía garantizar los derechos de los más desfavorecidos, proteger el trabajo y promover una legislación social. Por otro lado, la Iglesia defendía la creación de un sindicalismo católico que hiciera competencia al sindicalismo de clase.

Esa influencia le hizo comenzar a escribir en diarios almerienses vinculados al catolicismo social, como La Independencia y Bonifacio, Hombre de sentido común. Participó en las misiones del padre Francisco de Paula Tarín en la ciudad andaluza. En ese ámbito pudo comprobar en la práctica la situación terrible de los más humildes y los abusos de las clases acomodadas. En ese caldo de cultivo debió reflexionar sobre la necesidad de ir más allá de lo que defendía en sí el catolicismo social, al comprobar donde estaba el origen de los males sociales.

Pero, además, encontró otra influencia intelectual en la experiencia histórica de un sector del clero español en la época moderna del Siglo de Oro, intensamente preocupado por la pobreza, como se comprueba en sus artículos periodísticos sobre esta cuestión en diversas publicaciones, especialmente en La Esfera, y que, además, le permitieron entrar en contacto con muchos escritores de la intensa Edad de Plata de la cultura española. Ese fue el momento del salto a Madrid en 1917. Estas relaciones fueron, por lo demás, determinantes en el empeño del sacerdote por adquirir un evidente protagonismo en la vida social, cultural y hasta política en la capital.

El año 1927 sería otro momento determinante en la vida y obra del sacerdote porque la Iglesia le retiró las licencias ministeriales para obligarle a regresar a Almería. Y Hugo Moreno se negó. Siguió siendo sacerdote pero no podía oficiar misa, quedando en una situación un tanto ambigua en relación con sus superiores. En ese momento, en vísperas del profundo cambio político que se iba a dar en España, el sacerdote dio el último paso en su compromiso, sin marcha atrás.

Efectivamente, con la llegada de la Segunda República se lanzó a escribir con profusión, con el pseudónimo Juan García Morales, adquiriendo sus trabajos un tono, estilo y contenido marcadamente anticlericales, además de ser muy combativos contra la derecha, especialmente la de Gil Robles, que era la más vinculada a la Iglesia, y optando por solucionesradicales en lo concerniente a la reforma social. Moreno tuvo algunas vinculaciones con Izquierda Republicana en el año 1936. Luego llegaría la guerra y su compromiso se acentuó, criticando la postura oficial de la Iglesia por considerar la guerra como una cruzada de liberación. Sufriría mucho en el exilio, al ser internado en 1941 en el Campo de Gurs. Murió al año siguiente de terminar la Segunda Guerra Mundial, y nunca más se supo de él.



Eduardo Montagut
Twitter: @Montagut5

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