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Nacionalismo catalán y socialismo español a comienzos del siglo XX

Eduardo Montagut 


El PSOE siempre tuvo una compleja relación con el catalanismo, ya que las reivindicaciones nacionalistas no casaban con el internacionalismo obrero. Los socialistas consideraron en los inicios del Partido que el catalanismo era una fuerza importante pero propia de la burguesía de Cataluña. Esta consideración, junto con otros factores que tienen que ver con la fuerza anarcosindicalista en el mundo obrero, nos puede ayudar para entender los problemas del socialismo español en Cataluña. 




El PSOE comenzó teniendo fuerza en Cataluña. Pero desde el primer momento dejó muy clara su doctrina sobre el catalanismo. Por un lado, pesaba el pensamiento internacionalista contrario al nacionalismo, pero otro lado, debe tenerse en cuenta la fuerza y el poder del núcleo madrileño del Partido. Precisamente, en el Congreso de 1888 se consolidó la Agrupación Madrileña como eje vertebrador de la estrategia ideológica y política del PSOE, al atribuirse la potestad de nombrar al Comité Nacional. Este carácter centralista del socialismo español ha sido matizado por Tuñón de Lara al afirmar que parecía una solución racional por cuestiones operativas de organización en aquella época, pero Josep Termes opina que era una manifestación de centralismo. Tenemos que tener en cuenta que ese Congreso no se incluyó a ningún catalán en el Comité Nacional, a pesar de la importancia de los socialistas catalanes de la primera época. Estas decisiones pueden estar en la raíz del estancamiento que el PSOE comenzó a sufrir en la década de los noventa del siglo XIX en Cataluña; de hecho, la mayoría de los afiliados a la UGT de Cataluña no eran autóctonos, sino inmigrantes. El PSOE no hizo ningún análisis sobre la situación catalana en el cambio de siglo. 

En 1910 se produjo un hecho que podría haber cambiado la inicial inercia centralista socialista. El político y escritor mallorquín Gabriel Alomar Villalonga llevaba tiempo intentando vincular el nacionalismo con la modernidad, alejándolo del tradicionalismo y el ruralismo para relacionarlo más con el mundo urbano. En ese año defendió en Negacions i afirmacions del catalanisme un catalanismo obrero, que superase el regionalismo de la Lliga, de los poderosos y de las clases medias. Así pues, el catalanismo podría acercarse a la Federación Socialista Catalana. Pero la Federación era marcadamente anti-catalanista, al seguir la doctrina clásica socialista de asociar nacionalismo con burguesía y por el temor a que si el catalanismo se introducía en la clase obrera las reivindicaciones genuinamente socialistas pasarían a un segundo plano frente a las nacionalistas. La respuesta socialista al puente que tendía Alomar fue muy negativa. Es significativo lo que opinaba Pablo Iglesias cuando trató con el líder socialista catalán Josep Comaposada sobre las pretensiones del político mallorquín. El padre del socialismo español no ponía reparos a que Gabriel Alomar se afiliase a la Federación pero consideraba que debía aprender mejor lo que era el socialismo. 

Después de este primer intento fallido de conjugar socialismo y catalanismo, el socialismo catalán siguió estancado y prisionero entre el catalanismo de izquierdas y el pujante radicalismo, no exento de demagogia, de Alejandro Lerroux, sin olvidar la fuerza del anarcosindicalismo que, en esa época estaba creando la CNT. El socialismo catalán no calaba entre la clase obrera de Cataluña. 

Esta es la primera etapa de la relación entre el PSOE y el catalanismo. Pero habría más a lo largo de las siguientes décadas del siglo XX, basculando entre la contemporización o acuerdo y el rechazo.

Eduardo Montagut 
Twitter: @Montagut5

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