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Margarita Nelken Masberger

Margarita Nelken Masberger
Nacida en Madrid, en 1894, en el seno de una familia acomodada de judíos alemanes; su padre era joyero y su madre, Juana Masberger, maestra. Estudió con profesores particulares y luego hizo el Bachillerato francés. Se marcha a París a estudiar pintura y música. Tiene inclinaciones artísticas y literarias desde muy joven, expone ya sus cuadros en Barcelona en 1916 y escribe críticas de arte y ensayos sobre pintores clásicos y de vanguardia. 

Fue una de las mujeres que en las primeras décadas del siglo XX cuestionaron el modelo "ángel del hogar" como prototipo de mujer. En La condición social de la mujer en España. Su estado actual, su posible desarrollo (1919), escribió en contra de la subordinación de las mujeres en varios ámbitos: el matrimonio, el trabajo, la prostitución. No era sólo una obra de denuncia contra la situación de las mujeres, sino que proponía soluciones, como la igualdad legal de las mujeres en el Código Civil, una ley del divorcio y la abolición de la prostitución.

En 1919 funda en Madrid, La Casa de los Niños de España. Allí se acogía a los hijos legítimos o ilegítimos de las madres trabajadoras. La Casa llegó a albergar hasta 80 niños y fue criticada por la Iglesia católica por su espíritu laico.

Con sus actuaciones y sus escritos, Margarita trataba de romper con las barreras sociales y con el discurso de la Iglesia católica que predicaba el sometimiento femenino. De ahí que se la considere parte de la generación de “mujeres modernas” que surgieron entonces en España; eran jóvenes que ingresaban en las universidades o en las nuevas profesiones y aparecían con frecuencia en tertulias y lugares públicos antes sólo destinados a los hombres. Por su condición de madre soltera fue una gran defensora de la maternidad. Tuvo primero una hija, Magda, en 1915 con el escultor Julio Antonio y luego en 1922 a su hijo Santiago, con Martín de Paul, con el que convivió hasta llegar al exilio.

A pesar de estar al tanto del desarrollo del movimiento feminista en Europa y en España en eso años, no estaba a favor de privilegiar la lucha por los derechos políticos de las mujeres frente a la lucha social. En su libro se mostraba favorable a la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, a excepción del derecho al voto, pues no se consideraba sufragista. Su interés por el cambio social y político en España la llevó a militar en el Partido Socialista desde 1931, cuando ya era una conocida defensora de las causas sociales. Sin embargo, en el Congreso nacional del PSOE celebrado antes de las Cortes Constituyentes discrepó de la decisión de su partido de conceder derechos iguales para ambos sexos. Ganó su acta de diputada por los socialistas de Badajoz en octubre de 1931, en unas elecciones parciales; su nombramiento se retrasó, pues algunos impugnaban su nacionalidad española. Así, no pudo participar en el trascendente debate sobre el voto femenino en diciembre del 31 en las Cortes, donde Clara Campoamor fue “la sufragista española” en singular, en la defensa de los derechos políticos para las mujeres. En este mismo año escribe su obra La mujer ante las Cortes Constituyentes.

Se integra plenamente en las Cortes republicanas siendo la única mujer que renovó su acta en las dos elecciones siguientes de 1933 y 1936. Sus intervenciones principales se refirieron al campesinado extremeño (tras los sucesos de Castilblanco, Badajoz, en diciembre de 1931, donde una manifestación de campesinos fue disuelta a tiros) y la necesidad de la reforma agraria. Defendió también la igualdad legal de mujeres y hombres apoyando la ley del Divorcio en 1932 y la ley de Congregaciones religiosas del 33. 

Participa en la Agrupación de Mujeres Antifascistas, Mujeres contra la Guerra y el Fascismo, creada en 1933, que fue desarrollándose a raíz de la huelga general de Asturias en 1934. La AMA era una organización unitaria que se proponía concienciar y movilizar a las jóvenes de las clases populares contra el peligro fascista. Su comité estaba integrado por numerosas mujeres comunistas y socialistas, que luego tuvieron que exiliarse. El fracaso del levantamiento asturiano llevará a Margarita hasta Francia y luego a la URSS, donde conocerá de cerca el comunismo. Tras el viaje se convierte en una fiel admiradora del sistema soviético durante casi una década. Figura como militante del Partido Comunista desde fines del 36.

La guerra civil fue un período de gran crecimiento para la AMA y la organización de “Mujeres Libres” fundada por las anarquistas. Ambas pusieron en marcha el trabajo en la retaguardia republicana de miles de mujeres que colaboraban cosiendo uniformes, en la industria de armamento o en los hospitales de campaña. La misma Margarita tuvo un papel destacado en la defensa de Madrid, el 7 de noviembre del 36, con sus llamamientos y discursos por la radio republicana que animaban a resistir al pueblo madrileño. Años después, ya en México, recordaba este episodio refiriéndose en tono épico a “la epopeya de Madrid”, haciendo hincapié en la importante labor que desarrollaron las mujeres republicanas durante la guerra.

A finales de la guerra, ya como militante comunista, Margarita interviene el 1 de febrero de 1939, en aquella histórica sesión de las Cortes, la última celebrada en España, en el castillo de Figueras. La Nelken suscribió una declaración que proclamaba el derecho legítimo de España a la libre soberanía de su destino político, a la vez que se adhería a la postura del gobierno de Negrín de resistencia a ultranza al franquismo.

De las diputadas presentes en el exilio mexicano ella fue la única que formó parte de las Cortes reunidas en México y la que tuvo una actividad política más notoria. En México, Margarita era también la cabeza de familia encargada de mantener a su madre, su hija y una nieta; pudo hacerlo con su trabajo en la Secretaría de Educación Pública, conseguido gracias a sus buenas relaciones con el gobierno mexicano, las traducciones del francés y a sus brillantes colaboraciones en la prensa mexicana como crítica de arte del diario Excelsior, Hoy,El Día y El Nacional; en 1942 reedita su libro Tres tipos de Virgen: Angélico, Rafael, Alonso Cano. 

Fue socia fundadora, en 1949, del Ateneo español de México. Su labor periodística, en los primeros años del exilio estaba imbuida por su compromiso político como comunista (hasta 1942) y diputada republicana; de hecho ella firmaba muchos artículos como “ex diputado de la República española”. Quizás su alta valoración de los intelectuales le hizo estar mal vista entre la dirección del PCE en México, y su desacuerdo con la política de la Unión Nacional provocó su expulsión en 1942.

Sin embargo, durante la guerra mundial escribe dos obras donde manifiesta su fidelidad al régimen soviético, Las torres del Kremlin (1943) y Primer frente (1944). La muerte de su hijo Santiago de Paúl combatiendo en las filas del ejército rojo, ocultada hasta 1946, hará mella en su adhesión a la URSS.

En 1944 es la portavoz de la Agrupación de Escritores y Periodistas españoles en el exilio. La condena moral del régimen de Franco ante la ONU, a propuesta del embajador de México, en junio de 1945 hizo renacer las esperanzas en la restauración de la República, o por lo menos en el fin del franquismo. El 17 de agosto de 1945 se reunieron de forma extraordinaria las Cortes de la República española en la ciudad de México, con la asistencia de 96 diputados allí exiliados y la adhesión de 40, de los 340 que vivían en aquel momento. En las reuniones de aquellas Cortes sólo hubo una mujer, Margarita Nelken, entonces diputada independiente, allí formó formar parte del grupo negrinista, opuesto a Prieto. Durante los años del exilio colaboró con la Unión de Mujeres Españolas en México y escribió numerosos artículos sobre feminismo.

En los años sesenta, Margarita Nelken tuvo un activo papel como Vicepresidenta del Comité español de ayuda a los presos políticos de España; colaboraba asiduamente con Ayuda, el Boletín del Comité español de ayuda a los presos políticos de España. Allí escribió un alegato de protesta en contra de la muerte de Julián Grimau, el 15 mayo de 1963, dejando ver que mantenía su espíritu combativo a pesar de estar casi ciega. Margarita murió en México en 1968.

Abdon Mateos, Catedrático de Historia Contemporánea UNED

Fuentes :

Archivo personal de Margarita Nelken, Archivo Histórico Nacional.

Dominguez, Pilar: De ciudadanas a exiliadas. Mujeres republicanas españolas en México. Madrid, 2009.

Mangini, Shirley: “El papel de la mujer intelectual según Margarita Nelken y Rosa Chacel”, en Nieva, Pilar (coord.): Roles de género y cambio social en la literatura española del siglo XX, New York, 2009, pp. 171-186.

Martínez, Josebe: Exiliadas: escritoras, guerra civil y memoria, Madrid, 2007. PD

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