Covid-19 · Actualidad · Internacional · República · Opinión · América Latina · Ciencia · Cultura · Derechos Humanos · Feminismo · Entrevistas


El rey y yo estamos de acuerdo, por Enriqueta de la Cruz

El rey y yo estamos de acuerdo, por Enriqueta de la Cruz
Advertencia previa: no le pongo mayúsculas a su "r" porque no le reconozco ni me inclino ante nadie como hacen otros lame coronas en su propio beneficio, el de ellos, aunque tener sus prebendas conlleva lo suyo, el precio de la privilegiada posición. Mi privilegio, frente al hombre feudal y sus sostenedores, es decirle lo que pienso, cosa muy española, debería saberlo porque ya son muchos años de los de su casa de lis aquí.


Mire, da dentera, vergüenza ajena, asco y más, verle mendigar o imponer una foto en el lugar donde se sientan los hombres y mujeres elegidos por el pueblo, ocasión para que su esposa luzca, además sus modelitos que no importarían un rábano si no fuera porque afectan al presupuesto general en un país robado y esquilmado hasta decir basta. Nos cuestan mucho y no nos aportan nada, o menos que nada. ¿Y a qué andan tanto paseando por el Congreso si a ustedes no les ha votado nadie?

Dice y con razón un actor en la obra magnífica y clara de la historia reciente dedicada a su padre "El rey", que son ustedes garantes de la unidad del país que nunca existió, con lo cual la unidad del país es la que les pone algún sentido, les da sentido, garantiza la Monarquía. Pero se les acaba el chollo y no hay juego de tronos, represión, guerras mediáticas, corifeos ni ilustres periodistas que valgan cuando el pueblo se pronuncia. Y el pueblo, la mayoría, no les quiere ya ni en pintura. Sigan forzando, no sirve de nada, no es cool, no son modernos, sobran.

Están todos: medios, reyes, periodistas pelotas de siempre, todos, haciendo el ridículo más espantoso y sobrando. Son un peligro para La Paz y el desarrollo futuro y hasta el New York Times da suficientes pistas de lo que va a pasar más pronto que tarde.

Mire: necesitamos respirar, recuperar a la mejor España del exilio que quedó fuera, hacer cultura, generar puestos de trabajo decentes y dignos para nuestros jóvenes y para toda la población, garantizar el fondo solidario de pensiones, garantizar a hombres y mujeres un techo digno. Ni en el nuevo contexto internacional se le contempla. ¿Le han informado ya los americanos de que tocan cambios, que llega la República sin mayores estridencias? Seguro, porque aquí se avisa todo, como avisaron al Suárez que se aferraba a su puesto.

Se avisa que uno no llegó ahí por todopoderoso milagro y que lo que piensa en realidad de lo que alcanzó es un cuento chino. Incluido lo de la gracia de Dios, que menuda gracia sería para los que sufren y menuda contradicción con lo de que todos somos hermanos (todos, no todos menos uno, o menos algunos).

Uno llega ahí tan alto con muchos cadáveres ya en el armario, y en este caso concreto de los suyos y usted desde la instauración, con muchos asesinados que permanecen en las fosas comunes. Uno llega con mucha hipoteca, gracias a mucha mano invisible, muchos secretos inconfesables y mucho talón de Aquiles del que pueden tirar los que de verdad mandan.

Un buen día se le sientan a uno enfrente unos señores de andar por casa, sin boato ni parafernalia como la que gastan los reyes de la baraja y coloquialmente te cuentan que aunque solo sea para que todo quede igual en lo fundamental (la lucha por la igualdad y los derechos, por nuestra libertad, el trabajo, el pan, los derechos básicos que otra vez habrá que restituir, será más larga), hay que retirarse... Mire, si hasta Rajoy suena a despedida, si dice sin pudor que quiere que le recordemos como un hombre honrado que pasó por la política y eso en medio del carajal que vivimos... Se está despidiendo. Haga lo mismo, acelere, imponga su sensata parte y no nos dé más lata ni nos haga más gasto que necesitamos el dinero para escuelas, hospitales públicos con nombres de primavera no de infantas y para regenerarnos y salir del pasmo, de la miseria moral, de la ignominia, de los pecados más mortales que existen.

Le queda poco, le queda menos, pero si tuviera el gesto de ir acelerando... ¡Cuánto se lo agradecería la patria! Y mientras se lo piensa, lo hace..., evite las palabras grandilocuentes que han perdido la credibilidad, no se fíe de los trepas. Insisto: retírese en paz, quede a unas cañas luego por el Madrid del turismo y el respeto a las diferencias. Respétese. No haga más exhibiciones públicas así, como la del miércoles 28 de este junio en el Congreso. Haga un único servicio a este paciente país plural y espléndido poniendo freno a las insensateces, a los que le animan a seguir con el papelón, a los bravucones que sueñan aún con golpes de mano, de Estado, un estado de la cuestión que ni siquiera resiste ya ni los golpes de efecto.

Mire, estamos hasta el gorro de amantes, elefantes abatidos, de impunidad que es la madre del cordero de toda la corrupción como dice el diputado Joan Tardá, de que nos metan mano a la cartera, a las escuelas, a los hospitales, a las pensiones, a los niños y del machismo de borrachos y cobardes fascistas, de que nos mate a las mujeres, de los comisionistas; estamos hasta el gorro de la exclusión y el paro y el terrorismo de cloaca y de fantasmones, de sermones y trampantojos, de abusos, de Monarquía y estamos muy preparados para tomar el relevo y construir un buen futuro sin usted, sin ustedes. No se fíe de que hay manifestaciones republicanas no muy masivas, de que van pocos; eso no dice nada, fallos en la convocatoria, maniobras de sabe uno qué pasa o simplemente caló y fastidio en gritar lo obvio. No están ahí todos los que somos. No se fíe tampoco de la tímida postura de los partidos ante la próxima República, o de que aún no nombren ni señalen lo que conocen perfectamente, a quienes son los sostenedores y tapaderas de la corrupción, de que aún no haya salido todos los hilos del lazo terrible de Lezo y otras cosas... Es que han sido otros 40 años de inercia, de atontamiento, de terror, de represión, de malos recuerdos. Pero la inercia se romperá, no lo dude, lo sabe...

Como también dicen en la magnífica obra de teatro citada, el último rey que se entierre en El Escorial será su padre. No hay más huecos, y le deseo toda una vida larga en el exilio, tiene toda la vida por delante. Con lo acumulado por toda la casa tendrá bastante, incluso si no ahorran en lujos y vestidos rojos (¡ay la falsa simbología!) para su gente. Si la Justicia acierta y actúa como debe para que devuelvan lo que deben devolver, aún sobraría...

Y le digo con honestidad que en una cosa estamos de acuerdo, en el no al referéndum. Al que le afectaría, porque, mire, la esclavitud o la libertad no se vota, no se ponen las dos cosas al nivel, no se vota que lo que te roban y arrebatan por un golpe de Estado, por un genocidio, por hambre y terrorismo, te lo devuelvan. Es la justicia del Núremberg, que no tuvimos aún, la que pone las cosas en su sitio y permite a los países caminar a partir de entonces con la frente alta y el aire limpio.

No se vota si prefiere uno seguir en peligro que le violen a sus hijas y roben en su casa o abran la barriga a gestantes o maten a campesinos o torturen a los que piensan diferente o rebanen los cojones a gente que los tenía bien puestos y los dejen colgados en los puentes unos traidores golpistas que valen nada, que sigamos pisando la encharcada geografía plena de sangre inocente sin desenterrar, o si prefiere uno que esto no pase ni pueda pasar jamás estableciendo un sistema de garantías, de fin de impunidad, de condena del franquismo, de legitimidad democrática, de memoria y libertades.

No se votó lo de Luther King y no se votará lo suyo; usted se irá.

La República es ineludible, no hay paños calientes, ni horizontes más allá que puedan distraer la necesidad de recuperar nuestra democracia arrebatada por tan genocida golpe de Estado que está aún tan presente y que es pilar y explicación única de su reinado.

Yo le deseo lo mejor, es decir, que pase a la historia con honor de hombre de paz, y que sea muy pronto ciudadano y lo disfrute. Verá que es estupendo librarse de tanta mentira y tanta corte aduladora mala consejera.

¡Salud y República!

Enriqueta de la Cruz es escritora, periodista y miembro de ACMYR.

Fuente: Rebelion.org

Publicar un comentario