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Víctor Pruneda Soriano [1809-1882]

Víctor Pruneda Soriano
Víctor Santos Pruneda Soriano nació en Ferrol el día  1 de noviembre de 1809 y falleció en Teruel el 15 de julio de 1882. Maestro, escritor y político republicano. Diputado a Cortes en el Sexenio Democrático y Alcalde de Teruel. Se le considera como el político más destacado del Teruel del siglo XIX, el de mayor coherencia y honestidad, siempre impulsado por una profunda ética en la práctica política en defensa de sus ideales democráticos, republicanos y federalistas.
Era hijo de Francisco Pruneda y Andrea Soriano. Su padre que era teniente de navío, fue uno de aquellos héroes había participado en la batalla de Trafalgar que tanta gloria dieron a la marina española en tan desastroso combate, y que murió poco después a consecuencia de las heridas recibidas en él.
Con este motivo el jóven Pruneda se trasladó a Madrid en 1828 para seguir sus estudios bajo el amparo de su familia, que gozaba de una posición bastante desahogada; pero la desgracia quiso que al llegar a Madrid se encontrara con el pariente muerto. Joven, inexperto y sin ningún conocimiento de la capital de España, agotó en poco tiempo los recursos que disponía y resolvió emigrar a América con intención de buscar fortuna. 
Camino de Valencia donde pensaba embarcar, al pasar por el valle del Jiloca, el azar quiso que se le ofreciese trabajo como maestro y secretario municipal en el municipio turolense de El Poyo del Cid. Allí se casó al poco con Teresa Martín y, dos años más tarde, nacía su hijo Pedro que, aunque fallecido tempranamente, llegó a tener cierto prestigio como escritor y periodista republicano. De Teresa, poco sabemos, Pruneda apenas alude a ella en sus Diarios.
Pronto destacó Pruneda como ardoroso liberal en la comarca del Jiloca. Ello hizo que, durante la I Guerra Carlista, interviniese en diversos choques armados. En uno de ellos, ocurrido en Lidón en 1834, como él mismo señala, “estuve a pique de ser fusilado por el cabecilla Carnicer” . Tras este incidente, que pudo serle fatal, en 1835, fijó su residencia, ya para siempre, en la ciudad de Teruel. Al poco de llegar, se enroló en la Milicia Nacional, desde donde continuó luchando contra las facciones carlistas.
Simultáneamente, Pruneda se ha ido convirtiendo en el más activo dirigente provincial del ala izquierda del Partido Progresista, tenía entonces 29 años.
Tras liderar el 23 de septiembre de 1840 la insurrección de Teruel contra la reina-gobernadora Mª Cristina de Nápoles, se hizo con el control de la capital, al frente de la Milicia Nacional, en la que tenía el rango de capitán.
Triunfante la revolución de 1840, la actuación posterior del Partido Progresista decepcionó a Pruneda, que confiaba en lograr cambios políticos más profundos. Tras dimitir como miembro de la Junta Revolucionaria, abandona el Partido Progresista, entonces en el poder, y evoluciona hacia el republicanismo.
Pruneda se presentó a las elecciones de febrero de 1841 en la provincia de Teruel al frente de la denominada Candidatura Democrática. Aunque la victoria fue para las listas gubernamentales, los jóvenes demócratas obtuvieron un 20,89 % de los sufragios.
Símbolo del republicanismo español
A partir de entonces, Pruneda se va a convertir en un auténtico símbolo de la vanguardia del naciente republicanismo español que, desde 1840, empezaba a dar signos de actividad.
Con sus propios recursos fundó en Teruel El Centinela de Aragón, cuyo primer número lleva fecha del 1 de diciembre de 1841, fue el primer periódico republicano-federal que vio la luz en Aragón. De este modo el periódico prunedista fue uno de los iniciadores en España del movimiento republicano de tendencia federalista, adelantándose en más de una década a las formulaciones que, en esta misma línea, expuso Pi y Margall.
Regencia de Espartero y  rechazó la Orden de Isabel la Católica
Pruneda y El Centinela fueron permanentemente acosados por las autoridades esparteristas y pese a su perseverancia fue detenido acusado de “conspiración” y El Centinela cesó de publicarse a principios de 1843. Acto seguido, Pruneda fue condenado en enero de 1843 a ser desterrado por 3 años a las “islas adyacentes” (sus enemigos quisieron deportarlo a Puerto Rico). Pero un golpe de azar lo evitó,  antes de que se dictase la sentencia, se produjo un pronunciamiento armado que puso fin a la Regencia de Espartero. De este modo, Pruneda, como comandante de la Milicia Nacional turolense, consiguió que ésta se sumase en bloque al levantamiento antiesparterista ocurrido en Teruel el 11 de junio de 1843.
Al triunfar la sublevación, Pruneda formó parte de la Junta Superior de Gobierno Popular constituida con tal motivo. Dentro de esta Junta revolucionaria, desempeñó un activo papel en la defensa de la ciudad de Teruel con motivo del bombardeo al que fue sometida la capital el 20 de junio de 1843 por las tropas esparteristas. Este hecho tuvo sus consecuencias pues, posteriormente, el Gobierno concedió a nuestro republicano la Cruz de Caballero de la Orden de Isabel la Católica (que rechazó).
Cuando poco después Narváez tomó el poder con mano de hierro y bayoneta calada, los republicanos, ante la nueva dictadura en ciernes, esta vez bajo el mando del Partido Moderado, fueron ilegalizados. Según algunos testimonios, el mismo Narváez, camino de Madrid, parece ser que quiso fusilar a Pruneda en Cedrillas.
Década Moderada (1844-1954)
Tras unos meses de clandestinidad, en septiembre de 1843, Pruneda se lanza a otro levantamiento armado, ésta vez contra el nuevo gobierno de Narváez. Es por ello que, el 23 de septiembre de 1843, la Milicia Nacional, comandada por Pruneda, se une a la sublevación que, por aquellas fechas, ya se había extendido por toda España. Pero, sofocada la insurrección, se inició un período político conocido como la “Década Moderada” (1844-1854), el cual supuso para los republicanos, y de forma especial para Pruneda, una etapa de dura represión gubernamental. Así, el 12 de febrero de 1844, Pruneda es encarcelado nuevamente en Teruel acusado de “conspiración contra el gobierno” . En la prisión turolense permaneció por espacio de 13 meses, siendo finalmente condenado a la pena de 6 años de confinamiento en Canarias.
Pruneda permaneció en Canarias hasta que, como consecuencia de la boda de Isabel II de Borbón, el Gobierno concedió una amnistía a todos los condenados por delitos políticos. Tras una travesía larga y accidentada de 18 días en la que, además de un riesgo cierto de naufragio, el hijo del marino que combatió en Trafalgar, dejó constancia de sus nulas cualidades náuticas: el luchador Pruneda, se marea constantemente. Finalmente, en marzo de 1847, llegó a Teruel, en donde fue objeto de un entusiasta recibimiento por parte de sus numerosos partidarios: habían pasado 2 años y 6 días desde su triste salida camino del destierro.
Ya de regreso a Teruel pasa por numerosas pruebas económicas, políticas, amorosas (se casa con una alumna), y siempre en su línea de lucha por la libertad.
La Revolución de 1854 y Bienio Progresista (1854-1956)
Durante la Revolución de 1854, también conocida como Vicalvaradalos generales Domingo Dulce y Leopoldo O'Donnell, organizaron el 28 de junio un pronunciamiento cuyo objetivo era obligar a la reina Isabel II a sustituir el gobierno del conde de San Luis. El pronunciamiento fracasó y los militares buscaron el apoyo popular. En este sentido, Víctor Pruneda que preside la Junta Revolucionaria publica en Teruel el 28 de julio, un manifiesto sumándose al pronunciamiento de los generales Dulce y O'Donnell. Tras varios enfrentamientos militares, la reina cedió y sustituyó al conde San Luis por el general Fernando Fernández de Córdoba que formó gobierno. La insurrección popular continuó y la reina llamó finalmente al general Baldomero Espartero para formar Gobierno a la vez que pedía a O'Donnell que regresara a la corte. El 28 de julio el general Espartero hacía su entrada triunfal en Madrid aclamado por la multitud, abrazándose con su antiguo enemigo el general O'Donnell, conde de Lucena. Por su parte, Víctor Pruneda huye a Francia ese mismo día. Tres años después, a su regreso, a principios de 1857 es detenido y desterrado a Ciudad Real durante cinco meses. 
A su regreso Teruel se dedicó al cuidado de sus negocios. En 1858 fundó El órgano de Móstoles, periódico satírico y consagrado exclusivamente a denunciar los abusos cometidos en aquella localidad, que alcanzó gran boga, pero que le valió una causa criminal a instancia del ayuntamiento de Teruel, de cuya ruidosa causa salió libremente absuelto, siendo condenados sus acusadores al pago de las costas y a la devolución de 8000 duros a la Santa Limosna, institución de beneficencia creada en el siglo XV por el célebre don Francisco de Aranda.
Se tienen noticias de un nuevo destierro a Francia en 1870.
Alcalde de Teruel
Tras la amnistía, recuperó Pruneda todos sus derechos políticos y, con ello, su condición de diputado, reincorporándose a las sesiones de las Cortes. Estas debían de elegir el nuevo rey y, ante esta situación, como es lógico, el rechazo de los diputados republicanos fue total. Parece ser que, a iniciativa del diputado Pruneda, los parlamentarios federales acordaron que, en el momento de la votación, cada uno de ellos escribiera en su papeleta “Rey ninguno, República Federal” . Y así fue. Era el 16 de noviembre de 1870, fecha en que las Cortes, pese a la oposición de la minoría republicana, eligieron a Amadeo I como rey de España.
Pruneda volvió a ser elegido diputado por Teruel en 1871, formó parte del nuevo Directorio Nacional Republicano presidido por Pi y Margall y, en este mismo año, fue elegido por tercera vez alcalde de Teruel. Su victoria fue aplastante: la candidatura prunedista obtuvo 14 concejales de los 16 que componían entonces el consistorio turolense.
La Primera República
El 11 de febrero de 1873 fue sorprendido, como la mayor parte de los españoles, cuando una carambola parlamentaria propició la proclamación de la I República Española.
A los pocos días fue nombrado Gobernador Civil de Zaragoza. Ello le obligó a abandonar la alcaldía y la ciudad de Teruel.
Pruneda mantuvo sus convicciones políticas en estos difíciles años de la Restauración alfonsina, en que se evidenció una fragmentación, con desgarros y rupturas, de la familia republicana turolense. Así, a la altura de 1879, Pruneda figura como concejal del Ayuntamiento de Teruel y, en 1881, se alude a él como el máximo responsable del Partido Democrático Histórico Federal Puro.
Murió Pruneda el 15 de julio de 1882 como consecuencia de una neumonía aguda. Según la prensa de la época, en sus últimos instantes, “el corazón del conocido demócrata latió a 172 veces por minuto” . Nunca, como durante la trayectoria vital de Pruneda, que ahora llegaba a su fin, había latido con tanta intensidad la historia turolense del s. XIX. Hoy reposa en el cementerio de Teruel, en una tumba que comparte con Escolástica, su querida y amada segunda esposa.
Legado 
Según José Ramón Villanueva Herrero, autor de 'Víctor Pruneda, una pasión republicana en tierras turolenses' (2001), el republicano Pruneda es todo un ejemplo de cómo, en tiempos difíciles, la firmeza de los referentes éticos resulta imprescindible en la actividad política, tan denostada en la actualidad en determinados ámbitos. 
De este modo, al margen de las preferencias partidarias de cada cual, Pruneda fue de esas personas que dignificaron el noble ejercicio de la política, entendida como un servicio cívico para lograr mejoras progresivas en la sociedad que le tocó vivir. Pruneda comprendió que cuando se actúa en política desde la ética y la coherencia, cuando se es fiel a los ideales, siempre por encima de los personalismos, cuando se enarbola la defensa de los humildes, es cuando verdaderamente la acción política se convierte en una herramienta capaz de abrir nuevos horizontes de libertad y progreso, de anticipar un futuro mejor para todos. 
Este hecho fue destacado incluso por sus más enconados adversarios (y tuvo muchos) pues siempre reconocieron en Pruneda los valores de la coherencia, la tenacidad para afrontar los sacrificios que la defensa de la libertad nos exige en tiempos adversos, y el hecho de que muriese pobre, esto es, que jamás emplease la política (y ocasiones tuvo) para medrar o enriquecerse. Todo un ejemplo en los tiempos que corren.
El pensamiento de Pruneda representa lo que puede definirse como un nuevo patriotismo republicano español, esto es, la aspiración a establecer una España plenamente democrática tanto en el ámbito ciudadano como en la relación con sus territorios, con aquellos que libremente aceptan compartir un futuro común bajo en modelo de una República Federal. Retomando el lema de “Soberanía del pueblo. Economías. Reformas” de El Centinela de Aragón, el mítico periódico republicano fundado por Pruneda en Teruel en 1841, la República Federal era su ideal político, sinónimo de igualdad de derechos democráticos para todos los ciudadanos (sin privilegios de cuna o posición social), máxima descentralización de los poderes públicos y de una sociedad secularizada libre de interferencias clericales. 

En el fondo del pensamiento prunedista subyacen ideas progresistas tan actuales como el llamado “patriotismo constitucional” en una nueva España plural entendida como “nación de naciones”, lo cual supone redefinir el sentido de “lo español”, libre de nostalgias del pasado, así como asumir sin recelos ni prejuicios la realidad plurinacional de España, que sólo puede hallar un armonioso engarce territorial por medio de un modelo federal y republicano. Sin duda, esta es la única salida posible ante el actual embate soberanista de Cataluña pues, como diría Pruneda, la República Federal "es el suave lazo que a todos une y a ninguno ata".
Luis Egea

Fuentes Consultadas:
- Los Diputados pintados por sus hechos. Santiago Llanta (1869)

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