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Ninguna gesta ni batalla en la muralla. Consideraciones a la letra del Himno Nacional Español

Consideraciones a la letra del Himno Nacional Español
La letra que puso la cantante Marta Sánchez al Himno Nacional de España, contiene explicito un enfrentamiento, aparece de nuevo aquel orgullo, resultando de nuevo desdeñoso y arrogante «y no pido perdón», que por ser la confrontación por innecesaria en un himno, inexplicable, resulta ese orgullo el propio del fanfarrón, del chulo.

Ninguna gesta ni batalla en la murralla / Consideraciones a la ‘letra’ del Himno Nacional Español, por Joan Llopis Torres.

La letra de Marta Sánchez al Himno Nacional de España dice: 

"Vuelvo a casa, a mi amada tierra, la que vio nacer mi corazón aquí. Hoy te canto para decirte cuanto orgullo hay en mí, por eso resistí. Crece mi amor cada vez que me voy, pero no olvides que sin ti no sé vivir. Rojo, amarillo, colores que brillan en mi corazón y no pido perdón", versa su creación.

"Grande España, a Dios le doy las gracias por nacer aquí, honrarte hasta el fin. Como tu hija llevaré ese honor, llenar cada rincón con tus rayos de sol. Y si algún día no puedo volver, guárdame un sitio para descansar al fin", concluye la letra.


“Vuelvo a casa, a mi amada tierra” 

Bien, no pasa nada. Está bien. Nada más que parecer que alguien regresa a su tierra, a su casa en sentido amplio, a su ‘tierra amada’. Espigado así el verso, sin posterior lectura, podría sugerir que el poeta vuelve -podríamos pensar que después de tiempo de estar ‘fuera’- a su lugar de origen, a su “amada tierra”, a su amado pueblo, el de la infancia, la tierra de los suyos, vivos y antepasados, la casa que lo vio nacer, las perdidas calles donde jugó en su infancia, la vieja escuela, los huertos cercanos a las últimas casas, esas cosas, ciertamente entrañable; podría ser aún con el frío de las últimas nieves del invierno, crecidas las aguas del río, pasada la alameda, más allá de los baldíos. 

“la que vio nacer un corazón aquí” 

Aquí, lo que confunde es el ‘aquí’. Pues de decir ‘la que vio nacer un corazón’, hubiera estado todo dicho y el verso quedar más asentado. Con el “aquí”, queda la duda de si ‘el volver’ es intención para ya regresar al lugar de destino, el de su amado origen, o ya se ha llegado; pues entendiéndose que el ‘aquí’ es la amada tierra adonde vuelve, queda sin bien explicarse si todavía no ha salido, como parece, y está sin llegar, quedando el ‘aquí’ en el lugar de salida. Pues siendo indeterminadamente todos los lugares ‘aquí’, como todos son ‘allí’, no hacía falta el adverbio. Para el ‘aquí’ resultar el lugar desconocido de donde parte, y no el de aquellas alamedas tan queridas por suyas y añoradas. Como ocurrió en el aeropuerto de Bodrum, cuando al llegar tarde quien iba a recoger a un viajero que ya esperaba en una de las puertas de salida, entrando aquél por otra puerta, llamó y le preguntó que dónde estaba, y al responder el otro que ‘aquí’, le dijo, pues mira bien no me tropieces porque yo también estoy ‘aquí’, cuando también es cierto que los dos estaban ‘allí’, en distintos lugares.. 

“Hoy te canto, para decirte cuanto (sic) orgullo hay en mi (sic), por eso resistí” 

Explicando el “resistí” el motivo de aquel “aquí” y viceversa, sin saber cuál forzó la rima. 

Quedando el poema, el canto, dirigido a la ‘tierra amada’, para querer decir ‘cuánto’, diciendo “cuanto” orgullo hay en “mi”, no en ‘mí’, que sería con acento, lo correcto. O haber puesto ‘¡… cuánto orgullo hay en mi corazón!’; o, para que fuera más sentido ‘¡… cuánto orgullo siento!’ A un himno nunca le sobran las admiraciones. Pero lo interesante viene con el “por eso resistí”. 

Bien, el poeta, de ahí el sentimiento del poema, ha estado alejado, sin duda contra su voluntad, de su tierra amada. Quizás estemos frente al sufrido exilio del poeta, y con certeza -habiendo marchado de su patria, como las aves migratorias, sin saber, hasta ahora, en su caso, el motivo-, hallándose en un lugar lejano, desconocido, pero sabido que dolorido, de ahí el resultado poético y la épica del himno. 

Pero donde estuviere y cual fuera el tormento, resistió por “orgullo”, y siendo un himno el poema para ser cantado y ensalzamiento del lugar de origen, el río, las alamedas, las voces infantiles en la escuela, el viento en los páramos, la patria, con las barcas varadas o los animales pastando –en esa definición coincidimos- fuera el amor causa del dolor, perdido y alejado el recuerdo con el deseo de volver más que sentido, y no resultara quizás arrogante el exceso de autoestima hacia sí mismo ese ‘orgullo’, siendo poeta el autor, quien podría pretender, alejada la tristeza poética de otros paisajes, con esa jactancia, unos méritos propios y ‘orgullosos’ por los cuales se siente ‘orgullosamente’ superior a los demás, pues es el orgullo corrientemente un mal satisfecho de sí mismo (¿De qué se complace, caballero…? La ignorancia es siempre inocente, salvo cuando se adorna y se ignora a sí misma), fatuo en la mayoría de las ocasiones (excepto el orgullo honrado), y, aunque allá cada cual con sus himnos, no propio de ninguna poética. 

“Crece mi amor cada vez que me voy, pero no olvides que sin ti no se vivir” 

Nos alegramos de que sí, esta vez la hemos acertado, el autor no ha puesto acento ortográfico en el pronombre de segunda persona, sin hacer aquí referencia a las veces que un reloj parado acierta las horas. Y sí, otra vez con satisfacción, vemos con amor poético el sentido sentimiento y su crecer que echábamos en falta, aparecido, “Crece mi amor cada vez que me voy”, y dejarnos, aun siendo poesía y rendidos a sus licencias, sin entender y en confusión también acrecentada, pues dice que ‘cada vez que se va’, “cada vez que me voy”, y terminar aquí la epopeya en simple excursión, pues no había marchado allá los océanos, sino que son frecuentes las idas y las venidas, el dolor de partir y las alegrías del volver sin dar tiempo a terminar el bocadillo del viaje, ni saber a veces, adormilados en el tren, si estamos de ida o de vuelta, teniendo que mirar de qué lado está el paisaje, ¡Por Dios!, esto no es licencia, esto es una tomadura de pelo ¡Qué himno ha resultado! La tragedia del exilio, de haberse ido a las conquistas de otras tierras resistiendo con orgullo las penalidades, los sufridos sentimientos y los deseos de volver, se entendería, pero nos encontramos al héroe del canto volviendo a casa por navidades con billete múltiple reducido de precio. Y decir, ahora ya sí sin comprender “pero no olvides que sin ti no se vivir”. ¡Pero cómo olvidar si estás más en casa que en las cruzadas, o reconquistando!, ¿O atiendes una franquicia en la capital, bruñendo plata del Potosí? ¿Dónde están los ingleses o franceses ensartados? ¿Y vienes -ida y vuelta- al pueblo, los fines de semana? 

“Rojo, amarillo, colores que brillan en mi corazón y no pido perdón” 

“Rojo, amarillo, colores que brillan en mi corazón” estaría bien, pero ¿por qué añadir “y no pido perdón”? ¿Acaso está escrito el Himno en contra de alguien y no sólo ensalzando a la tierra amada, a la patria? 

La letra contiene explicito un enfrentamiento, aparece de nuevo aquel orgullo, resultando de nuevo desdeñoso y arrogante “y no pido perdón”, que por ser la confrontación por innecesaria en un himno, inexplicable, resulta ese orgullo el propio del fanfarrón, del chulo, y la sencillez esperada de un himno se nos ha ido a la simpleza, ¿Por qué ese engreimiento? ¿esa altivez? ¿Qué supone el autor –dejemos de lado al poeta inexistente- acaso, de qué debería pedir perdón? ¿Por qué introduce ese supuesto? ¿No pide perdón por brillar los colores rojo y amarillo en su corazón? En los himnos de otras épocas se introducían conceptos y expresiones que podemos entender vistos desde hoy, pero, con esa misma mirada, podemos apreciar esa vanidad ¿Y cuál sería el supuesto pecado? ¿A quién se canta ese himno? No es poca duda, ¿Cuál es su objeto? ¿De dónde nace? Pues si ha de ser cantado mirando de reojo a otro horizonte que no el patrio, pudiera parecer aquel engreimiento más que las plumas de un pavo para ganar volumen mostrando el colorido de sus poderes, los que brillan en su corazón que no pide perdón, quizá dicho en un acto fallido o en un supuesto por explicar, en todo caso, sin la humildad propia de los en verdad poderosos y con motivos ciertos de satisfacción que les vale para persistir en los empeños que ensalzan los himnos. 

Adquiriendo una ‘letra’ la categoría de ‘himno’ por adopción, por combustión espontánea, por inflamación popular, o siendo lo mismo, de una tropa enfebrecida –así nació el Himno de Riego- ; no nace el himno de una ‘música’, sino de una ‘letra’ a la que se añade después la música. Por eso es incluso frecuente que un mismo himno pueda tener varias ‘músicas’. Éste es el anacronismo -por el desorden-, de querer poner letra a la ‘música’ del Himno español, no habiendo sido al revés, y podemos pensar que el motivo de tantos repetidos fracasos. Que otra cosa es que a los felones les brillen en el corazón los colores liberales, según sople el viento de la bahía de Cádiz o venga de Francia, pues siempre se ha discutido adónde irá ese velero, diciendo unos que a Almería y otros que ‘pa’ Cartagena, según role el viento, de donde vengan los tiros o convenga. 

“Grande España, a Dios le doy las gracias por nacer aquí, honrarte hasta el fin” 

Por ser un himno, nada que decir sobre este verso, pues es obra de un autor, una persona con sus personales creencias, sin haber caído en la cuenta que su himno no podrá ser aceptado y cantado de forma oficial ni en ámbitos institucionales, pues España es un Estado aconfesional y se corresponde a quien el autor quiere dar las gracias por haber nacido en su pueblo, cuando otros tienen el suyo y, por haber nacido en él, quizás prefieran dar las gracias a su padre y a su madre y a la comadrona, o a un dios que no es el del verso sino otro, y cada cual en su casa con sus creencias, del mismo modo que bien está que lo honre, sin duda ninguna, pero no en la calle que es de todos, y menos en un pretendido himno que ya ha dejado de serlo por nacer de un supuesto falso, ser excluyente, agresivo, ‘anacrónico’ y confesional. 

“Como tu hija llevaré ese honor, llenar cada rincón con tus rayos de sol” 

Bien, a partir de aquí, ya sabemos que el autor no era tal, sino autora, que dispuesta a “honrarla hasta el fin” “da las gracias por haber nacido en España” que, propio de un himno, está bien en este verso que diga que “como tu hija llevaré ese honor” “llenar cada rincón con tus rayos de sol”. Salvo tener en cuenta, debemos advertir, que el sol es de todos, de todo el mundo, señora ahora, y aunque haremos un esfuerzo por comprenderla, vea usted qué rincones llena usted de sol, y vea usted que cada uno es dueño de su casa, y el sol en la de todos, pero a su gusto, no vayamos a creernos en el imperio, que en España hace ya muchos años que se pone el sol por la línea de Portugal, es decir, en secano, no confundamos a los despistados, o lo que es peor, a los santos inocentes. 

“Y si algún día no puedo volver, guárdame un sitio para descansar al fin” 

En los supuestos avatares de la autora, aun los desgarros dramáticos de su epopeya, provocados por ser española y en defensa de España, heroicamente parece insinuar su letra, aunque de ello nadie tenga noticia, hemos de dar por cierto lo que parece rozar más allá del heroísmo, el martirio, y si en esa entrega sin igual no pudiera regresar de batalla tan desigual “¡España!” “¡Guárdame un sitio para descansar al fin!” Pues no ha escrito un himno de los españoles sino un himno y loa de sus propias e inexistentes glorias, que por lo visto, muy cansadas. 

Pues pareciera que ese orgullo aparecido –renacido-, fuera el reconocimiento de razones opuestas a ese orgullo que ahora en este ‘himno’ se reivindica, siendo que, para ello, es necesario hacerlo frente a alguien, frente a quien se ha estado acomplejado quizás, para ahora brillar los colores de la bandera en el corazón y, ya envalentonada la letra, no pedir perdón la que aquí es intercambiada causa sin heroína, que no heroína sin causa. Para esta letra de pandereta y zambomba resultara una catarsis que despertara las esencias del frasco, idos los vapores hipnóticos que habían impedido poner letra a los sentimientos patrios, a los que sigue un duende de vodevil que soluciona el entuerto. 

Que no se ha visto aquí si es señor o señora el duendecillo, sino el texto, que siendo lírico y querer honorar a España, resulta la alegría agridulce al no aparecer ninguna gesta ni batalla en la muralla, ningún estrago, no se ve el humo de los disparos en la planicie, más que aventar que “España es grande” y por el hecho de nacer en su suelo patrio “la honrará hasta el fin”, “guardadme un sitio para descansar” “al fin”- –puede que por aquellas razones que no aparecieron ha dejado de ser ‘Una’, ni tampoco ya es ‘Libre’, debiendo ‘ondear las banderas sobre la tierra de los libres y el hogar de los valientes’, sin embargo, permaneciendo y al ser advertida su grandeza, persiste el “Grande”, de ahí el orgullo tan afectado- Para concluir que con lo buena que está la tortilla de patatas, tiene mérito tragarse este huevo; y si acaso, como queda dicho “allá cada cual con sus himnos” que debiendo ser corales, aquí, cumpliendo con el caso, se cantará en singular y en género femenino, pues no se añade al “como tu hija” el posible ‘y nosotros tus hijos’ o ‘con vosotros hijos’ –también podríamos ser ‘todos hermanos’ – cantando finalmente el verso ‘como hija tuya, todos hermanos, llevaremos ese honor’, donde podría añadirse ‘entre el fulgor de los cohetes y el estruendo de las bombas’, pero, como es sabido, las heroínas disparan los cañones y las tonterías en solitario, aun en ésta, que sin ser espontánea y popular, siendo paradójicamente de estudio, sin epopeya, es letra iletrada. 

Viniendo lo anterior de aquel “y no pido perdón”, que es la madre del cordero y lo más jaleado de este himno, su verdadera intención y el éxito del mensaje, que encierra muchos significados cual sea el despistado lector, si lo cree inocente. “Grande España” exclama,-quedando el “Una” omitido, intacta la pretensión homogénea y castellana, y el “Libre” por sumisión voluntaria de los españoles a esas castañas- de donde el qué y el porqué de no pedir perdón, los franquistas por el franquismo, sino los demócratas por serlo, y perseguidos). El fascismo español –unánime, y eso es ayer y en este instante el Estado-, orgulloso de sí mismo, superada la muerte de Franco y consustancial con la también sumisa Constitución del 78, una Transición en la misma apariencia y mismo drama (durada la falsa Transición hasta el inicio del ‘procés’ catalán), con pleno control de las instituciones, sin ninguna separación de poderes, solo que otra vez seguir la letra y guión del fingimiento con máscaras venecianas, como si no tuviera España carnaval propio, o aplicar leyes que no están pensadas para ser justas sino, cosa distinta, para impartir justicia ideologizada de unos contra los otros, nace esta pobre letra avant-la-lettre, pero, como una femme fatale, para ser sin la careta de Colombina reconocida de inmediato, no ya envalentonada, sino como himno a ese triunfo, arrogante, ya orgullosa de sí misma (perdido el complejo de culpa del franquismo por los franquistas), el orgullo del Alzamiento Nacional instalado y siendo el Estado sin solución de continuidad desde aquél más que actos teatrales, “la amada tierra” a la que regresar sin haberse ido jamás, utilizando el proceso independentista de Catalunya como rebato de esas huestes ayer divisionarias, hoy partidarias y ciegas a toda corrupción (con una Catalunya que no soporta ya más esa podredumbre, pues no es ya cuestión de independencia y república, que lo es, sino de democracia y libertades, de dignidad social, la de la gente común y del individuo que va por la calle), para verse en esta singular letra -es increíble lo evidente de la muestra, que siquiera ya pretende el fascismo disfraz, gobernado por Balanzone –o ha sido la dignidad del pueblo catalán quien lo ha hecho manifiesto por contraste, provocando el desenmascaramiento de esas certezas sin poder ocultarlas ya más los bigotes postizos y el decorado; los huevos de las serpientes crecen con las serpientes sin más natural remedio que eclosionar-, a la vista están la ocultación de la Memoria Histórica y la visceralidad de la respuesta española a Catalunya, pues reconocer esas evidencias aun sabidas y ahora orgullosamente reconocidas, y cantadas aun en unos pobres versos, con esa teatral mentira y a la vez verdad histórica en vigor, sería reconocer, o ya lo ha sido, que en España está instaurado el franquismo en la corona. Consecuentemente, de aceptarse estas verdades y a la vez mentiras, de verificarse esa confesión (siendo consciente o freudiana), quedaría la monarquía sin tampoco decorado, sólo con adornos pero a la intemperie de la legitimidad que carece y ensueña, la que, de aceptarse esta tesis, sin Franco -quien por su personal decisión, por ‘su gracia’ reinan los reyes en España-; sin los franquistas, quedaría Felipe VI solo –no es menuda la paradoja de su defensa a ultranza de la Constitución (y el Estatut); y el Gobierno, de la Ley-, sólo está la monarquía al amparo de ese franquismo original mixtificado de democracia -si España renunciara al franquismo y sin atrezo, el rey debería renunciar ineludiblemente a su reinado-; sin atender a criterios de soberanía ni de derechos a decidir y sin memoria -la democracia ha quedado en instrumento y las libertades son para someterse voluntariamente, no para ser ejercidas- con el brillo apagado de la corona a plena luz del día, resultaría lo que resulta y siempre ha sido así, salvo en los cuentos de hadas, que el rey está desnudo en el escenario protegido por las instituciones venidas ‘sin ruptura’ desde el franquismo y, por consiguiente ‘con’ el franquismo incorporado, con la democracia aun sólo de nombre, en cuarentena, ahora mismo con represión a las instituciones democráticas, a las organizaciones sociales y en las calles, con gente amenazada, exilada por sus ideas o en la cárcel, con los que creemos que el futuro debe depender, haciendo uso de su soberanía, de las personas y puedan construir el futuro que quieran para sus hijos, quedarnos en si debe preocuparnos ser republicanos y estar convencidos de ser totalitario el Gobierno e ilegítimo el rey, y si no sería mejor tacharles de guapos de cara y real alteza. 

(Ver: Desavenencias sintácticas en el Himno a los Caídos, por Joan Llopis Torres para xornaldegalicia.es

JOAN LLOPIS TORRES 

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