Salva Artacho |
Qué malos tiempos para la lírica, malos tiempos para la cultura, para la investigación , para la educación pública, para la sanidad de todos, para el reparto y la creación de empleo, para la convivencia pacífica, para el desarrollo y la igualdad de oportunidades, para la justicia, para una sociedad plena y democrática, para la economía social, para el sindicalismo revolucionario y vertebrador de nuestra clase, malos... muy malos.
Qué buenos tiempos para los especuladores, (una llamadita oportuna a la agencia de calificación) y multimillonarios en 24 horas; buenos tiempos para los banqueros que reciben dinero al 1% o menos y lo revenden al 7%, al 8% o más; buenos tiempos para los políticos profesionales con múltiples fuentes de ingresos todas ellas compatibles con su condición de “padres” de la patria (aunque no sepan ni papa de francés o alemán que bien se entienden); buenos tiempos para la poli que puede aporrear al enemigo (los estudiantes); buenos tiempos para el ejército que participa en guerras y en el botín posterior (así es la historia: a la batalla le sucede el saqueo y el botín); buenos tiempos para la Iglesia con más de dos mil años acumulando tesoros, beneficios, bienes...; buenos tiempos para la monarquía, pese a las descalabradas actuaciones del rey una tras otras, la gente "babosea" ante la presencia de los príncipes; buenos tiempos para los corruptos que siguen haciendo negocios con la administraciones y si son pillados unos meses a la sombra y luego a disfrutar de lo obtenido tan ilegalmente; buenos tiempos para los gestores que quiebran los bancos, les indemnizan y los re-colocan en otros o en la política; buenos tiempos para la clase dominante, para la burguesía que ve a la clase obrera descabezada, conformada, sumisa y dispersa.
Sólo una excepción parece plantar cara a los injustos e insolidarios del sistema opresor-monáquico imperante por la gracia del dictador (aunque él, maestro sin igual de los engaños y la tortura, la disfrazó con la ayuda de los curas en “por la gracia de Dios”), nuestros estudiantes y los mineros...
Lo malo es que viene el verano con su dispersión y sus calores y que las luchas pierden fuelle si otros hermanos de clase no las apoyan...
Salva Artacho