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¿Temer a la República?

De vez en cuando me paso por las páginas de la Razón o del ABC, siempre es bueno vacunarse, saber cómo piensan sinvergüenza ni complejos quienes se declaran abiertamente monárquicos, porque otra cosa son esos monárquicos vergonzantes que se esconde bajo el paraguas de una presunta convicción democrática, o esos que se declaran socialistas, juancarlistas y ahora felipistas de manera vergonzante y bacinesca*, cuando no hay nada menos democrático que una monarquía, la misma palabra lo dice, gobierno de uno solo. Siendo el jefe supremo de la monarquía el soberano, cuando en la república esa soberanía reside en el pueblo, que además como hemos visto en estos días es insustituible, dando espectáculo bastante ridículo y difícil de entender, por si fuese poco el primer ministro también anda desaparecido, detrás de las sayas de la hocicos mentirosos que habla de 500.000 parados defraudadores siendo mentira y no ve que está en la cueva de Alí Baba y el millón de corruptos, eso sí, sobresalientes, bueno entrantes.


La monarquía en general puede resumirse así: Tú naces de un determinado coño y encima con pilila, seas, tonto, listo, una buena persona, un corrupto, decente o un perfecto hijo de la gran p…, tienes un cargo vitalicio de por vida a cuerpo de rey. En el caso de España además tiene otra particularidad que la hace más aborrecible, el rey fue directamente elegido a dedo por un general genocida. En ningún caso la monarquía, por mucho que se empeñen algunos nada tiene de democrático y quienes desde posiciones presuntamente de izquierdas o sindicales defienden la continuidad de tan anacrónico y poco democrático Régimen es por continuar chupando de la teta de la vaca, aunque España se hunda, no les importa mientras ellos puedan continuar su vida regalada, mientras que unos se lleven el Botín y otros deban buscar en la basura para comer.


Veo en esos diarios que se declaran monárquicos sinvergüenza, pero también en otros presuntamente democráticos, pero al servicio de determinados poderes económicos o empresariales, que suelen insistir de la conveniencia de la monarquía por ser un símbolo de la unidad de España, dan importancia a su más que dudoso papel integrador frente a la división territorial, eligiéndola como un poder arbitral necesario. ¿Realmente puede alguien creer semejante majadería? Lo único integrador por muy contradictorio que parezca es un Estado Federal, donde todos sus miembros sean corresponsables de la marcha del Estado, y eso solo puede darse en una República Federal, jamás en una monarquía franquista.

Reconocen esos diarios, monárquicos sin vergüenza ni complejos y esos otros monárquicos vergonzantes y acomplejados, que los jóvenes españoles han pasado de la indiferencia hacía la monarquía a su rechazo, por los múltiples casos de corrupción que afectan a la misma Casa Real, no solo al yernísimo, sino cada día salen filtrados casos que apuntan más alto y que dejan claro que el rey no abdicará porque tal vez, si no lo blindan antes, podría ser juzgado, porque la ley blinda solo al rey, no al ex rey, situación que sinceramente le deseo, no para poner a Felipe, sino para devolver la soberanía robada al pueblo.

Resulta vergonzoso que unos periódicos y un parlamento presuntamente democráticos puedan contribuir a que una institución como la monarquía se mantenga todavía por encima del bien y del mal , alegando la defensa de la democracia, blandiendo como bandera una constitución que es papel mojado, la implantación en España de una tercera República no es un delirio caprichoso ni mucho menos inconveniente como alegan los monárquicos sin vergüenzas y los “demócratas” vergonzante, todo lo contrario, está claro que la actual constitución no sirve, ha sido violada al antojo de los dos principales partidos, es por tanto necesario una constitución que garantice los derechos de los ciudadanos, en la cual los únicos inviolables sean esos derechos y no un soberano surgido de un determinado coño o del dedo de un criminal.

No hay motivos para temer a la República, ni siquiera los monárquicos sinvergüenza, ni los otros tampoco, sí muchos para temer que todo siga como va, al menos los ciudadanos.

Paco Arenas


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