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He decido poner fin a “mi” reinado …

Eso dijo este mismo año el dictador monárquico que heredó con sumo gusto la dictadura militar del genocida general Franco en la que fue adoctrinado. Con esta falsedad terminó su dictadura monárquica que iniciara con un ¿falso juramento? el 22 de noviembre de 1975: “Juro por Dios y sobre los Santos Evangelios, cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad a los principios que informan el Movimiento Nacional”. Yo creo que su único interés era trabajar “pro domo sua”.

“Su” reinado no era suyo; fue un engendro político cuyo origen no podía ser más ilegítimo; nació del genocidio con el que el General Franco convirtió una República Democrática Española, última opción de libertad que ha disfrutado España, en la dictadura militar europea más prolongada de la historia reciente.

Él, “su” rey, el de Franco, fue un invento del dictador militar que se otorgó el derecho insólito de inventarse un reinecito como coartada para disimular la dictadura fascista que impuso a sangre y fuego cuando vio derrotadas esas ideas genocidas que arruinaron Europa a manos de los mismos aliados que, cual Pilatos, las dejaron triunfar en España al negarse a defender a la República Democrática. Y dictó su ley (¿): “España, como unidad política, es un Estado católico, social y representativo, que, de acuerdo con su tradición, se declara constituido en Reino” decía el art. 1º de la de sucesión del Estado (1947)

El dictador y genocida se otorgó además el derecho a elegir como reyezuelo de ese reino al que le viniera en gana para que continuara su dictadura: “En cualquier momento el Jefe del Estado podrá proponer a las Cortes la persona que estime deba ser llamada en su día a sucederle, a título de Rey o de Regente, con las condiciones exigidas por esta Ley, y podrá, asimismo, someter a la aprobación de aquéllas la revocación de la que hubiere propuesto, aunque ya hubiese sido aceptada por las Cortes” decía el art. 6º de esa inicua ley. Su nombramiento se produjo en virtud del art. 1º de la ilegal ley 62/1969 “Al producirse la vacante en la Jefatura del Estado, se instaurará la Corona en la persona del Príncipe Don Juan Carlos de Borbón y Borbón, que la transmitirá según el orden regular de sucesión establecido en el artículo once de la Ley Fundamental de veintiséis de julio de mil novecientos cuarenta y siete, modificado por la Ley Orgánica del Estado de diez de enero de mil novecientos sesenta y siete” fue recibida ente juramentos ante el Altísimo por “su” reyezuelo- el de Franco - que no dudó en declarar: “Sí, juro lealtad a Su Excelencia el Jefe del Estado y fidelidad a los Principios del Movimiento Nacional y demás Leyes Fundamentales del Reino” asumiendo como propia la sanguinolenta herencia del genocida al que alabó.

Siguió con ello la tradición de su padre putativo, el General Franco, que atropelló la libertad democrática  a sangre y fuego con vesania sin precedentes, heredera y apoyada por nazis y fascistas.

Siguió con ello la tradición de atropello a la libertad de su padre natural que también quiso atropellar la libertad también a tiro limpio cuan do se apuntó en el ejército del dictador, que no le dejó.

Siguió con ello la tradición de atropello a la libertad de su abuelo natural - que inauguró la tradición que seguiría su cuñado Constantino con su golpe de los coroneles - con el autogolpe con el General Primo de Rivera, que tras huir cual conejo dejando abandonada a su familia que fue protegida por un pueblo pacífico y amante de los derechos individuales, financió con su dinero ¿el suyo o el nuestro? el golpe de Estado y apoyó el genocidio del General Franco declarando : “Yo obedeceré las órdenes del general Franco, que ha reconquistado la Patria, y, por tanto, me considero un soldado más a su servicio”. (Le Journal Echo de Paris, marzo 1939) al que añadió el premio al genocidio ya escandalosamente notorio en todo el mundo diciendo “Y ahora, mi General, creyéndome autorizado para ello por haber sido jefe nato de la Real y Militar Orden de San Fernando, permítame le exprese cuán dichoso me consideraría si, recogiendo el común sentir y justificado sobre su pecho esa invicta y heroica condecoración, jamás tan bien otorgada al caudillo que tan brillantemente salvó a España y la llevó a la victoria”. ¡Vaya familia!

Siguió con ello la tradición de su tatarabuelo, Alfonso XII que también se impuso a los españoles acabando con la I República non nata gracias a otro golpe militar, el del General Martínez Campos.

Siguió con ello la tradición de su tataratatarabuelo Fernando VII al que ayudó el General Elio


Honra merece quien a los suyos” parece, dice el refrán. Pero sólo la honra que merecen aquellos a quienes se parece. Son varias generaciones de reyes deshonrados, inaugurada la serie por Fernando VII “el rey felón” primero que atropelló al pueblo “donde reside la soberanía de donde emanan todos los poderes del Estado” como burlonamente dice el art. 1.2,CE78 sin que ello sea verdad. El origen de todos ellos ha sido un reiterado golpe de Estado militar única forma de doblegar la libre voluntad de los ciudadanos a los que “se nos niega el derecho a elegir” que los felones dicen que ejercimos legalmente en virtud de la constitución franquista de 1978 en nuevo e indecente desprecio del significado de la libertad.

Alfonso J. Vázquez
Eco Republicano

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