Primer error de PODEMOS: los trabajadores públicos salen gratis
La propuesta que ha presentado “podemos” en relación con la
reducción de la jornada laboral es tan errónea como lo fue cuando la planteó el
Sr. Jospin, pero no por las razones que alegan los economistas “convencionales”
sino porque no tienen en cuenta la razón de esa necesidad técnica de la
reducción de la jornada laboral que está ´”acreditada experimentalmente a lo
largo de la historia”.
En 1.900 la
jornada laboral era de 3.500 h/año, el doble que en 1950: 1.750 h/año. Si no se
redujera la jornada laboral el paro sería del 50 %. Esa reducción de la jornada
laboral al 50 % fuera posible y, más
aun, permitiera un incremento de los salarios y de la calidad de vida fue el
incremento de productividad laboral gracias al desarrollo tecnológico
procedente del desarrollo científico.
Alfonso J. Vázquez |
La presión
social sindical y el temor político al auge del comunismo hizo que muchos
gobiernos ¡aun de derechas! promulgaran leyes sociales que facilitaron la
redistribución del incremento de beneficios empresariales entre los trabajadores. Esas leyes fuero las
de reducción de la jornada laboral, lo que redujo la oferta de la “fuerza de
trabajo” y de incremento de la edad
laboral mínima para reducir la explotación infantil lo que contribuyó a reducir
la oferta de la “fuerza de trabajo”.
Al
reducirse legalmente la oferta de la “fuerza de trabajo” de acuerdo con las
leyes económicas se produjo un aumento de los salarios; al aumentar los
salarios aumentó la capacidad de compra de los trabajadores y con ello la
demanda y al aumentar la demanda se redujo el coste de producción unitaria.
Esta reducción al repercutir en una disminución de precios aumentó más la
demanda y con ello el empleo y los ingresos públicos por los impuestos sobre el
IVA y sobre los mayores beneficios de las empresas y los mayores pagos por el
IRPF.
Al
disminuir el paro se redujeron los gastos sociales de pago a los trabajadores
en paro. Al reducirse ese gasto de los Presupuestos Generales del Estado se pudieron
invertir esos recursos en obra pública. Eso aumentó la demanda de trabajadores
y con ello el empleo privado pero también el público. Al aumentar el empleo
público se redujeron los tiempos de licitación de obra pública, la aprobación
de la pública y privada, etc., lo que produce un incremento de beneficio para
los empresarios.
Beneficio para el promotor: Sea el caso de una urbanización de 100
viviendas por un importe 200.000 €/vivienda que implica un valor de 20.000.000
€. Al interés del 4 % anual una demora de un año en resolver el expediente de
urbanismo significa 20.000.000*4/100 = 800.000 €. Una reducción de 6 meses en la
aprobación de la obra produciría un beneficio a promotor de 800.000*6 mes/
12/mes = 400.000 €.
Para que sea
posible este beneficio al promotor habría que contratar a 6 empleados públicos sólo
para esa tarea. Una jornada laboral de 180 h/mes significan 180 h/mes·trabajador*6
trabajadores*6 meses = 648 h. Con un salario medio de 20.000 €/año el total es
20.000€/año·persona*6 persona * 6 meses/12 meses = 60.000 €.
Beneficio para la Hacienda pública:
1.- Ese ahorro de tiempo adelanta las ventas6 meses. La
administración cobraría el 10 % IVA por las ventas 6 meses antes. 2.000.000 € cobrados6 meses antes si los
beneficios sobre ventas son 20 % y el impuesto sobre los beneficios del 20 % sería
20.000.000*20/100*10/100 =400.000 €. Supuestoun interés oficial del dinero del
4 %el ingreso sería de2.400.000*4/100*6meses/12meses = 48.000
€.
2.- A este ingreso se suma el
20 % del IRPF que equivalen a60.000*20/100
= 12.000 €.
3.- Sobre la renta neta de los
6 trabajadores 60.00 – 12.000 = 48.000 € si suponemos un ahorran del 5 %
mensual el gasto en bienes y servicios es del 95 %; si el pago medio del IVA es del 20 % los ingresos por el IVA serían son 48.000*95/100*20/100
= 91.200 €. En total los ingresos públicos ascienden a 48.000 + 12.000 + 91.200
= 69.200 €.
RESUMEN: Beneficio para la Hacienda Pública: 69.200 € - 60.000 € =
9.200 €; Beneficio social:400.000 € (promotor) + 9.200 (Hacienda) + 6 trabajadores
con trabajo+ 100 familias que tiene casa 6 meses antes.
Segundo error de PODEMOS: 35 h/semana: una experiencia histórica
La
hipótesis de que una reducción de la jornada laboral de 40 a 35 h/semana aumentaría el empleo carece de
fundamento cuantitativo y por eso no hay por qué sorprenderse de que no
produjera el efecto beneficioso previsto ni para el empresario ni para el
trabajador ni para la sociedad.
Hagamos una
analogía médica: una persona cree que tiene una pulmonía y va al médico; el
médico le ausculta y le dice: “tiene Vd. una pulmonía”; el enfermo piensa,
“este médico es muy listo”; “le voy a recetar unos antibióticos”, añade; el
enfermo piensa, “este médico es muy listo”; “le voy a receptar éste de amplio
espectro, por si acaso”, continúa: el enfermo piensa, “este médico es muy
listo”; “póngase una inyección hay y la siguiente dentro de quince días”,
concluye: el enfermo piensa “¿será suficiente esa dosis?”, pero no se atreve a
decir nada. Aquél mismo día se pone la primera dosis; a los trece días muere
antes de recibir la segunda dosis. ¿Era tan listo el médico? La conclusión es evidente: todo era
correcto excepto la dosis que era insuficiente.
¿Qué pasó
cuando Jospin decidió reducir la jornada laboral a 35 h/semana? El empresario
de las pequeñas y medianas empresas hace unos cálculos: 7 trabajadores
significa una jornada laboral semanal de 7 trabajador*40 h/semana·trabajador =
280 h/semana <> a 8 trabajador * 35 h/semana = 280 h/semana; es decir,
por cada 7 trabajadores ahora tendrá que contratar 1 más. El empresario reúne a
los 7 trabajadores y les dice: “estos políticos están locos; la empresa no
puede permitirse el lujo de contratar más trabajadores por lo tanto o se hace
el mismo trabajo en las 35 h/semana o la empresa cierra”. ¿Qué hacen los 7
trabajadores? Evidentemente trabajar más, reducir sus tiempos muertos y el
resultado es que no hay ningún trabajador más. No lo consiguen del todo pero
alguna hora más, pagada en negro, resuelve el problema.
Sólo las
empresas más grandes se ven obligadas a contratar a más trabajadores, pero no
en la proporción de 1 por cada 7 sino mucho menor. Quizá hay un incremento de
horas extras, pagadas en negro o en blanco, pero el incremento previsto y el
aumento de la demanda de bienes y servicios derivados de que haya más
trabajadores no se produce; el paro apenas se reduce.
Como en el
caso del médico todo estaba bien salvo que la dosis era insuficiente. Una
reducción a 24 h/semana, un 40 %, hubiera significado que las 280 h/semana/ 24
h/semana·trabajador = 11,7, es decir 11,7 – 7 = 4, 7 es decir casi 5
trabajadores. Por mucho que aumente el rendimiento del trabajador está claro
que al menos hay que contratar 3 a 4 trabajadores por cada 7, es decir, un 50 %
más.
Eso, sin duda, produce una disminución de los
rendimientos empresariales pero si estimamos en 30 % la repercusión salarial,
oscila entre un 3 % y un 60 %, en el precio final del producto en realidad el encarecimiento
es del 30 % * 40 % = 12 % pero ¿qué ocurre en la demanda? Evidentemente la
demanda aumenta en un 50 %.Eso significa poner en marcha la espiral privada y
la pública.
En la
privada el aumento de la demanda significa una mayor producción de bienes y
servicios que reducirá el precio unitario que realimentara la demanda bajando
aún más el precio.
En la
pública el primer efecto es la reducción de los pagos por desempleo, el segundo
es el pago del IRPF y a él se le añade el incremento del IVA y el del impuesto
sobre los beneficios que se han incrementado por el aumento de ventas.
El
resultado es evidente: beneficios privados y beneficios públicos y el conocido
efecto realimentador del incremento en la circulación de dinero a partir de ese
aumento del 50 % de la demanda. Un exceso en la estimación de la reducción de
la jornada laboral será siempre menos perjudicial que el conocido efecto de un
defecto en la reducción de la jornada laboral que está acreditado
históricamente. El trabajador tiene que trabajar más a cambio de nada –
amenazado porque la empresa puede cerrar – y el empresario obtiene el mismo
beneficio.
Tercer error de PODEMOS: Bastan las cuatro reglas para entenderlo
Decíamos
ayer que la reducción de la jornada laboral a 24 (40%) supuesta una repercusión
salarial en el precio de venta del 30 % significaría un encarecimiento del 30 %
*40 % = 12 %. Pero la repercusión es
menor. Los nuevos trabajadores, sin experiencia, cobran un 60 % menos que los que
tienen 30 años de experiencia, es decir, 10 trienios y una mayor cualificación
profesional; eso conduce a que la
repercusión salarial de la reducción de la jornada laboral sea menor: 12 % * 60
% = 7,2 %.
Y dada su
mayor formación para el trabajo con ordenadores y tecnologías de la
comunicación su rendimiento sería
superior. Si suponemos una productividad un 30 % mayor quiere decir que cada
trabajador joven haría el trabajo de 1,3 personas de la actual plantilla y eso
exigiría menos personal y entonces la repercusión en el precio final del
producto sería 7,2 % /1,3 = 5,55 %.
Aunque este
encarecimiento es mínimo a muchos empresarios les resultaría más beneficioso
comprar nuevos equipos más productivos si con ello disminuían el número de
trabajadores. Y si suponemos que esas nuevas inversiones implican una reducción
del 10 % de personal significa que el encarecimiento por la reducción de la
jornada laboral sería solo de 5,5 %* 90 % = 4,95 %. Y Con ello, al modernizar
la empresa la harían más rentable en el mercado exterior.
¿Ha visto
Vd. las bajadas de precio que se han producido por todas partes? Todas ellas
superiores al 5,55 %. ¿No cree Vd. que todos los empresarios se darían con un
canto en los dientes si pudieran vender tanto como antes sólo un 5,5 % más
barato? Pues así se cierra el círculo.
Mejor
dicho, así empieza la espiral porque en ese momento empezaría a haber una
demanda muy superior a la que había antes y todo volvería a relanzarse ¡pero
sobre bases ciertas y no especulativas! Sobre las bases ciertas nacidas del
reparto de la riqueza que convierte a los trabajadores en consumidores porque
tienen capacidad de consumir
Porque
dentro de esa espiral de progreso estarían los trabajadores que podrían pagar
sus deudas del piso en el que “les enredó el banco” y al poder pagarlo las
empresas ¡incluso esos corruptos especuladores!, no entrarían en quiebra; y si
es verdad que las casas no seguirían vendiéndose a ese ritmo seguirían
vendiéndose a un ritmo que los especuladores podrían soportar como pérdidas sin
producir la bancarrota que ¿obligo? Al gobierno corrupto a robarnos nuestro
dinero y “salvar a los bancos corruptos” en lugar de nacionalizarlos ya que el
dinero era de los ciudadanos de la nación.
¿Por qué no
hizo esto el gobierno? Está claro, porque en su avaricia no soporta que los
trabajadores sean personas que tienen derechos y prefiere que sean personas que
signa mendigando el trabajo como en los “viejos tiempos” cuando iban a la plaza
del pueblo y el señorito decía “tu”, “tu”, “tu”, …. Y sin hablar de jornal, ¡se
pagaba el que el señorito quería!, ni de derechos, ¡que no los había!
Eso es lo
que hacen ahora los señoritos de la CEOE con su expresidente – hoy encarcelado
– a la cabeza que decía que había que trabajar más y cobrar menos ¡Cómo si no
podría el robar más? Por eso todos están tan contentos, ¡salvo los que todavía
piden más reducción de los derechos laborales y menos respeto al valor del
trabajo!
Mucha gente
dice que el PP no ha cumplido con su programa ¡vaya si ha cumplido con él! Ha
cumplido con su programa en diferido, el que no contó porque lo tenía preparado
para aplicarlo en diferido; diferido al momento en el que se hiciera con el
poder y pudiera privar de sus derechos a los trabajadores y usar su dinero para
hacer que los ricos sean más ricos y los trabajadores más pobres estén
dispuestos a trabajar por nada.
Lo que se
propone es acomodar la jornada laboral al incremento de productividad que se ha
producido como consecuencia de la aplicación tecnológica de los desarrollos
científicos producidos sobre todo en la segunda mitad del siglo pasado en el
que, al revés de lo que ocurriera en la primera mitad no se produjo ninguna
reducción de la jornada laboral.
La que
ahora se propone en 65 años los que median entre 1950 y 2015, es una reducción
del 40 %. La que ocurrió de 1910 a 1950, 40 años, fue del 50 %. Si redujéramos
la jornada laboral tanto como entonces ahora habría que reducirla el (50 %/40
años)*60 años =75 % y no sólo el 40 % que se propone.
¿Y qué pasa
con los de “podemos”? Que no saben de cuentas. Pese a que sólo hay que saber
multiplicar ¡y entender qué significa el tanto por ciento!, no saben hacer
estas cuentas que Vd. ha entendido a la primera donde se demuestra que se puede
reducir la jornada laboral a 24 h/semana y conseguir pleno empleo y la
recuperación del bienestar.
Y todo sin
pagar subsidios, ni rentas básicas, ni servidumbres que alteren el libre
mercado. Se modifica la jornada laboral, como se hizo hace un siglo y ya la ley
del mercado alcanzará el equilibrio.
Alfonso J. Vázquez
Columnista de Eco Republicano