Las
navidades fueron un invento cristiano para ocultar una realidad terrenal: el
solsticio de invierno. Se hizo lo mismo con todas las demás fiestas naturales a
las que se sobreimpuso la mistificación mítica de una realidad procedente de la
creencia en extraterrestres.
Hoy día las
cosas están volviendo a su ser natural. Las fiestas de fin de año son sólo lo
que fueron siempre: unas fiestas paganas por puro naturales a las que se ha
sobreimpuesto la algazara infantil de celebrar la llegada de San Nicolás en su
versión nórdica europea, Santa Claus” apócope de San Nicolás en su versión de
los USA o los Reyes Magos, o “Wise men”, Hombres sabios, en su versión más
meridional.
Lo realmente
importante de las fiestas de navidad en España es la lotería de Navidad. En
ella los expoliados por los eternos ladrones de la riqueza que ellos produjeron
intentamos obtener de la suerte lo que la justicia no nos da de la mano de los
politicastros a los que - para nuestra ignominia - hemos elegido por mayoría,
junto con los que nos mangonean sin haber sido elegidos jamás por nosotros
porque su origen, bien que en segunda generación, sigue siendo inicuamente
dictatorial y de robo de derechos.
Dentro de
unos días se consumará una nueva edición de la pamemada inventada por el
dictador militar y genocida general Franco. Disfrazado con todos sus arreos y
gualdrapas nos contaba milongas desde el Palacio de El Pardo que transmitía
Radio Nacional y que eran de reproducción obligatoria por todas las radios
privadas. Desde “su” palacio - el que nos robara - nos colmaba de mentiras por
si no fueran bastante las producidas a lo largo del año en escarnio
innecesario.
Su primer
heredero siguió su tradición de decir obviedades navideñas pidiendo la paz, la
buena voluntad y la docilidad ante el esquile sin permitirnos recuperar la
libertad de elección; deseándonos prosperidad mientras veía emerger la
corrupción que invadía “su” reino franquista y mil falsedades más en el estilo de
“uso paternalista” propio de todos los dictadores militares, monárquicos o
civiles, autoerigidos tutores de un pueblo al que no respetan porque siendo “el
asiento de la soberanía de donde emanan todos los poderes del Estado”
(art. 1.2,CE78) como dice en falsedad flagrante, “su poder de Jefe del Estado sigue emanando del inicuo dictador militar
del que es heredera esta familia de modo no democrático”.
La votación
de la CE78 no significó la elección del rey ni del reino. La única opción que
se nos ofreció - una burla más que convierte en nula de pleno derecho el referendum
- fue la de soportar al heredero del dictador con sus leyes del movimiento
que él había jurado proteger o soportar al heredero del dictador
con unas leyes que estaban por establecer. Votáramos lo que votáramos “endosaban
algo de matute”. El heredero del reino y del dictador que se nos endosó
NUNCA fue por objeto de elección.
¿Qué cabe
esperar de su hijo? Que siga la
tradición antidemocrática de la familia. Hará así honor al comportamiento,
que muchos consideramos deshonroso, de su padre, su abuelo y su bisabuelo sin olvidar
a su tatarabuelo Fernando VII, el felón inventor de la saga de atropello a la
libertad democrática.
Las
primicias de su actitud a seguir “impidiéndonos ejercer el derecho a elegir”
lo dio el día en que heredó la dictadura monárquica que su padre recibiera del
General genocida: “la Corona debe buscar la cercanía con los ciudadanos y saber ganarse
continuamente su aprecio, su respeto y su confianza”.
¡Mal
comienzo! Lo único que debería buscar la Corona, si quisiera ser democrática, es el voto libre y democrático de los
ciudadanos. Que nosotros decidamos si queremos o no un Rey electivo o una
República. La historia de España tiene siglos de reyes electivos a sus espaldas.
Hoy es democráticamente inaceptable la vieja milonga de ser “heredero
de origen divino” tanto como la nueva de “ser heredero de origen
dictatorial”. “Su” reino no es, dados sus orígenes, otra cosa que una
dictadura monárquica nunca refrendada por los ciudadanos a los que las leyes
franquistas de la CE78 “les prohibió el derecho a elegir”.
Éste es el “derecho a elegir” que debería
preocupara a todos los demócratas. En realidad es el único “derecho a elegir” que preocupa a los demócratas que apoyamos la
Alternativa republicana. A otros, cómplices de la continuidad del fascismo
les preocupan el derecho a la continuidad en la corrupción de la legitimidad franquista
que representa la CE78 que tan bien les ha ido familiar y partidariamente.
El heredero
del dictador monárquico del dictador militar ofrecerá la misma pamemada
paternalista. Ahora las televisiones y radios privadas no están obligadas a
retransmitirla; pero la prensa seguirá haciendo una hagiografía para contribuir
al engaño de hacernos creer la patraña no democrática. Hará honor a la herencia
recibida - la tradición la inició el dictador militar y dirá las mismas obviedades
y naderías.
“Quien no
te conozca que te compre” dice el refrán. El derecho a elegir el dial de la
radio y la televisión es parte del derecho de elección en un mercado libre. Rechazar
comprar lo que nunca quisimos comprar es el principio básico de la Unión
Europea: la libre circulación de mercancías: ¡que circulen, pues!
Alfonso J. Vazquez
Eco Republicano