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Ucrania: Los nuevos Acuerdos de Minsk o de cómo Putin volvió a salvar al soldado Poroshenko

Salvar al soldado Poroshenko, o de cómo Putin, Merkel y Hollande están intentando apuntalar a la Ucrania de los oligarcas, y salvarla de la histeria ciega de los títeres de Washington.

Los nuevos «Acuerdos de Minsk», esta nueva versión del alto el fuego que salvó en septiembre de 2014 al régimen de Kiev, es casi seguro que van a tener el mismo final que los primeros. Esta nueva mascarada viene a salvar de nuevo de una derrota militar al ejercito ucraniano, que visto a casi 9000 efectivos y una ingente cantidad de material atrapados sin salida ni esperanza en la bolsa de Debaltsevo. Los «13 puntos» ahora acordados supondrían de ser aplicados en su integridad la rendición en la práctica de la resistencia del Donbás, su entrega, sin más, después de un año de heroica resistencia. Pero casi podríamos afirmar que no van a poder ser aplicados, estaríamos ante una finta diplomática, fruto del diálogo directo entre Merkel, Hollande y Putin. Putin habría aceptado ceder sobre el papel unas condiciones casi imposibles pero que cuentan con una cláusula previa, se aplicarán todos los puntos en el caso de que Kiev cumpla con su parte, algo extremadamente improbable. Estos acuerdos suponen más oxígeno a Poroshenko, prolongación de la guerra y más sufrimiento. ¿Cómo es posible está aparente contradicción?

Hemos de tener en cuenta algo fundamental si la cual no se entendería nada. Lo único que está impidiendo que los milicianos del Donbás derriben a los fascistas de Kiev es la presión rusa; les dejan mantenerse y les dan recursos para resistir, pero no quieren que ganen. Los combates de estos días son solamente para rectificar un poquito el frente, nada grave. EE.UU, por su parte, empuja a Kiev a la intransigencia y a mantener la presión militar, mientras Putin y los europeos desean a toda costa evitar que la cosa se desmande. ¿Objetivo? Para Putin y sus «colegas» occidentales el peligro es que los «prorrusos» acaben teniendo que derrotar al ejercito ucraniano, avanzando y desmoronando el régimen de Kiev. Putin está haciendo todo lo posible para que eso no ocurra, en medio de la provocación continua de EE.UU y sus títeres en Ucrania y el miedo y la cobardía europea. Son muchos los que se niegan a comprenderlo, pero no hay ninguna garantía de que los acuerdos de alto el fuego que se firmen o establezcan en Minsk sean respetados: solamente un cambio político sustancial en Kiev puede lograr la paz. Y eso tiene dos posibles caminos: uno tan difícil como casi imposible visto quien tendría que realizarlo, aunque de seguirse podría resultar: que Merkel y Hollande —¿Por qué cito a Hollande si su papel es secundario?, tal vez porque Alemania nunca haría esto en solitario— dejen de reconocer legitimidad al gobierno golpista de Kiev y le aíslen, favoreciendo un cambio de régimen en Ucrania consensuadamente con Rusia; esto es, una solución ínter-europea. Esta salida es, hoy por hoy, impensable; el otro camino es la solución militar.

Bastaría con que se dejase de frenar a la milicia del Donbás y que pudieran avanzar lo suficiente, envolver Mariupol y alcanzar la línea del Dnieper. Con la liberación de unas cuantas ciudades más y de territorio suficiente para darle viabilidad a Novorossia, el impacto político interno en Ucrania sería catastrófico. Hay un largo camino hasta Kiev, la milicia no tiene necesidad de seguirlo entero, les bastaría iniciarlo para acelerar la descomposición del régimen de Poroshenko.

Es cierto que la perspectiva de un avance hacia Kiev podría provocar una mayor implicación de EE.UU y abrir un peligro real de enfrentamiento, pero no sería necesario que se acercasen a la capital. Podrian derrumbarse mucho antes y tan rápido que nadie podría llegar a tiempo. Bastarían unos cuantos éxitos locales en ciertos puntos del frente (Mariupol, Slavianks). Pero no, Putin no quiere llegar a eso. Lo siento por el ABC y la prensa española que estos días nos atruena con su nuevoRusia es culpable…., están muy equivocados.

Pobre Putin, es un incomprendido, el sólo quiere un puesto en la mesa del capitalismo global, y no se da cuenta de qué va la cosa en realidad….. a Rusia solamente la quieren como reserva de minerales, petróleo y materias primas, les desprecian y temen, Putin olvida que la lucha de clases también existe en el marco del capitalismo global e interimperialista.

Rusia no llegó tarde al socialismo, llegó tarde al capitalismo y no quieren de ella más que el sometimiento, el saqueo de sus recursos y la renuncia a toda soberanía. Ucrania es una derrota para Rusia si consienten un estado títere en Kiev al servicio del poder imperial norteamericano; los Estados Unidos no son sus colegas, tampocosus socios, se equivocan gravemente. Pero el interés de clase de la oligarquía local rusa tiene conflictos internos no resueltos, están en contradicción, por mucho que se empeñen en negarlo, con el poder global anglosajón. Putín desprecia tanto a los prorrusos como Poroshenko, pues en Novorossia hay un componente antioligárquico y popular muy fuerte que no han conseguido erradicar; la única opción es liquidarlo desde dentro y es lo que quiere Putin que Merkel y Hollande le permitan hacer al precio de mantener las repúblicas secesionistas. Los europeos son conscientes de este juego, pero el amigo americano ve las cosas en blanco y negro y no entiende de matices.

El odio y los prejuicios antirrusos de los norteamericanos, unido a su frío interés de clase global, es el que les lleva a frustrar esta pretensión de alto el fuego real y y seguirán azuzando a Poroshenko a hostigar a las repúblicas populares de Novorossia. Con un alto el fuego real y un reconocimiento de hecho de las repúblicas, Putin tendría las manos libres para «limpiar» las filas milicianas, entregar la administración a algún oligarca razonable y agradecido y dejar pudrir una situación que ya está durando demasiado y tiene algunos flecos inquietantes; el 12 de febrero, por ejemplo se celebra el aniversario de la República Soviética del Donbás, la República de Dontsk-Krivoy Rog, proclamada en 1917 por los soviets de mineros y soldados del comandante bolchevique Artem, estos días homenajeado por los milicianos y en la boca de todos como «precursor». Este tipo de ejemplos le resultan a muchos demasiado inquietantes.. Los acuerdos de alto el fuego se basan en el cumplimiento de una retirada de armas pesadas de la línea del frente, pero no hay ninguna forma de garantizar que eso vaya a ocurrir. Solo hay una salida, que la milicia avance hasta el Dnieper. La segunda parte de los acuerdos de Minsk no va a resolver nada, el frente seguirá abierto, el desgaste de la milicia seguirá, el sufrimiento de la población continuará y una vez más, la otra vez fue en Septiembre, Putin habrá salvado al soldado Poroshenko en su ilusión de que las cosas vuelvan a ser como antes.

Y está, desde luego, la peor de todas las posibilidades que los Acuerdos de Minsk 2.0 se cumplan lo que significará Que Rusia se ha rendido y entregue a los que han luchado, que deje caer a las Repúblicas y permita que el Kiev golpista imponga su dictado en el Donbás y toda esta lucha de estos meses sea miserablemente traicionada. Ya ha ocurrido antes.

Pedro Alberto García Bilbao


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