La derecha en España ha dominado históricamente los resortes
del Estado. Desde el fin de la guerra en 1939, provocada por ellos para
defender sus intereses, hasta hoy, no ha dejado de estar en el poder. Controló
la Transición a la democracia; se mantuvo en el poder económico durante los
gobiernos socialistas y ahora sin complejos, domina todo, retornando al Estado
totalitario franquista que heredó directamente.
El mayor problema político que padecemos los españoles,
sigue siendo la herencia del franquismo, que sigue dominando los designios del
pueblo, a través de las políticas antisociales y represivas del gobierno del
Partido Popular. Heredó las instituciones y su forma de ser y actuar, porque
son los mismos y siguen en el empeño. El régimen de Franco, fue feroz, cruel, criminal
y asesino, además de corrupto. Encarceló y eliminó a sus adversarios y expropio
y embargó sus bienes. España es el segundo país con más desaparecidos tras Camboya.
Baltasar Garzón, reclama al gobierno, que el Estado devuelva el dinero
incautado a los «rojos», por un decreto de 1936, que motivó que el Banco
de España declarase sin validez los billetes, hasta ese momento de curso legal.
El valor total de lo incautado por el régimen, ascendería hoy a 3.000 millones de euros.
Frente a la unidad que presenta la derecha, en defensa de
sus intereses patrimoniales e ideológicos, los partidos de izquierda se han
caracterizado por marcar sus diferencias. Esto por si mismo no es negativo, es favorable
para fortalecer los debates y encontrar, mediante la razón, las ideas que
lleven a superar la situación de injusticia que soporta la clase trabajadora. También
es cierto que esa desunión, propicia que la derecha se mantenga en el poder y
consiga sus fines. La división de la izquierda tiene una larga historia, que ya
se manifestó durante la guerra civil, con las luchas entre comunistas,
anarquistas y socialistas. Hoy, mientras el PP se aglutina en un amplio
espectro, con liberales, democristianos, conservadores, franquistas y con la
extrema derecha; la izquierda sigue dividida y en el peor de los casos
enfrentados, incluso entre las diferentes familias y personalidades, en el seno
mismo de las propias formaciones.
Un componente esencial del pensamiento de izquierdas consiste
en su actitud crítica. La izquierda cuestiona al poder, mientras que la
derecha se dedica a justificar el orden social, dirigiendo sus esfuerzos a
defender el sistema establecido o reformarlo para su continuidad: «cambiarlo
todo para que nada cambie». La vocación ética, de crítica rigurosa, es común en
la izquierda, hasta el punto de volverse en su contra. Según Max Weber, la
ética de las convicciones tiende a aplicar los principios morales de modo
absoluto, despreocupándose de las consecuencias que provoque la conducta. Olvidando
en ocasiones que el objetivo de la acción política, consiste en la
transformación de la realidad injusta y que la función de las ideas y principios
consiste en hacerlo posible.
En 1936, se constituyó una coalición electoral, formada por
los principales partidos republicanos y de izquierda, con el objetivo de
presentarse a las elecciones generales, que ganó el Frente Popular. Fueron las
últimas elecciones durante la República y no se celebraron otras hasta 1977, tras
la muerte de Franco. El primer gobierno de la República en 1931, pretendió
modernizar el país y promover la justicia social, objetivos que el gobierno del Frente Popular retomó. Nada
fue fácil; los sindicatos, CNT y un sector del socialismo vinculado a UGT, se
lo pusieron difícil. Tan grande fue la oposición de la derecha capitalista y
caciquil, junto con la de iglesia católica, que dieron un golpe de estado que
provocó una guerra; la ganaron con la ayuda del capital internacional, la
Italia fascista y la Alemania nazi. Crearon un Estado totalitario, que se
mantuvo durante cuarenta años y los herederos de aquellos siguen hoy en el
poder. Ellos dieron el golpe y ellos son culpables. Algunos de los problemas
sociales de aquella época siguen vigentes y los comportamientos de la derecha
siguen siendo parecidos a los de entonces; defienden sus privilegios, por
encima de los intereses de la mayoría.
Ante la realidad que nos espanta, los partidos políticos
tradicionales y las nuevas formaciones surgidas con iguales propósitos,
deberían hacer un esfuerzo para superar contradicciones históricas. No pido
generosidad, sino compromiso por encontrar elementos comunes ideológicos y
abundar en una misma acción contra la derecha antisocial y reaccionaria, que se
mantiene en el poder desde hace demasiado tiempo. Mientras eso ocurre o no, ha
nacido «Somos
Izquierda». Un proyecto horizontal que pretende la unidad de la izquierda
más allá de siglas, partidos y personalismos. El colectivo exige que se lleven
a cabo políticas de izquierda, que devuelvan la dignidad social. No pretenden enfrentamientos
estériles entre quienes defienden las mismas causas, «porque solo nos
perjudican y benefician a la derecha». Por eso se han unido personas de
distintos partidos, organizaciones e independientes, para que la izquierda
recupere el espacio que jamás debió perder.
Para Somos Izquierda (@SomosIZQ en Twitter y somosizquierda
en facebook), hay algo más importante que las siglas de los carnés, del color
de las banderas o del nombre del líder de las formaciones. En su Manifiesto,
entienden que lo importante es «nuestras comunes ideas de izquierdas. Ideas de
amplio espectro como la libertad, la igualdad, la justicia, la solidaridad y el
progreso. Ideas tan hermosas y eternas, por las que nuestros abuelos dieron su
sudor en la lucha política y hasta su sangre en el campo de batalla. Ideas que
no envejecen, porque siempre serán la aspiración de nuestro ideal ciudadano». Que
todos podamos vivir dignamente en igualdad, sin explotadores ni explotados. Se nota la juventud de sus
componentes. Yo recuerdo mis padres, que tambien lucharon en la contienda y a mis abuelos fusilados por Franco en Toledo.
Para Juan Carlos Monedero, ser de izquierdas exige no ser
egoísta. No hacer a los demás lo que no queremos que nos hagan a nosotros.
Diálogo constante entre la felicidad personal con la felicidad del grupo. Tener
coraje para frenar a los abusadores. Buscar un equilibrio entre la libertad
individual y la responsabilidad con el colectivo. Dejar que cada persona sea
libre para tomar sus propias decisiones, enseñar a que cada cual sea
consecuente con sus actos y exigir su responsabilidad. «Y convertir todas estas
intenciones en realidades sociales».
Ser de izquierda es para Frei Betto —desde que la clasificación
izquierda derecha surgió con la Revolución Francesa—, optar por los pobres,
indignarse ante la exclusión social, inconformarse con toda forma de injusticia
o, como decía Bobbio, «considerar una aberración la desigualdad social». Por el
contrario, ser de derechas es tolerar injusticias, considerar los imperativos
del mercado por encima de los derechos humanos, encarar la pobreza como algo incurable,
con la creencia de que existen personas y pueblos intrínsecamente superiores a
los demás inferiores. Bien sabemos que es así.
De estas ideas emanan todas las demás, como «distintas ramas
floridas que embellecen y fortalecen un mismo tronco. El socialismo, el
ecologismo, el comunismo, el anarquismo, el feminismo, el pacifismo, el
igualitarismo, el patriotismo progresista o la doctrina social cristiana son
distintas ideologías, todas igual de respetables y decisivas, que nos llevan a
la defensa de las conquistas sociales, la lucha por una educación y una sanidad
pública, la resistencia frente a los desahucios, la conciencia de género, el
combate contra la austeridad o a la defensa de nuestra soberanía frente a los
poderes financieros transnacionales». Somos Izquierda entiende toda esta
diversidad, como elementos de enriquecimiento que se complementan, «porque por
encima de todo, tenemos bien claro quién es el enemigo: la derecha».
Somos Izquierda reflexiona sobre los resultados de las
recientes elecciones en Grecia, considerando que «ha llegado al fin la
esperanza para todos los que nos consideramos de izquierdas en el mediterráneo».
Syriza, que
es una coalición de más de diez partidos y apoyada por infinidad de plataformas
sociales y agrupaciones ciudadanas, ha demostrado que se le puede ganar la
batalla al enemigo, a pesar de su poderosa maquinaria de poder. «Podemos ganar
también en España si todos los que somos de izquierdas dejamos de enfrentarnos,
cooperamos juntos y fijamos el punto de mira en donde lo tenemos que fijar: la
derrota definitiva de la derecha». Una derecha antisocial, reaccionaria, conservadora
y autoritaria; que hace lo contrario a lo que dice mintiendo en lo que hace,
manteniendo a una «corte financiera siniestra que la sostiene en el poder». La
ciudadanía se muestra harta, ante el desprecio, maltrato y humillación que
sufre por estos dirigentes, que se aferran al poder aprovechándose de la
división, pasividad y desánimo general. «Por eso tienen tanto miedo a nuestro
despertar y a nuestra unión, porque saben que somos más, y que siempre seremos
muchos más».
Somos Izquierda es diversa y multicolor: «Somos rojos como
el sindicalismo y la lucha de clases, verdes como la ecología y la defensa de
la educación pública, morados como el feminismo y la lucha por la república,
amarillos como la conciencia en favor de los derechos humanos y el combate
contra la impunidad, y también blancos, como la apuesta por la sanidad pública
y el derecho a la salud sea cual sea nuestro nivel económico». Esta amplia gama
de colores es precisamente la fortaleza de su idea.
Somos Izquierda, hace un llamamiento a los «Militantes y
simpatizantes de todas las formaciones políticas de izquierdas, miembros de las
plataformas civiles, de las mareas ciudadanas, sindicalistas, integrantes del
mundo de la cultura, personas independientes», para poner en valor todo lo que
une y superar lo que nos separa. «Unámonos todos en un Frente Común y plantémosle
cara de una vez por todas a la derecha, porque sino, nos comerán con todo su
poder».
El pueblo llano, representado en las organizaciones
republicanas, de izquierda y sindicales, fueron capaces de formar un Frente
Popular en 1936, sin perjuicio de dejar a salvo los particulares postulados de
sus doctrinas, comprometiéndose a un plan político común que sirviese de
fundamento a la coalición en la contienda electoral y de norma de Gobierno, que
habrían de desarrollar en el caso de victoria. En el Manifiesto «Declaran ante
la opinión pública las bases y los límites de su coincidencia política» y la ofrecen
a la consideración de las restantes organizaciones republicanas y obreras, por
si estimasen conveniente integrarse en el bloque republicano y de izquierdas,
que habrían de luchar frente a la «reacción» en las elecciones generales a
Cortes. Y ganaron, aunque la conspiración se puso en marcha nada más formarse
el gobierno de Azaña, tras la victoria del Frente Popular. El golpe de estado se dio contra la legitimidad de la República.
Políticamente fue antidemocrático; jurídicamente anticonstitucional;
socialmente conservador y tradicionalista; espiritualmente clerical;
ideológicamente totalitario; económicamente capitalista; militarmente absolutista;
y moralmente inhumano. Hoy harían lo mismo si fuera necesario.
Superado aquello, con la memoria viva sobre lo ocurrido y
reivindicando que se respete la Memoria Histórica y los derechos de las
víctimas, la izquierda debe suavizar enemistades entre sí y encontrar el ideal que
una. No me refiero a pactos de salvación económicos (como los de la Moncloa) o
contra el terrorismo innecesario, que vienen a consolidar y legitimar políticas
antisociales y represivas, contra las libertades y contra los derechos. Me
refiero a acuerdos que fortalezcan la justicia social, la igualdad y la
solidaridad. Hay que pasar la página de rencillas históricas y navegar juntos
hacia la victoria final, bajo el lema universalmente válido: «¡trabajadores del mundo, uníos!»
Somos Izquierda ha nacido con la ilusión y esperanza de que
la izquierda vuelva a gobernar y recuperar la dignidad social que la derecha
nos ha arrebatado. Somos Izquierda pretende
enriquecer el debate y tender puentes entre las distintas fuerzas y
organizaciones de izquierda, en una confluencia de personas y militantes de
base de distintos partidos y organizaciones de izquierda, con el claro
objetivo de dar prioridad «a las causas que nos unen y minimizar las cuestiones
que nos separan, ante el estado de emergencia social al que nos ha sumido la
derecha». La idea merece el triunfo.
Podrá haber alguien que tema utilizar el término «frente
popular», por lo que significó en la historia y prefieran el de «frente unido»
o «frente común»; sin miedo, cualquiera que sea el término, hoy como ayer, la
necesidad, la razón, la dignidad y la justicia social exigen que la desigualdad
desaparezca y éste es un objetivo común, para superar la situación de crisis
social, política e institucional que sufrimos. «El barco de la izquierda
mediterránea ha salido de Grecia y el próximo puerto es España». Porque somos
la ciudadanía mayoritaria que ha adquirido conciencia social, lo tenemos que conseguir.
Víctor Arrogante
En Twitter @caval100