El gobierno ha tomado la decisión de llevar la enseñanza hacia
los momentos más oscuros del nacionalcatolicismo. Soy ateo, por lo que mi razón
y la religión son incompatibles. También la religión es incompatible con la
libertad de pensamiento. A alguno de los lectores, poco les importa lo que yo
sea o deje de ser, pero quiero que quede constancia mi opinión, sobre el tamaño
despropósito de adoctrinamiento del gobierno, siguiendo dictados de la conferencia
episcopal.
Cuando tuve la responsabilidad de educar a mis dos hijas y a
mi hijo, como padre y como presidente de AMPA del colegio, tuve que dar batalla
contra la obligatoriedad de la asignatura de religión y la segregación de niños
y niñas en las aulas. Tanta batalla dimos, que terminé procesado, por haber
llamado «terrorista» (según la querella), «terrorista empresarial» (según mi
defensa), al propietario del colegio concertado. Quería que la religión fuese
asignatura obligatoria (católica por supuesto); amenazando con expulsiones y
despidos a los profesores díscolos contrarios al parecer de la empresa. Lo ganamos.
Todo parecía que había quedado atrás, pero era un espejismo. No se habían ido,
agazapados, minando y preparando el terreno para retornar a la oscuridad del nacionalcatolicismo
símbolo de la derecha reaccionaria que gobierna.
Soy defensor de la separación real y efectiva de la iglesia con
el Estado; que no haya vínculo alguno con ninguna religión, menos con la que
históricamente tanto daño ha hecho. Según la Constitución «Ninguna confesión
tendrá carácter estatal» (art. 16.3). No es decente que se obligue a nadie a
asumir el creacionismo. Es una capillada
ideológica y un insulto a la inteligencia. Quieren seguir catequizando y
adoctrinando sobre la identidad del catolicismo y su ideario: dejad que los
niños se acerquen...
A partir de ahora, los estudiantes deberán «conocer y
aceptar, los momentos históricos de conflicto entre la ciencia y la fe,
sabiendo dar razones justificadas de la actuación de la iglesia». Tendrán que
aceptar y justificar las aberraciones cometidas por la iglesia católica en sus
enfrentamientos con la ciencia, «condenas a
científicos y crímenes de la Inquisición». Facua-Consumidores en Acción, considera
«inaudito» que el ministro Wert, que aprueba estos requisitos, fuese quien eliminó
la asignatura de Educación para la Ciudadanía, argumentando que incurría en «adoctrinamiento
ideológico» y provocaba «seria división en la sociedad». Pura demagogia para
gustar a sus amistades ideológicas.
En 2006, las Cortes aprobaron el RDL 1631, por el que se aprobaba la asignatura «Educación
para la Ciudadanía», que venía a dar cumplimiento a la Recomendación (2002)12
del Comité de Ministros a los Estados miembros, del Consejo de Europa: «La
educación para la ciudadanía democrática es esencial para promover una sociedad
libre, tolerante y justa, además de contribuir a la defensa de los valores y
los principios de libertad, pluralismo, derechos humanos y Estado de Derecho,
que constituyen los fundamentos de la democracia». Es lo más cerca que hemos
estado del laicismo en la educación. Ahora hay que creer en dios, porque a
ellos se les pone en la «coronilla».
El gobierno se salta a la torera los preceptos de la
Constitución, con la coraza de la mayoría absoluta, despreciando a la
ciudadanía en general y en especial a quienes tenemos la «razón» y la inteligencia
por bandera. La publicación del currículo de la asignatura de religión católica
de primaria, secundaria y bachillerato, en el BOE del pasado día 24 de febrero,
es la ejecución pública el laicismo constitucional.
Estos son otros de los despropósitos que aparecen como
oficiales en el boletín del gobierno: «El ser humano pretende apropiarse del
don de dios prescindiendo de él. En esto consiste el pecado. Este rechazo de dios
tiene como consecuencia en el ser humano la imposibilidad de ser feliz». Lo hemos
leído en el BOE y nuestros hijos y nietos lo tendrán que estudiar al ser letra de
ley (resoluciones 1849 y 1850 de la Dirección General de Evaluación y Cooperación
Territorial del Ministerio de Educación). El alumnado debe asumir y «comprender
el origen divino del cosmos» y que éste «no proviene del caos o el azar». No
dicen verdad: el cosmos no viene del caos, porque el caos viene del gobierno,
que está llevando a la ciudadanía a la más miserable de las existencias, con
religión católica incorporada y en guerra contra el Islam.
El currículo de religión, plantea diferentes objetivos a alcanzar por el alumno, mediante las
siguientes preguntas: «Expresa con palabras propias el asombro por lo que dios
hace; Enumera los cuidados que recibes como don de dios; Memoriza y reproduce
fórmulas sencillas de petición y agradecimiento; Asocia las características de
la familia de la iglesia con las de tu propia familia; Expresa la gratitud a
dios por su amistad; Relaciona la unidad de la Iglesia con la unidad de los
órganos de tu cuerpo; Recopila y pon en común con tus compañeros oraciones que
la comunidad cristiana utiliza cotidianamente; Localiza y justifica tres
acontecimientos de la historia en los que la iglesia ha defendido la verdad del
ser humano; Reconoce con asombro el origen divino del cosmos y distingue que no
proviene del caos o el azar; Identifica la influencia de la iglesia en la
organización social y la vida laboral; Comprende y respeta el significado
bíblico de la afirmación ‘hombre y mujer los creó»
Conociéndome, dirán ustedes: ¿Qué va usted a decir? Pues
tienen razón, que voy a decir, sino ratificar
lo que tantas veces he dicho y espero seguir diciendo hasta el final: soy ateo,
no creo en ningún ser sobrehumano, ni sobrenatural, que controle los destinos
de los seres vivos y muertos aquí en la Tierra, ni fuera de ella; que imparta
castigo y justicia divina, ni nada por el estilo. En otras palabras, no creo en
dios, ni en sus actos, ni en sus obras, ni en su historia, ni en su hijo, ni en
su madre, ni en todos los santos, ni en lo que creen los que creen, ni en
ninguna paloma santa; ni admito la probabilidad de la existencia de una fuerza
o energía, espíritu vital o luz omnipotente. Incluso he dejado de creer en
alguna de las humanidades. Y de la iglesia católica no creo nada: por sus
pompas y sus obras; por lo que representa, por lo que dicen, por lo que hacen,
por cómo lo hacen, por lo que dicen que hacen, por lo que no dicen y hacen.
En Elogio del ateismo dije que el ateismo es un valor de
referencia en la organización de mi vida personal, familiar, social y política;
y que para encontrar la armonía con el pensamiento, es vital la consecución de
un Estado laico, en la defensa de los derechos civiles y libertades ciudadanas.
El ateismo defiende la libertad de pensamiento y expresión y la neutralidad
religiosa del Estado en todos los ámbitos, especialmente en la enseñanza. «Soy
ateo porque es la base para un humanismo alejado de dogmas y opresiones. Entre
la fe en un dios imposible, escojo a la humanidad imperfecta, libre de
historias sagradas, religiones y sectas dominadoras. La caracteriza del ateismo
es la defensa del laicismo, al que el gobierno ha ejecutado.
No podemos dejar en manos de esta gente la educación de la
infancia ni de nadie. Han demostrado en la historia cuales son sus valores.
Fueron jueces y verdugos en la Inquisición y cómplices con los crímenes del
franquismo; protectores de maltratadores machistas; y siguen ocultando a sus
curas pederastas, que surgen como gusanos en la podredumbre. Siempre al lado
del poder político y contra los débiles y humildes, para someterlos aquí en la
Tierra, porque el cielo que prometen no existe. Esta organización religiosa no obtendría
el perdón del dios al que dicen representar. Nos quieren mansos y desbravados
de ideas revolucionarias. Los ateos somos laicos por demócratas, anticlericales
por sus obras, seculares y agresivos por defender la libertad y la razón.
Lo expliqué en La puta de Babilonia en Alcalá. La Inquisición se fundó en
1478 por los Reyes Católicos, para mantener la ortodoxia católica en
sus reinos y no se abolió hasta 1834. Estuvo siempre bajo el control de la
monarquía, por la salvación de las almas y por la codicia de la riqueza. Se
creó para: establecer la unidad religiosa; debilitar la oposición política y
conseguir financiación para sus proyectos. Estableció una férrea organización
para perseguir y expulsar a los judíos, reprimir el protestantismo, la censura;
luchar contra los moriscos, la superstición, la brujería y la homosexualidad (salvo
si eran de casa). Poco han cambiado ni en su fe ni en sus modos ni en sus obras.
Hay que ver la cara de algunos de los «príncipes» de esta
organización, para huir de ellos, ¡como para dejar a nuestros hijos y nietos a
su cuidado! La satanífica de Rouco; la beatífica de Cañizares, «dejando ver su
deleite por la belleza de los querubines»; la de Reig Pla, de reaccionario,
sectario y odio. Por sus caras conocemos por qué la iglesia avaló la represión
franquista bajo palio. Esta organización, que tiene en su mano la enseñanza primaria,
secundaria y bachillerato, se entromete en los asuntos públicos, en los
derechos de las mujeres, en el pensamiento de unos y en las libertades de
todos.
Soy ateo como expresión del reconocimiento a la razón y a la
libertad de conciencia. La religión no puede convertirse en creencia probada y
verdad inamovible, como pretende el gobierno. La fe religiosa, es a fin de
cuentas, el acto de dejar de razonar. El Sistema educativo, debe pretender
precisamente lo contrario. Como el Sistema está sustentado por todos, a todos
debe servir y no ser sectario como lo han convertido.
La oposición democrática, tiene que presentar un recurso de
inconstitucionalidad contra el currículo de la asignatura obligatoria de
religión. Hay que boicotear la religión, como piden las asociaciones de padres de alumnos de Catalunya; que ninguna
simbología religiosa tenga presencia institucional en los centros escolares; que
con dinero público no se financie el adoctrinamiento religioso. Definitivamente
hay que derogar los Acuerdos con la Santa Sede de 1979, que
permiten que los gobiernos de turno, aprueben atropellos fundamentalistas, que
atentan contra la libertad ideológica, religiosa y de culto; así como contra el
derecho a la libre expresión y al desarrollo de la personalidad.
El gobierno ha dado un paso más hacia la división de la
sociedad española, al ejecutar públicamente al laicismo. No tienen hogueras
para quemar ateos, pero queman todo lo que tocan. El nacionalcatolicismo, resucitado
al tercer año «triunfal» del gobierno Rajoy, se ha hecho carne y la desvergüenza
habita en los miembros del gobierno radical, neoliberal, católico opusdeiano franquista y reaccionario,
que nos lleva, no por el camino de la salvación, sino por el de la miseria total.
Víctor Arrogante
En Twitter @caval100