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Felipe González y Flick

Las acusaciones contra Podemos en el sentido de haberse financiado con dinero procedente del extranjero han sido constantes y siguen siendo habituales, sobre todo por parte de destacados miembros del PP, de sus medios afines y de sus medios incondicionales. Desde el PSOE se actúa con prudencia, con el altavoz en volumen mínimo, quizás sea debido a que sus miembros sabe bien lo que es estar inmerso en asuntos relacionados con financiación recibida de otros países, por si no lo saben, o lo han olvidado, yo se lo recuerdo.

El 30 de septiembre de 1984, los juristas del partido socialdemócrata alemán celebraban una reunión informal en el hotel Rathaus de Hannover. Durante el acto, uno de los contertulios, el diputado del SPD, Peter Struck, hacía un inocente comentario indicando que una buena parte del dinero entregado por el consorcio Flick al partido socialdemócrata, había sido desviado hacia España para financiar las actividades del PSOE, partido que desde 1982 gobernaba en España con mayoría absoluta.

Flick, una de las más importantes multinacionales alemanas que en tiempos pasados financió al partido nazi, había originado meses antes una enorme polémica en Alemania Occidental, por supuestos sobornos a politicos, asunto que había obligado a dimitir al presidente del Parlamento alemán y al ministro de Hacienda.
Friedrich Flick, en el Tribunal de Nuremberg que procesó a los criminales de guerra nazis.

La conexión española del affaire Flick iba a despertar en España igual cúmulo de pasiones. Dio origen a una tímida comisión de investigación pero, como era de esperar, no provocó ninguna dimisión. El detonante iba a ser la publicación de las palabras del diputado socialdemócrata Peter Struck por el periódico germano Frankfurter Rundschau. Aparte de la crónica del periodico alemán, otro hecho precipitó los acontecimientos: la declaración del ex gerente del consorcio Flick, Guenter Max Paefgen, ante una comisión parlamentaria de la RFA, asegurando que su empresa había canalizado importantes sumas de dinero hacia España y Portugal hasta 1982, para favorecer el socialismo democrático en ambos países. Este dinero, según Paefgen, había ido a parar al PSOE, por medio de la fundación socialdemócrata Frederik Ebert.

La publicación de estos datos provocó la crisis más grave que se había conocido hasta entonces en el seno del PSOE y en el Gobierno desde la llegada de Felipe Gonzalez a la Moncloa. El presidente se vio forzado a acudir "voluntariamente" al Parlamento para dar explicaciones públicas sobre el comportamiento de su partido.

En una sesión tensa, cargada de nerviosismo, el 14 de noviembre de 1984, Felipe Gonzalez dijo: "Ni de la Fundación Ebert, ni del consorcio Flick, ni del Partido Socialdemócrata Alemán he recibido ni un marco, ni un duro ni una peseta". Pero el fiscal general de la República Federal de Alemania, Andreas Schutz, vino, años después, a enmendarle la papeleta. Después de pasarse seis años investigando, la Fiscalía de la RFA hacía públicas, a finales de mayo de 1990, sus investigaciones sobre el Escándalo Flick.

Se demostró que entre 1978 y 1985 se utilizaron 22 millones de marcos (al cambio 1.400 millones de pesetas) de la fundación alemana Frederik Ebert, para financiar al PSOE y al Partido Socialista Portugués. El dinero viajó a España a través de una cuenta abierta en un banco de Zurich (Suiza), desde el Instituto para Encuentros Internacionales, y otra cuenta en Tel Aviv (Israel), de la fundación hebrea Fritz Naphtali, que actuaron como tapaderas para sacar el dinero de Alemania.

Los datos de la Fiscalía de Bonn eran sólidos y estaban respaldados por seis años de duros trabajos y centenares de declaraciones de los propios interesados. La investigación de la Fiscalía General de la RFA contradice radicalmente las palabras de Felipe González, en el pleno del Congreso de los Diputados del 14 de diciembre de 1984, donde, de forma rotunda y categórica, había afirmado: "Que quede claro: ni yo ni mi partido hemos recibido dinero ni de Flick ni de Flock. Y esa es una afirmación que nunca me veré obligado a rectificar"

La Comisión del Congreso actuó como era previsible y "absolvió" en 1985 a Felipe González con 263 votos favorables, siete en contra, ocho abstenciones y uno nulo, esgrimiendo  la conclusión de que "No existe prueba alguna de que Felipe González o el PSOE hayan recibido dinero de Flick". Una vez cerrado el tema, Santiago Carrillo, en representación del Grupo Mixto, tras reconocer que el honor del presidente del Gobierno había quedado a salvo, recordó que Struck seguía sin rectificar en Alemania Occidental. Al citar antecedentes de los hechos, hizo mención al pasado nazi de Friedrich Karl Flick, propietario del consorcio, que fue condenado a ocho años de cárcel en el juicio de Nuremberg, y de esta premisa justificó que el consorcio tuviera interés en que la situación política española no derivase hacia el comunismo.

José María Ruiz Gallardón, expuso la necesidad de que el presidente del Gobierno español se querellase por calumnias e injurias contra Struck. Los socialistas, por boca de su portavoz, Eduardo Martín Toval, entendieron que González ya ha recibido la debida satisfacción, puesto que se había producido la rectificación pública. Lo cierto es que meses antes, en noviembre de 1984, a petición del presidente del Gobierno, Felipe González, el Fiscal General del Estado abrió diligencias para la presentación, en su caso, de una querella criminal contra Peter Struck por las informaciones publicadas sobre el caso Flick y el PSOE. Diligencias que fueron archivadas por falta de indicios delictivos, decisión de archivo que fue adoptada por la Junta de Fiscales de Sala del Tribunal Supremo el 25 de abril y comunicada al Gobierno en un documento de dos folios, archivo por falta de indicios delictivos que se producía a pesar de reconocerse en el auto que era verdad que en el periódico Frankfurter Rundschau apareció una información, firmada por el periodista Eckart Spoo, que atribuía al diputado del SPD Peter Struck la afirmación, en una reunión de juristas de su partido, de que el SPD hizo llegar a Felipe González, a través de Wischnewski, dinero del consorcio Flick para la financiación de la campaña electoral del PSOE. Tenían al autor de la pretendida difamación y tenían al mensajero, pero mejor dejarlo como está pensarían fiscales y sobre todo González. Lo que no sabían es que la Fiscalia de la RFA ya estaba investigando.

Tras el informe de la Fiscalía de la RFA, Felipe González tal vez pensó que rectificar y reconocer públicamente que su partido había estado metido en asuntos no demasiado limpios, probablemente, no fuese cosa de sabios. Por otro lado, inexplicablemente, la noticia de la resolución de la fiscalia alemana tuvo en los medios españoles escasa o nula repercusión,

Cuando el dinero llegaba al PSOE las leyes españolas permitían a los partido políticos recibir donaciones extranjeras, por tanto el dinero recibido desde Alemania era completamente legal, puede que no así su origen, aunque tanto para el donante como para el receptor, por motivos obvios, era muy conveniente que todo se llevase a cabo opacamente. Nadie en España investigó la contabilidad del PSOE, puede que la donación fuese legal, lo que nunca sabremos es el destino del dinero. Si todo era legal, si todo estaba bien, ¿por que negar haber recibido el dinero alemán?, más aún corriendo el grave riesgo de ser más tarde puestos en evidencia, tal y como finalmente hizo la Fiscalía alemana. Desde luego no resultaba nada ético para el PSOE reconocer que había recibido financiación por parte de un multimillonario ultraderechista alemán.

El problema es que la legalidad del origen de los fondos entregados al PSOE brillaba por su ausencia. En 1990 la prensa alemana volvió a la carga. El semanario Der Spiegel efectúa una investigación sobre el asunto Flick y formula cargos muy concretos contra el PSOE y el PSD, acusando a éste último de estar detrás de la financiación al PSOE, financiación destinada en gran parte a cubrir su propio tráfico de dinero negro. En esta ocasión el PSOE volvió a enrocarse y la portavocia oficial del partido manifestó que para ellos el caso estaba cerrado y que no tenían intención de responder a las acusaciones del semanario alemán. El PSOE calló ante acusaciones tan graves, y en España al menos: "El que calla otorga".

El PSOE y González salieron airosos de este su primer caso relacionado con la corrupción. Si las conclusiones del informe de la fiscalia alemana se hubieran tenido en cuenta y se hubiera retomado el caso en el Parlamento español quizás, solo quizás, no se hubieran producido todos los asuntos turbios que protagonizo el PSOE con posterioridad bajo la presidencia de Felipe González:

Casos: Fondos Reservados, Filesa, Malesa, Time Export, Ave, Seat, Osakidetza, Cesid, Menguele, Guerra, Urralburu, Cementerio de Madrid, Salanueva, Expo-92, Roldán, Palomino, GAL, Petromocho, PSV,... y más. 

Con este equipaje conocido y con el que lleva en el doble fondo de su maleta política, González aconseja, alecciona y marca a sus herederos el camino a seguir, impidiendo que el PSOE sea el PSOE, después de haberlo convertido en un partido accidentalista y promonárquico en el que sus militantes han visto pisoteada hasta la laminación esa lucha de clases que motivó su creación:
“El Partido Socialista es la entera emancipación de la clase trabajadora: es decir, la abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores libres e iguales, honrados e inteligentes.” 
Pablo Iglesias Posse
Felipe González puso los cimientos para que el PSOE se convirtiera en lo que es hoy, tirando a la papelera el guión de Pablo Iglesias, un partido politico en busca de autor, sin identidad concisa y en manos de una dirección interesada, y que al igual que los siete personajes en busca de autor de Pirandello corre el riesgo de acabar trágicamente.

Benito Sacaluga

Fuente consultadas: El Dinero del Poder. José Diaz Herrera y Ramón Tijeras. Cambio 16 (ISBN: 84-7679-190-9) y Hemerotecas.

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