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Los miserables

Primero les hicieron creer que era posible ser dueños de su destino, con su trabajo, con su propia casa, su computadora con acceso a internet, el utilitario en el garaje y en algunos casos el apartamento en la playa, ellos lo creyeron. Tenían un trabajo más o menos estable y España iba bien, al menos eso les hicieron creer. 

En realidad estaba tejiendo una tela de araña, y la araña era más venenosa que la más venenosa de las tarántulas.

Los miserables, los sinvergüenzas y especuladores, cuando vieron que los tenían presos como indefensas moscas en la tela de araña, los tiraron del trabajo, para quedarse con su casa, con su computadora, su utilitario y si tenían apartamento en la playa, también se lo quedaron. Les robaron todo, los dejaron en la calle.

Y cuando ya no tenían que robarles, recobraron el espíritu de un siniestro personaje, y decidieron que la calle a la que les habían echado aquellos miserables, les pertenecía, también se la querían robar y prohibir pisarla, dormir bajo las estrellas o en los cajeros automáticos.

La mafia criminal que les había robado el presente y el futuro se dieron cuenta que ya no necesitaban a aquellas personas que no podían contribuir a las arcas del Estado, ni al sostenimiento de las clases parasitarias, porque ya no tenían nada, y entonces la mafia, los sinvergüenzas y miserables ladrones que habían robado todo, criminalizaron a los pobres, a las víctimas y les llamaron mafia organizada.

Y quienes todavía contribuían con sus ingresos al mantenimiento de las clases parasitarias, de los sinvergüenzas y ladrones, también lo creyeron, sin pensar, que tal vez, pronto ellos serían quienes podrían llegar a caer en la telaraña, pero entonces cuando les robasen la casa, el utilitario, el computador con acceso a internet, el celular de última generación de la manzana mordida y el apartamento en la playa, tampoco tendrían las calles, porque hasta las calles serían propiedad privada.

Pero los miserables, no hablo ahora de la mafia criminal, sino quienes miran para otro lado y lo permiten, para quienes cuando lleguen las próximas elecciones y voten a ladrones, y voten a la mafia, serán tan miserables que se olvidarán que los próximos pueden ser ellos. Pero para entonces ya nadie habrá que alce la voz por ellos, porque ellos son los miserables.

En la imagen superior: Niños mendigos (Rafael Serrano Muñoz)

Paco Arenas

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