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El Partido Reformista o el accidentalismo en España

El Partido Republicano Reformista nació en abril de 1912 en un banquete y homenaje a Melquíades Álvarez, la figura fundamental de nueva formación política. En ese acto el político asturiano pronunció un discurso donde expuso que lo que pretendía era reorganizar a los republicanos históricos que coincidían con él y con Gumersindo de Azcárate, y que la formación tendría vocación de gobierno y sería reformista. 

Al año siguiente, Álvarez dio un importante discurso político en el madrileño Hotel Palace, en el que defendió la necesidad de que se emprendiese una profunda reforma constitucional para democratizar el sistema político. En esos momentos ya era evidente la crisis del turnismo entre los dos partidos dinásticos, el conservador y el liberal, formaciones que, además estaban profundamente divididas en facciones que seguían a distintos líderes. 






Los intentos de regenerar el sistema desde dentro habían demostrado su fracaso, tanto en su faceta conservadora de la mano de Antonio Maura como de la más liberal y ambiciosa de José Canalejas. Por otra parte, el sistema caciquil electoral estaba haciendo ya aguas, especialmente en el ámbito urbano donde el republicanismo comenzaba a tener peso electoral o en Cataluña donde el nacionalismo moderado se había hecho con la hegemonía electoral.


Como hemos señalado, el nuevo partido político nació como una formación con vocación ideológica democrática, laica y gradualista. Agrupaba a republicanos que no estaban adscritos a ningún partido concreto, profesionales liberales, muchos de ellos ligados a la Institución Libre de Enseñanza y al krausismo. Las ideas del reformismo se manifestaron en la revista España. En 1913 se publicó el “Prospecto de la Liga de la Educación Política de España”, manifiesto impulsado entre otros por Ortega y Gasset y Azaña, a favor de crear una élite que fomentase el avance del verdadero liberalismo y la democracia. Era, en realidad, un texto que apoyaba el programa del Partido Reformista. El propio Manuel Azaña se afilió a la nueva formación, que tuvo en sus filas a lo más nutrido de la intelectualidad española de la segunda década del siglo XX.

En el verano de 1913, los reformistas se entrevistaron con el rey y formularon una propuesta para llegar a algún tipo de colaboración de tipo gubernamental. Los reformistas consideraron que las formas de gobierno eran accidentales, y que lo importante era el programa político basado en el progreso, la defensa de la libertad y de la democracia, por lo que no hicieron de la defensa del republicanismo una causa innegociable. Pero no se llegó a ningún acuerdo con el monarca.

Los reformistas lograron sacar algunos escaños en el Congreso y en el Senado en las elecciones de 1914. Melquiades Álvarez salió elegido. El partido tuvo una destacada presencia en Asturias en el ámbito municipal.

En el debate sobre la Primera Guerra Mundial el reformismo abrazó la causa aliada. Melquiades Álvarez y Gumersindo de Azcárate pertenecieron a la Liga Antigermanófila.

Después del fracaso de la Asamblea de Parlamentarios del año 1917, los reformistas se movilizaron para lograr un cambio constitucional en España. Pusieron al día su programa. Los reformistas esperaban ser llamados para entrar en un gobierno que convocase Cortes Constituyentes para reformar la Constitución de 1876. El programa defendía la soberanía nacional frente a la compartida del texto constitucional en vigor, la reducción de los poderes de la Corona, la reforma del Senado, un amplio reconocimiento de derechos y libertades, y mayor autonomía municipal y de las regiones. Pero el monarca optó por continuar con la ya desgastada fórmula del turnismo y alternancia entre los partidos dinásticos. Este fracaso moderó mucho a Melquíades Álvarez, que decidió acercarse a los liberales. Así pues, un reformista, José Manuel Pedregal, entraría en el gobierno de concentración liberal de García Prieto de 1922.

Melquíades Álvarez alcanzó la presidencia del Congreso de Diputados tras las elecciones generales de abril de 1923. Cuando Primo de Rivera dio el golpe de 1923, que inauguró su régimen político dictatorial, Álvarez acudió al monarca para recordarle su mandato constitucional pero, como es bien sabido, su actuación no tuvo ningún éxito, ya que el rey optó por unir su destino al del dictador. La Dictadura y la salida de las principales figuras del partido, obligaron a Melquiades Álvarez a disolverlo en 1924. Estaba claro que parecía imposible alcanzar la democracia en el seno de la Monarquía, como expresó Manuel Azaña, que abandonó el partido.

El reformismo pretendió ofrecer una solución democratizadora al sistema de la Restauración, que no cuajó porque las fuerzas que sostenían dicho sistema nunca permitieron que eso ocurriera. Pero, además, tampoco fue nunca una fuerza política con mucha base social, aunque sí de intenso prestigio intelectual.

Proclamada la República, Melquíades Álvarez fundó el Partido Republicano Liberal-Demócrata. Salió elegido diputado en 1931 y 1933. En el año 1935 apoyó a Gil Robles. Al llegar la guerra civil muchos de sus miembros giraron hacia la derecha. Melquiades Álvarez fue asesinado en Madrid el día 22 de agosto de 1936 en el asalto a la Cárcel Modelo.

Eduardo Montagut
Twitter: @Montagut5


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