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Militares para el panteón de la izquierda española

batalla de Cartagena de Indias

En la izquierda española siempre hemos tenido muchos recelos con respecto a los militares. Los motivos sin duda son obvios, ya que por desgracia las últimas guerras que ha librado nuestro ejército (que son los acontecimientos que sin duda potencian el nacionalismo en la ciudadanía de un país) solamente las ha ganado cuando las ha librado contra el propio pueblo español, dando lugar a terribles matanzas civiles y a férreas dictaduras arcaicas.

Sin embargo, si buceamos a lo largo de nuestra historia, nos encontramos también con muchos otros militares que fueron auténticos héroes en la lucha contra imperios coloniales, monarcas absolutistas y regímenes dictatoriales. A diferencia de secuaces sanguinarios, mediocres y reaccionarios como Franco, estos otros guerreros españoles si que constituyeron todo un ejemplo de nobleza, sacrificio y patriotismo, y por ello, considero que pueden ser perfectamente asumidos por la izquierda como ilustres personajes de nuestra historia e incorporados así a nuestro particular panteón progresista. En este artículo os hablaré brevemente de los tres que a mi juicio realizaron las hazañas más épicas: Blas de Lezo (siglo XVIII), Rafael de Riego (siglo XIX) y Vicente Rojo (siglo XX).







Blas de Lezo, nacido en el pueblo guipuzcoano de Pasajes y conocido popularmente como “Mediohombre”, fue almirante de la Armada española en el convulso siglo XVIII. Se educó en un colegio militar francés, lo que le llevó a entrar en contacto con el pensamiento, la estrategia militar y la tecnología de este país, más avanzado que España en esa época. Blas de Lezo combatió en la Guerra de sucesión española, en el Mediterráneo y en el Caribe, perdiendo un ojo, un brazo y una pierna (de ahí su apodo), pero alcanzando el grado de teniente general de la Armada. Años más tarde fue enviado a América para reforzar las posiciones españolas de ultramar, amenazadas debido a la progresiva debilidad de la potencia hispánica. En 1741 los ingleses finalmente decidieron declarar la guerra a España (bajo la excusa del conocido como “incidente de la oreja de Jenkins”) para tratar de apoderarse de la América hispánica. El almirante Vermon puso cerco a Cartagena de Indias con una descomunal flota con 23.000 combatientes. Blas de Lezo solamente contaba con 3000 efectivos, entre soldados españoles, milicianos criollos y arqueros indios, pero su destreza militar adquirida en más de veinte batallas a lo largo de su vida, le permitieron resistir contra pronóstico, ganando la batalla finalmente y expulsando a los ingleses de Sudamérica. Murió en Cartagena de Indias al contraer la peste solo un año después de su victoria. Menos de un siglo más tarde, los criollos latinoamericanos (muchos de ellos educados en Europa) se independizaron de España, pero sin la victoria del pequeño grupo de “Mediohombre”, tal vez no hubiese podido existir un movimiento ilustrado y liberal latinoamericano que diese lugar a dichos movimientos emancipatorios y republicanos.

Por su parte, Rafael de Riego, natural de Asturias, fue un militar y político liberal decimonónico. Realizó estudios jurídicos en la Universidad de Oviedo, y una vez empezada la Guerra de 1808 participó en varias de las batallas, jurando la Constitución de Cádiz. Una vez Fernando VII impuso de nuevo el absolutismo en 1814, Riego se acercó a la masonería y conspiró con otros liberales para restaurar “la Pepa”. En 1820 le llegó su oportunidad. Estando al mando de unas tropas en Sevilla que esperaban para partir a América a luchar contra los independentistas, Riego se sublevó con dichos efectivos y proclamó de nuevo la Constitución de Cádiz. Muchas unidades del Ejército se le fueron uniendo en los días siguientes, entrando finalmente en Madrid y obligando a Fernando VII a volver a jurar la Constitución, dando así inicio al Trienio Liberal. Durante estos tres años tuvo una gran influencia política, llegando a ser elegido diputado debido a su prestigio como figura heroica. Formaba parte de los liberales radicales (que tendían al republicanismo), lo que le costó la enemistad de los liberales moderados. Finalmente, en 1823 tropas de la Santa Alianza (los “Cien mil hijos de San Luis”) entraron en España para restaurar el poder absolutista de Fernando VII. El coronel Riego trató de organizar la resistencia de los liberales en Andalucía, pero finalmente fue derrotado en Jaén por las superiores fuerzas de la Santa Alianza. Fue hecho prisionero, ahorcado y decapitado por orden de Fernando VII, convirtiéndose desde entonces en un mártir del progresismo y del republicanismo español. Tanto es así, que el himno que lleva su nombre fue instaurado un siglo después como himno oficial de España durante el régimen democrático de la II República.

Finalmente, Vicente Rojo fue un militar republicano condecorado durante la Guerra civil española. Nacido en Valencia, ingresó en el ejército casi por accidente, al ser huérfano de militar y no tener otra opción, pero acabó siendo uno de los estrategas de la guerra más reconocidos de la historia de España. Participó en las campañas coloniales en el norte de África, y ya en tiempos de la República, ingresó en la Escuela superior de guerra de Madrid. Ascendido a comandante en febrero de 1936, se mantuvo leal al gobierno democrático republicano tras la sublevación militar franquista. Fue el encargado de reorganizar el erosionado ejército republicano tras la traición de los sublevados, y en noviembre de 1936, organizó la defensa de la asediada ciudad de Madrid, contribuyendo decisivamente a la heroica resistencia del pueblo madrileño republicano frente a las tropas franquistas. Ascendido a Jefe del Estado Mayor del Ejército Popular, fue el cerebro organizador de las contraofensivas republicanas en Brunete, Teruel y en el Ebro. Todas estas acciones militares, pese a las limitaciones técnicas, a la difícil coordinación de milicias populares y tropas regulares, y a la superioridad del enemigo, permitieron que la República resistiese hasta 1939, manteniendo viva la llama de la democracia en España. Por ello, fue condecorado con la Placa Laureada de Madrid (la máxima condecoración militar de la España republicana). Una vez perdida la guerra para la República, el General Rojo tuvo que exiliarse en Francia también para no ser fusilado por Franco. En los posteriores años de su vida residió en Bolivia donde publicó diversos libros de estrategia militar y trabajó como asesor del ejército boliviano. Regresó a España en los años 60, creyendo que su condición de católico le permitiría ser amnistiado, pero un tribunal franquista le condenó a cadena perpetua e inhabilitación (aunque la cadena se la acabaron conmutando), y pasó los últimos años de su vida escribiendo sus memorias, viviendo muy humildemente, espiado por la policía y muriendo al poco tiempo en Madrid. Se dice que Franco jamás le perdonó la humillante derrota que le infligió el republicano en la batalla de Madrid teniendo sobre el papel todo en contra.

En resumen, nos encontramos con tres personajes que pusieron sus aptitudes en el milenario arte de la guerra al servicio de nobles causas. El almirante Blas de Lezo, tuerto, manco y cojo, logró contener al despiadado imperialismo británico y salvar así al germen de lo que en el futuro conoceríamos como Latinoamérica. Casi un siglo después, Rafael de Riego se levantó contra la monarquía absolutista de un rey traidor, dando lugar al primer régimen liberal de nuestra historia. Por último, Vicente Rojo puso todos sus conocimientos estratégicos al servicio del gobierno legítimo de la II República, logrando la heroica defensa de Madrid frente a la poderosa ofensiva franquista-nazi-fascista, y permitiendo así que la democracia republicana en guerra sobreviviese durante tres años contra todo pronóstico. Como observamos, además de crear a militares casposos y reaccionarios, nuestras fuerzas armadas también dieron lugar a personajes fascinantes que podemos considerar como auténticos héroes de nuestra historia. Por ello, su legado debe servirnos en la actualidad a las personas de izquierdas para relativizar nuestra escéptica posición con respecto a la defensa, y apoyar a los militares progresistas que (aunque sean minoritarios) hoy en día siguen luchando contra viento y marea dentro del ejército por crear unas fuerzas armadas más modernas, justas e igualitarias que contribuyan al advenimiento de una España republicana, laica y soberana.

Miguel Candelas, politólogo. Autor del libro "Cómo gritar Viva España desde la izquierda". Twitter: @MikiCandelas

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