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Tablas en la primera partida del nuevo ajedrez español

Tablas en la primera partida del nuevo ajedrez español
Desde hace cuatro años, la agudización de la crisis económica, la repolitización de la sociedad española y el consiguente cuestionamiento del sistema político imperante en nuestro país ha ido paulatinamente anunciando el fin del bipartidismo institucionalizado y el inicio de una nueva era política en España. Sin embargo, faltaba la confirmación definitiva, y ésta se ha producido finalmente en las anheladas elecciones generales de ayer, que arrojaron una estrepitosa caída del bipartidismo sin precedentes en la democracia española y la irrupción en el parlamento de dos poderosas fuerzas políticas de cambio a nivel nacional. No obstante, si atendemos a una lectura más minuciosa de los resultados, comprobamos que dicha pretendida “batalla decisiva” finalmente se ha transformado en tan solo la primera partida de un complejo campeonato de ajedrez que se prevé largo y emocionante, ya que como voy a analizar en las líneas siguientes, este primer asalto electoral ha terminado acabando en tablas, ya que nadie ha podido vencer con claridad a sus oponentes, y de alguna manera, todos los contendientes en lid (tanto viejos como nuevos partidos) se han dejado algo en el camino y no han podido alcanzar completamente sus objetivos.





La victoria por la mínima del PP, aunque a efectos teóricos sirva para colorear la mayor parte de las provincias españolas de azul, en la práctica de poco o nada le ha servido a la formación derechista. El presidente Mariano Rajoy ha logrado resistir como primera fuerza política con más de un 28% de los votos, pero sus 123 diputados le dejan a años luz de la mayoría absoluta. Su esperanza inicial era contar con la ayuda de la emergente Ciudadanos, cuyos diputados podrían completar la mayoría absoluta de 176 parlamentarios que garantizase un gobierno del centro-derecha, pero el (contra todo pronóstico) pobre resultado de la formación naranja, deja al PP sin dicha ansiada mayoría, y sin más apoyos con los que poder garantizar la investidura de su candidato. Por lo tanto, una victoria pírrica que confirma su pavoroso desgaste tras cuatro años de gobierno conservador repleto de casos de corrupción, recortes en derechos sociales y medidas autoritarias contra las libertades ciudadanas.

No obstante, si el PP ha recibido un durísimo correctivo electoral, sin duda aún peor ha sido el resultado del PSOE. Los socialistas, bajo el liderazgo “cosmético” de Pedro Sánchez, esperaban volver al gobierno de la nación ante el desgaste de su tradicional adversario político, pero la irrupción de Podemos ha aniquilado todas sus esperanzas, demostrando que el marketing de cuño estadounidense puede resultar a priori muy “fashion”, pero en ningún caso puede hacer milagros cuando detrás del barniz publicitario no hay más que humo. En cualquier caso, la “dulce derrota” de los socialistas, que han obtenido un 22% de los votos y 90 diputados (superando con ello “in extremis” a la formación morada), se ve mitigada porque en la práctica, su condición de “primer partido de la oposición” tampoco les va a servir de mucho, al ser prácticamente imposible la investidura de Pedro Sánchez. Y es que si quiere ser presidente, el líder socialista tendría que articular una complejísima coalición de al menos cinco partidos, poniendo de acuerdo a formaciones tan diferentes como las izquierdistas Podemos e Izquierda Unida y las independentistas ERCy Bildu, y en el hipotético caso de que lograra tal improbable hazaña (para la cual además necesitaría alguna que otra abstención), ello provocaría un auténtico terremoto político en el seno del PSOE y la sublevación de los poderosos barones centralistas de Extremadura, Andalucía y Castilla La Mancha (los graneros de votos socialistas), condenando al partido a la más que probable fractura y posterior desaparición.

En contraposición, en tercer lugar emerge con muchísima fuerza la izquierdista Podemos. La formación morada, heredera del espíritu del Movimiento 15-M y de las mareas ciudadanas, ha logrado culminar su remontada contra todo pronóstico obteniendo el impresionante resultado de casi un 21% de los votos y 69 diputados, dándole la vuelta al pesimismo de las encuestas, arrinconando a su poderoso y mediático rival Ciudadanos y quedándose a poco más de un punto porcentual de los socialistas. No obstante, el nuevo partido se ha quedado a un paso de la ansiada segunda posición (la cual podría haberle dado la llavede acceso a la presidencia del gobierno a Pablo Iglesias, ya que hoy por hoy, es el único lídercuyo discurso aglutinante puede lograr apoyos en la izquierda y en el nacionalismo, tanto a favor de los derechos sociales como del derecho a decidir), por lo que la sensación que queda en el seno de la formación morada es la de haber llegado heróïcamente a la final para acabar perdiéndola en la prórroga. En todo caso, las perspectivas de futuro son muy buenas para los podemistas, y ante el probable escenario de elecciones anticipadas, su candidatura para alzarse con la victoria sería aún más fuerte tras el excelente resultado de ayer.

En la cuarta plaza irrumpe el partido centrista Ciudadanos, con un 14% de los votos y 40 diputados, aunque muy por debajo del resultado esperado tras toda la inversión realizada por importantes grupos económicos y financieros en aras de crear un “Podemos de derechas”, inversión que catapultó a Albert Rivera como líder mediático en la mayoría de televisiones del país, llegando a situar a la formación naranja como seria candidata a la victoria en el momento del inicio de la campaña electoral. Sin embargo, la poca consistencia de su ideología, unido a la gran cantidad de arribistas sin formación especializada, ni experiencia política ni aptitudes de liderazgo (más allá de la buena apariencia física o del asesoramiento por parte de “gurús” de la consultoría privada), unido a algunos errores importantes de discurso en los momentos decisivos, ha provocado que la formación naranja se desinflase a lo largo de la campaña, pasando del segundo al cuarto puesto en apenas unas semanas. Además, a efectos de relevancia política, la formación de Albert Rivera pierde todas sus posibilidades de constituirse en partido bisagra, ya que su modesta bolsa de diputados no le alcanzan para completar mayorías absolutas de populares o de socialistas.

Finalmente, en las posiciones más rezagadas nos encontramos con Izquierda Unida y con los partidos nacionalistas. La coalición de izquierdas liderada por Alberto Garzón ha logrado salvarse de la desaparición (de momento)gracias a una espectacular y muy meritoria campaña electoral (a diferencia de lo que le ha sucedido por ejemplo al partido magenta UPyD fagocitado por Ciudadanos), obteniendo  un 3,7% de los votos y 2 diputados, con lo que demuestra la fortaleza de su electorado al lograr casi un millón de sufragios, aunque el sistema electoral le condene a la infrarrepresentación en escaños. Aún así, sus votantes constituyen el porcentaje que Podemos necesitaría para “sorpassar” definitivamente al PSOE, lo que obliga a ambas formaciones a buscar más que nunca la unidad popular y la confluencia de izquierdas. En cuanto a los partidos nacionalistas de Cataluña, País Vasco y Canarias, sus resultados se han visto sacudidos por la irrupción con fuerza de los nuevos partidos emergentes, pero aún así, logran conservar su representación parlamentaria, demostrando la fortaleza que aún mantienen en sus respectivos feudos. En el caso catalán, tanto ERC como DiL logran superar a su adversario centralista Ciudadanos (obteniendo un 2,4% y un 2,3% de los votos respectivamente y ambos un grupo parlamentario sólido), y en el vasco, PNV y Bildu mantienen también su representación (Con 1,2% y 0,9% respectivamente), aunque con un considerable descenso del segundo que le relega al grupo mixto. Finalmente, Coalición Canaria (con un 0,3% de los sufragios) se convierte en el último de los pequeños partidos “supervivientes” en el Congreso.

En resumen, España se ha adentrado en una nueva era política, pero la previsible ingobernabilidad del país hace que la convocatoria de nuevas elecciones parezca la única salida a corto plazo. Por ello, ninguna formación puede considerarse claramente ganadora de estas elecciones generales (con la excepción tal vez, y con muchos matices, de Podemos). Ni PP junto a Ciudadanos puede articular un gobierno de centro-derecha, ni PSOE junto a Podemos, IU y ERC puede liderar otro de centro-izquierda, del mismo modo que tampoco PSOE y Ciudadanos pueden conformar uno de centro-liberal por si solos, y ni siquiera un hipotético gobierno de “gran coalición” entre PP y PSOE parece una posibilidad (muy a pesar de Angela Merkel), ya que provocaría el estallido en mil pedazos del socialismo español y su futura condena a la marginalidad política, ante lo que sería la traición ya definitiva a su electorado de izquierdas, y más aún después de que el propio Pedro Sánchez llamase “indecente” al presidente Rajoy. Como curiosidad además, debe destacarse que a efectos ideológicos el parlamento español continúa siendo de derechas, ya que la suma de PP, Ciudadanos, DiL, PNV y CC (178 diputados) supera a la de PSOE, Podemos, ERC, IU y Bildu (172), con lo que la triunfal frase enunciada anoche por algunos líderes progresistas de que “España ha girado a la izquierda” es por desgracia falsa, a menos a día de hoy. Por ello, las elecciones de ayer no han resultado ser todo lo decisivas que en teoría apuntaban a ser, aunque obviamente, marcan el comienzo de un tiempo completamente nuevo en nuestro país. En definitiva, el bipartidismo sin duda ha quedado muy tocado, pero aún no ha sido hundido del todo, y las elecciones de ayer por lo tanto tan solo son la primera partida de un campeonato de ajedrez de la nueva era política española, el cual presumiblemente será largo, emocionante,y albergará aún más batallas decisivas (quien sabe si la segunda de ellas en la próxima primavera).

Miguel Candelas, politólogo 
Autor del libro "Cómo gritar Viva España desde la izquierda" 

Twitter: @MikiCandelas

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