Durante la mayor parte del siglo XX la izquierda española ha defendido el derecho de auto-determinación de los pueblos. Al parecer ya entrado el siglo XXI esta premisa que les distingue, entre otras, de las derechas se ha ido colapsando.
España es una nación de naciones y sin duda la mejor forma de vertebrar-la, asegurar la convivencia e ilusionar a la ciudadanía es dotarse de un estado democrático y federal, pero sin obviar que el desarrollo económico y social de los diferentes pueblos que la conforman no es igual, por lo que es fundamental el desarrollo de una solidaridad que corrija esos desajustes. De ahí el papel de un gobierno federal que señale e introduzca esas medidas correctoras, pero las mismas no darían los resultados esperados y deseados por los demócratas de no ser asumidas como propias por las gentes de los diferentes pueblos.
Sin duda el pueblo catalán es de los más desarrollados en economía, industria y otros aspectos sociales y políticos de los que conforman el actual estado unitario a cuyo frente hay una monarquía impuesta desde el anterior régimen dictatorial y aceptada por los que hicieron la constitución del 78.
Catalunya se ha visto constreñida y que le faltaba “aire” político e intentó reformar su estatuto de autonomía con el ánimo de corregir esos aspectos que como pueblo necesitaba cuando al frente de la misma había un gobierno tripartito. El gobierno central dirigido por el Sr. Rodríguez Zapatero que había prometido aceptar ese estatuto tal como saliera del parlamento catalán, acojonado por la presión de la derecha neo-franquista incumplió y permitió que ese estatuto saliera descafeinado y en consecuencia decepcionara las aspiraciones nacionales de nuestros hermanos catalanes, lo que ha favorecido la radicalización y la aparición política de un separatismo que ha inventado argumentos infames como sentirse “victimas” del centralismo, o de "contribuir" mucho más de lo que reciben entre otros “argumentos”.
Con el retorno al poder de la derecha neo-franquista y sus negativas al referendum (ahí están en comparativa política los referendum de Escocia o del pueblo francófono de Canadá entre otros ejemplos) y sobre todo esa negación de diálogo político se ha llegado a esta situación que a todos los españoles nos alarma y nos preocupa.
Cabe el re-inventar una nueva política que ponga los intereses de la ciudadanía por encima de los grupos de presión o de los intereses bastardos de las clases dominantes. Una política que permita el diálogo y encontrar los puntos que permitan una convivencia de los diferentes pueblos que conforman el estado.
Esa política no puede, pues, ser otra que el diálogo y el reconocimiento de los derechos de los pueblos a decidir como convivir y desarrollarse y que permita los ajustes necesarios para corregir agravios al mismo tiempo que promueve un desarrollo solidario para todos. Así, desde la perspectivas de los republicanos españoles, pensamos que en el marco de un estado democrático, federal y solidario seria posible encontrar soluciones, cabidas, ajustes y encuentros que permitan una convivencia y un desarrollo que a todos, especialmente a las clases populares, nos interesa.
Salud y República.
Salva Artacho
Fuente: salvaartacho.blogspot.com.es