La entrada en recesión de las economías occidentales implementó el estigma de la incertidumbre y la incredulidad en una sociedad inmersa en la cultura del Estado de Bienestar y derivó posteriormente en un shock traumático al constatarse el vertiginoso tránsito desde niveles de bienestar hasta la cruda realidad de la pérdida del trabajo, posterior desahucio e inmersión en umbrales de pobreza y dependencia en exclusiva de los subsidios sociales, pues el número de hogares con todos sus miembros en paro se ha elevado hasta niveles insoportables y cada vez son más los parados de larga duración que pierden todo tipo de subsidio.
El término “rurbanismo”, describe el movimiento migratorio que se está produciendo en España de las grandes ciudades a los pueblos más pequeños, auspiciado por la crisis económica actual y la existencia de ayudas para los nuevos agricultores y ganaderos en el marco de las Iniciativas Comunitarias así como Instrumentos como el FEDER (Fondo Europeo de Desarrollo Regional) y la iniciativa LEADER que constituyen un gran aporte pues existe la posibilidad de lanzar un P.E.P (Proyecto Escala Piloto ) en el que todas las entidades puedan estar relacionadas.
Roberto Torres Elizburu en su estudio “La contraurbanización en la CAPV” señala que en el período censal 1991-2001 han cambiado los patrones demográficos característicos de la Década de los 60-70 (migración centrífuga frente a la migración centrípeta hacia las ciudades de la Década de los 60 y 70). Así, los municipios vascos menores de 2.500 habitantes han sido los que mayores tasas de crecimiento demográfico han conocido ( 3,5‰ anual de crecimiento atribuido en exclusiva al componente migratorio) y en el caso opuesto se encuentran los municipios urbanos de entre 40.000 y 100.000 habitantes (crecimiento negativo del 4‰) de su población, siendo los pequeños municipios rurales los que han reflejado un comportamiento demográfico más dinámico, ( aumento del 6%).
Según CCS (Centro de Colaboraciones Solidarias), “no es posible seguir creciendo de forma indefinida pues seguir por esa senda tan sólo producirá más miseria social y más destrucción ecológica y para ello hay que gestionar de forma sostenible nuestra riqueza natural”. Agricultura, ganadería, pesca y explotación forestal son sectores que llevan décadas en decadencia, ahogados por la competencia desleal que impone la economía global y sin embargo tienen un enorme potencial para crear eco-empleo pero para ello sería necesaria la implementación por la UE de medidas proteccionistas en forma de ayudas para evitar la deslocalización de empresas y subvenciones a la industria agro-alimentaria para la Instauración de la etiqueta BIO a todos sus productos manufacturados.
Gustavo Duch, coordinador de la revista Soberanía Alimentaria, traza el retrato de los nuevos agricultores y ganaderos: “Estas personas que vuelven al campo creen en explotaciones pequeñas y sostenibles cuya base son los cultivos ecológicos y no quieren utilizar las subvenciones agrícolas europeas o depender de las grandes superficies para vender sus productos pues buscan el contacto directo y la distribución por Internet que ha revolucionado este ámbito y supone una gran oportunidad de acercar los productos al consumidor” pues según el ex-secretario general de la UAGN, David Lezaun, “la venta directa permite ofrecer productos locales, de calidad y a precios asequibles pero al mismo tiempo más dignos para los productores, además de reducirse el impacto ambiental al ser menor la necesidad de transporte”. Así, la venta directa al consumidor o en «circuitos cortos» supone una oportunidad de desarrollo para el sector agrario que está estudiando utilizar el 57,5% de las empresas navarras de este ámbito, según un análisis que forma parte de un proyecto conjunto de la Fundación Fundagro, la UAGN, la Sociedad de Infraestructuras Rurales Aragonesa (Sirasa) e Itsasmendikoi (CAV), para el impulso de esta forma de comercialización, que pretende evitar los aumentos de precio a causa de los intermediarios .
De esta forma, se podrían crear en España cerca de 100.000 puestos de trabajo apoyando la producción ecológica de alimentos, incentivando el consumo local de productos agrícolas y ganaderos autóctonos, creando reservas costeras sostenibles para la flota de bajura o promoviendo la conversión de la actual industria forestal hacia explotaciones que cultiven especies de mayor valor añadido o que produzcan de forma sostenible la biomasa que necesita el país para reducir su dependencia de los combustibles fósiles. Como ejemplos, citaríamos a “Carne ecológica Menaut”, iniciativa pilotada por Juan Ignacio Ibáñez Eseberri que pretende acercar directamente a la mesa del consumidor una carne de potro y cordero ecológico de alta calidad desde su borda de Izalzu (Navarra), a través de Twitter y Facebook y asimismo es obligado citar a Manuel Andueza que fue uno de los pioneros de la producción ecológica a la que decidió sumarse para conseguir un producto diferente y de mayor calidad y que desde su explotación en Oronz ( Navarra), vende patata ecológica de siembra y consumo además de cordero lechal.
Por otra parte, según el último informe de Intermon Oxfam sobre “Crisis, desigualdad y pobreza” se advierte que de continuar los recortes sociales, la pobreza en España podría afectar al 40 % de la población en el horizonte de la próxima década ( en la actualidad según dicha ONG, la tasa de pobreza se situaría en el 27 % y afectaría a cerca de 13 millones de personas) con lo que la tendencia de retorno al medio rural parece irreversible aunque todavía nos encontramos lejos de la media de la UE ( cuya tasa media de incorporaciones sobre la población agrícola es del 6,4% frente al 4,5 % español). Así, en la actualidad miles de personas se anuncian en diferentes foros bajo lemas como “busco pueblo que necesite familia”, oferta que podría ser complementaria con la demanda de muchos Ayuntamientos rurales que tratando de repoblar pueblos semi-abandonados ofrecen trabajo, vivienda y ayudas a la natalidad (el Valle de Erro en el Pirineo Navarro fue pionero hace 18 años y mantiene unas ayuda de 900 € por hijo),con la consiguiente revitalización de deprimidas zonas rurales, rejuvenecimiento de su población y regreso a escenarios ya olvidados de economía autárquica.
GERMÁN GORRAIZ LÓPEZ- Analista