En Blade Runner Ridley Scott nos mostró con maestría parte de la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?. Nos sitúa en un mundo donde los "humanos" se fabrican gracias a la ingeniería genética, "replicantes" para ser utilizados como esclavos. Con el paso del tiempo los replicantes se sublevan y abandonan sus campos de trabajo. Hoy, en 2016, una suerte de replicantes, creados por la derecha política y el poder financiero con el objetivo de perpetuar en España el neoliberalismo que llevamos padeciendo tantos años, se han rebelado contra el poder establecido, contra ese Partido Popular para el que fueron creados al objeto de servirle de cesta de votos a unir a los que los populares consiguieran en las urnas y como muro de contención a la izquierda renaciente.
Al igual que los replicantes de Blade Runner los integrantes de Ciudadanos son meros autómatas carentes de emociones e ideales cuyo objetivo es básicamente convertirse en el relevo del Partido Popular. A pesar de su extraordinaria defensa de eso que ellos denominan sensatez, parece que están dispuestos a rebelarse contra su "casa matriz" y pactar el poder con un PSOE descabezado y sin más norte que llegar a Moncloa aunque ello suponga para los socialistas renunciar, una vez más, a la ideología que abanderó su fundación y por tanto a la defensa de los derechos de las clases populares, unos derechos que única y exclusivamente pueden ser rescatados e incrementados desde posiciones netamente identificadas con la izquierda política.
Los votantes de derechas, los desencantados del PP, y aquellos que se acogen a algo tan etéreo y tan cómodo como es el centrismo politico ven en Ciudadanos un bastión contra la izquierda real, contra ese otro espacio en el que el PSOE debería integrarse y así desplazar hasta la oposición a la derecha extrema y aniquiladora de derechos y libertades. Como si de un juego se tratase, el PSOE está dispuesto a pactar con Ciudadanos, un pacto que los barones socialistas cambiarían sin pestañear por un pacto con el PP, pacto este último que tanto Sánchez como Rajoy se encargaron de hacer imposible antes de que se conocieran los resultados electorales, menos mal, aunque es muy posible que un fracaso del PSOE en la investidura de su cuestionado líder lo haga realidad.
En el PSOE se denominan socialdemócratas, pero han tirado a la papelera de su identidad los principios marxistas que identificaron a la social democracia entre 1880 y 1914 y que la Segunda Internacional asumió para procurar la victoria del proletariado, victoria que el propio capitalismo debería propiciar a causa de la excesiva concentración del capital en manos de unos pocos y el consiguiente deterioró de las condiciones de vida de las clases populares. Por otro lado la frágil memoria del PSOE olvida intencionadamente el fin principal de un sistema democrático, un fin que según el laborista británico Sidney Webb no debía limitarse al control por parte del propio pueblo de la propia organización política, sino también y obligatoriamente, al control de los elementos de riqueza. Cuando, tras la II Guerra Mundial, el SPD alemán, tras renunciar al marxismo (1959), aceptó como bueno el capitalismo dentro del socialismo y le siguieron el resto de partidos socialistas europeos, el PSOE también lo hizo y muy especialmente a raíz de la Declaración de Principios de la Internacional Socialista de 1989. Socialismo y Capitalismo, estaremos de acuerdo en que no son precisamente buenos compañeros de viaje, ni para unos ni para otros.
Ahora el PSOE, desde su eterna equidistancia entre capitalismo y socialismo, promueve un pacto con Ciudadanos, un pacto entre el socialismo de salón y el capitalismo puro y duro. Y lo hace despreciando la posibilidad de que se establezca un gobierno de izquierdas en España, algo que los militantes socialistas de base nunca entenderán y puede que nunca perdonen, no digo ya los republicanos.
PSOE y Ciudadanos forman pareja, en Blade Runner la pareja formada por el humano y la replicante experimental consiguen salvar sus "vidas", pero, eso si, se enfrentan a un futuro más que incierto, de momento la vida de la replicante está programada para durar solo cuatro años y puede que antes de dejar de existir elimine definitivamente a su, para ella, extraña pareja, que para eso lleva incorporada de fábrica la carencia de sentimientos, como todos los capitalistas.
Benito Sacaluga