Benito Sacaluga
No solamente se mueren los vivos, también de alguna manera se mueren los negocios que fracasan o las trayectorias profesionales de aquellos que caen en desgracia, hasta el amor muere. Estas "muertes" se ven venir sobre todo si los síntomas son muy evidentes. Una vez que la cosa empieza a "oler a muerto" va siendo hora de preparar el entierro y, si nos hace falta, buscar repuesto.
Yo era de los que pensaba que Rajoy se jubilaría como presidente de algo, bien del Gobierno, bien del Partido Popular o vaya usted a saber de que, siempre y cuando el puesto le permitiese el ejercicio del poder. Después de haber visto y oído sus dos últimas ruedas de prensa he llegado a la conclusión de que Rajoy desprende un insoportable olor a muerto político, y además estoy convencido de que él lo sabe.
Rajoy ha pasado de dar saltos en el balcón de Genova a encontrarse frente a la triste realidad (para él) de que sus ocho millones de votos no le bastan para seguir ejerciendo el poder a lo déspota, que es la única forma de ejercerlo que entiende como posible, así lo ha ejercido durante cuatro largos años. Le han tocado buenas cartas pero no lo suficientemente buenas como para seguir manejando los hilos a su antojo y conveniencia, y claro, Rajoy o lleva cuatro reyes y además es mano o no juega a grande. Nadie quiere estrecharle la mano, entre otras cosas temen a que se quede con ella. Por otro lado, el solo hecho de que se le obligue colaborar en la limpieza de la corrupción que asfixia a su partido y a él mismo, es algo que le cortaría la digestión aunque llevase una semana ayunando.
No es que por fin se haya dado cuenta de que el problema es él, lo que sucede es que está convencido de que, aún si resulta investido presidente, no va a ostentar poder alguno y además se va a convertir en el pim, pam, pum de la oposición. En Europa Rajoy aguanta que se le ningunee y obedece, al fin y al cabo él no paga las consecuencias de su incapacidad, en tu propia casa la cosa cambia.
En sus dos últimas comparecencias hemos podido ver la imagen de un ser hastiado, falto de ilusión y además extremadamente incomodo, airado ante las preguntas de los periodistas. Si tenemos en cuenta sus contestaciones caeremos en la cuenta de que a Rajoy lo que le está preocupando es acabar cuanto antes con este "lió" de la investidura y, de una forma o de otra, desde el Gobierno o desde fuera, más temprano que tarde, lo que pretende es encontrar una salida airosa del panorama politico. Si no fuera así, es impensable que un politico destroce voluntariamente cientos de miles de votos en menos de quince minutos, que es lo que Rajoy acaba de hacer.
Hay quién dice que al Partido Popular le interesan nuevas elecciones, pero quienes lo dicen no tienen en cuenta que en el otoño que se avecina y desde los juzgados vamos a asistir a la puesta en negro sobre blanco de gran parte de lo que el Partido Popular niega en materia de corrupción interna. Además, y en cualquier caso, la aritmética parlamentaria poco a nada cambiaría y Rajoy lo que quiere para seguir en Moncloa es la mayoría absoluta, eso de "aquí se hace lo que yo digo y punto". Bien hartos deben de estar en el PP de este señor de Pontevedra y a buen seguro de que más de uno aplaudiría en silencio la hostia que le dieron junto a la iglesia de La Peregrina, pero hay que callar, el discípulo de Fraga es quién confecciona las listas, el que pone y quita a su antojo.
También es posible que unas nuevas elecciones pudieran beneficiar y mucho al PSOE. Al igual que en las últimas los votantes naturales del PP hicieron piña para impedir que Unidos Podemos de alguna forma estuviese en el Gobierno, puede que en las próximas muchos de los votantes del PSOE y de izquierdas que en las últimas elecciones votaron otras opciones se decanten por el voto útil al PSOE para impedir que el PP gobierne y acabar de una vez con tanta mentira y tanta mierda.
Para mí, como digo, Rajoy huele a muerto, puede que me equivoque, puede que la vida política de Rajoy se prolongue más de lo que me gustaría (que es exactamente el mismo tiempo que tardo en escribirlo), pero de lo que no me cabe ninguna duda es de que irremediablemente seguirá oliendo a muerto y ese olor no le gusta a nadie.
Fuente: Bailando con ratas