El día 6 de abril, fallecía Carmen Arrojo Maroto a los 98 años, compañera de Las 13 Rosas y una de nuestras luchadoras antifascistas más destacables.
Javi Larrauri | @javilarrauri
Javi Larrauri | @javilarrauri
Carmen nació en Madrid en 1918 fue una destacada militante de la Juventud Socialista Unificada (JSU), organización desde la que desarrolló acciones en la retaguardia republicana de la capital, algunas de ellas, encaminadas a mejorar las condiciones de trabajo de las mujeres.
Siendo muy joven se afilia a la FUE (Federación Universitaria Escolar), organización apolítica dentro de la cual participa en la creación de la UEA (Unión de Estudiantes Antifascistas). Más tarde, influenciada por la militancia socialista de su padre, ella y su hermano se afilian a las Juventudes Socialistas, que en marzo de 1936 se unirá con las Juventudes Comunistas para formar las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU).
En febrero de 1936 colabora con el Frente Popular haciendo propaganda electoral. Es elegida secretaria de célula de la JSU en la sección del Sector Vistillas y, en abril de 1936, pasa a ser secretaria femenina del radio. Durante los tres años de guerra civil realiza todo tipo de actividades en defensa de la república.
En la primera etapa de la contienda, participa en la creación de un comedor popular en la madrileña Plaza de la Paja para dar comidas a quienes salen o vienen del frente. Se implica también en la formación de un taller de confección de ropa para milicianos y en la creación de una residencia para niños que habían perdido a sus familias. Posteriormente, se centra en el control y creación de comités de empresa.
El 6 de noviembre de 1936, marcha con una pequeña pistola Walter 635 al frente, al cementerio de San Isidro, para colaborar como sanitario pero es reclamada en breve para continuar desarrollando labores de retaguardia. Más tarde será nombrada secretaria de la comisión de cultura del comité provincial de la JSU, a la vez que trabaja en el departamento de cultura y propaganda de la FUE. Hace un curso para enfermeras especializadas en radiología en el Hospital de la 46 división, del Campesino, y es designada responsable de la sala de diatermia. Participa en un congreso organizado por las Mujeres Antifascistas en Valencia, donde acude como representante de la JSU.
Al regresar a Madrid, la eligen secretaria de estudiantes en el comité de Madrid de la JSU, puesto que ocupa hasta poco antes de terminar la guerra, en que se disuelve y forma parte de la comisión de organización de comité nacional de la JSU. Carmen ejerce además como profesora en la escuela de cuadros de la JSU, y de representante de esta organización en la Alianza Juvenil Antifascista. Hace propaganda en charlas, radio y prensa. Interviene en diversos actos de las Brigadas Internacionales, y en otros informando y orientando por los diversos sectores y radios de Madrid y la provincia. En uno de ellos, informando a los artilleros republicanos encuadrados en Arganda, conoce a Eugenio Moreno, un joven maestro y abogado, teniente de artillería, que se convertirá en su pareja.
En febrero de 1939, marcha a Valencia, donde Eugenio estaba destinado. Deciden casarse y fijan la fecha de la boda para el 14 de abril, pero el destino les separará antes de esa fecha.
El 29 de marzo llega a Valencia el padre de Carmen, y deciden salir de España ante la grave situación. Parten a Alicante con la esperanza de poder escapar en un barco inglés que supuestamente iba a llegar en su rescate. Allí consiguen encontrar al hermano de Carmen, y ya en el puerto se encuentran con más de 15.000 republicanos hacinados en espera de la evacuación. Los miembros de la comisión internacional y los cónsules de Argentina y Cuba intentan crear una zona internacional en el puerto, pero dos navíos de la escuadra franquista impiden la entrada del barco Winnipeg, donde hubieran podido embarcar 6.000 personas.
El 30 de marzo, las tropas italianas ocupan Alicante y la fortaleza que domina el puerto. Los refugiados van perdiendo la esperanza y la desesperación da lugar a escenas trágicas. Carmen tira su pistola al mar para no tener que entregarla al enemigo, mientras ve cómo a la vez un hombre se arroja al agua para quitarse la vida. Otro hombre acompañado de sus dos hijas se quita la vida auto-degollándose con una navaja ante la mirada de Carmen.
El 1 de abril avisan por megáfonos que la protección de la embajada argentina ha terminado y el puerto se encuentra bajo el poder de las tropas fascistas. Entonces, son trasladados a un campo de concentración donde separan a mujeres de hombres. Allí será donde Carmen vea por última vez a su compañero Eugenio.
Carmen es trasladada junto a otras mujeres al interior de un cine donde pasan varios días hasta ser trasladadas a la Prisión Provincial. De allí la llevarán a otro campo de concentración, formado por barracones sin retretes ni agua corriente y donde pasan los tres primeros días sin comer y han de dormir en el suelo. Por las noches, grupos de falangistas recorren los barracones con linternas buscando a conocidos a los que se llevan y no vuelven a ver nunca más.
Consigue salir dando comienzo a una larga etapa de “exilio interior” en la que tiene que ocultar sistemáticamente su pasado para no ser represaliada. En 1940 el padre de Eugenio es notificado de que su hijo, encarcelado en Valencia, ha fallecido por un derrame cerebral y ha sido enterrado.
Tienen que pasar 65 años hasta que, en 2005, Carmen llega por fin a conocer las circunstancias de la muerte de su compañero: el 27 de julio de 1940 Eugenio Moreno fue sacado de la cárcel de Valencia, fusilado en el cementerio de Paterna y enterrado junto a otros trece republicanos obligados a cavar su propia fosa en un cementerio donde llega a haber más de mil doscientas personas enterradas de forma semejante.
Durante los años próximos Carmen trabaja de cocinera, costurera, practicante y maestra en distintos puntos de la geografía española. Entre 1966 y 1969 ejerce como profesora de español en la delegación comercial del gobierno comunista de Bulgaria. En 1969 se hace maestra estatal y es destinada a Granada, con una beca de 2 años de filología hispanofrancesa.
Desde 2010 siguió viviendo en la misma casa en que nació, en el madrileño barrio de Las Vistillas. Hasta el final se mantuvo fiel las mismas ideas que tenía en 1935. Odiaba la injusticia, las guerras y la falta de solidaridad. Se mostró siempre crítica con una democracia que incluye en las filas de la clase política a miembros del antiguo régimen y en la que todavía existen calles con nombres que ensalzan a personajes franquistas. Impartió clases gratuitamente a inmigrantes necesitados. Colaboró con la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.
Fuente Bibliográfica : Javi Larrauri, "Mujeres Republicanas"
Otras fuentes de interés:
- Lo que no se debe perder. Memoria de una republicana, de Carmen Arrojo (Editorial Tébar, 2008).
- La guerra civil española, de Edward Malefakis (Ediciones Santillana, 2006).
Pocas personas han sido tan merecedoras de tener una calle en Madrid como Carmen Arrojo cc/@AhoraMadrid #CarmenArrojo pic.twitter.com/MzL9GPU5Bs— Javi Larrauri (@javilarrauri) 19 de abril de 2017