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Alocución del presidente del Gobierno de la República Española Don Claudio Sánchez Albornoz (1962)

Claudio Sánchez Albornoz
ALOCUCIÓN  DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO 
DE LA REPÚBLICA ESPAÑOLA 
DON CLAUDIO SÁNCHEZ DE ALBORNOZ

La muerte ha continuado arrebatándonos grandes valores. Dos figuras señeras de las fuerzas que fundaron y rigieron la República han fallecido en los últimos meses. La desaparición de Martínez Barrio y de Prieto ha consternado a los republicanos. Eran dos personalidades de excepción. Nos han legado el ejemplo de sus vidas de luchadores al servicio de la democracia española y de España. Es imposible llenar el vacío que han dejado entre nosotros. No podemos sino recoger su herencia y seguir su camino. 

Arriesgada y aventurada empresa la de reemplazar hoy a uno de ellos, la de hablaros en esta fecha en que solía dirigiros la palabra el Presidente Martínez Barrio. Pero no puede haber solución de continuidad en nuestras filas. La crisis institucional ha terminado. Como Presidente del Gobierno, acabo de enviar un mensaje a todos los españoles. Hoy saludo a todos los republicanos de dentro y de fuera de España al cumplirse un nuevo aniversario de la proclamación de la Segunda República española. Seguimos firmes en nuestros puestos de combate. No hemos arriado ja bandera ni ha menguado nuestra esperanza en la victoria final. Han sido largos los años de vuestra persecución y de nuestro des fierro, pero , ya se adivina su fin. 

Las nuevas generaciones españolas, aunque educadas en el odio a lo que significamos, no se han dejado envenenar y ven claro que es la República la única solución para hacer marchar a España en la historia. Aspiramos a cambiar en paz y bajo el signo de la libertad la estructura total del pueblo español. Y lo lograremos. 

La miseria y la explotación en que más que vivir duran millones de españoles no puede prolongarse. Ni la vida sin libertad en un estado policíaco. Las juventudes universitarias, el clero joven y hasta los jóvenes oficiales se sonrojan y encolerizan al comprobar las enormes desigualdades sociales de la España en que han nacido. Nosotros venimos luchando por suprimirlas desde antes de la proclamación de la República. Quienes las presencian y aún las gozan impávidos deberían recordar que después de los placeres de Versalles se alzó en París la guillotina y que muchos aristócratas rusos han debido conducir taxis en diversos lugares de ambos mundos. 

Han cambiado muchos aspectos de la vida española en un cuarto de siglo. No nos hemos detenido en el ayer. La próxima República recogerá las lecciones de la experiencia. Estamos preparados, pero nos disponemos a completar nuestros planes políticos, culturales, económicos, técnicos para el momento de la mudanza decisiva. Hay en el exilio y en España un magnífico plantel de estudiosos republicanos a los que invitaremos a trabajar en equipos. 

Tened fe. Siempre ha ocurrido igual. Los cambios institucionales y de estructura han sido primero vencidos por las fuerzas estáticas de la vida española, pero se han realizado a la postre. Os lo asegura quien ha dedicado su vida entera al estudio de la historia. La historia ha sido la hazaña de la libertad del hombre y la libertad la hazaña de la historia. 

Más que los años transcurridos bajo la tiranía unos y el exilio otros, por largos y duros que hayan sido, importa la afirmación y el triunfo de los ideales y del estilo de vida por los que hemos combatido. Podemos adelantar la hora en que desde la proa de una nave o las ventanillas de un avión veremos las luces de la patria a nuestro regreso a una España libre y en que ¡gozarán de libertad plena quienes han vivido perseguidos en una España encadenada. Para lograr que ese momento llegue pronto, debemos trabajar inteligentemente. Necesitamos intensificar -la propaganda y aumentar los contactos con las fuerzas que podamos ganar a nuestra causa. Necesitamos disponer de espacios radiales o de una radio para llegar a diario al pueblo español. Necesitamos hacer una, intensa información periodística y panfletaria. Debéis saber que el Gobierno no cuenta con recursos y vive pobremente. Somos muchos los republicanos dispersos por el mundo y no pocos disponen en América de medios de fortuna. De todos depende que perdure o no el estado de cosas actual. No podemos hacer milagros y tampoco pretendemos monopolios. Os invito a constituir por propia iniciativa la institución o las instituciones eficientes que puedan llenar esas urgentes necesidades señaladas. 

Cuanto más acortemos el último plazo de nuestro exilio y del aherrojamiento y la miseria de nuestros hermanos del interior, antes podremos organizar España, de modo que nunca más los españoles suframos ninguna dictadura y nunca más un español deba emigrar para ganarse el pan fuera de la patria mientras otros viven en ella en el fasto y la riqueza; o porque falte en ella libertad para la exposición de todas las ideas, en un régimen de respeto al adversario, de garantía a las fuerzas minoritarias y de igualdad ante la ley. 

Creemos que la libertad sin seguridad es una innoble farsa, pero también que el bienestar sin libertad es imposible. Porque no es libre quien no se siente seguro frente a la miseria y porque el pan en servídumbre convierte al hombre en un mero animal doméstico. Esa convicción marca rumbos a nuestra política. Queremos seguir siendo hombres enteros como han sido los españoles a través de todas las vicisitudes de su pasado, como hemos sabido serlo los republicanos en estas horas penosas que nos ha tocado vivir. Nadie ha traicionado y muy pocos han claudicado. Por ello insisto y •repito que nos proponemos reformar a España por caminos de paz; quien se siente fuerte es tolerante y no teme la discusión y desea vivir en libertad. Pero añado que si nuestro aldabonazo no halla eco en nuestros adversarios tendremos que cambiar de actitud. Si ese día llega, recordando la frase que desde pronto va a hacer doscientos años cantan los franceses al entonar la Marsellesa, me veré obligado a gritaros: « a las armas, ciudadanos ».

1962

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