Está de moda decir que la democracia ha fracasado y yo os afirmo que la democracia no puede fracasar, porque es un principio eterno de la organización de los pueblos. Desde los orígenes de la humanidad los pueblos se organizaron de dos maneras: según que predominasen los sentimientos del odio o del amor. Si por la violencia, por el odio, el régimen se llama dictadura; si por el amor, por la fraternidad, el régimen se llama democracia. Eternamente, desde que hay humanidad pugna el amor contra el odio, el derecho contra la fuerza, la democracia contra la dictadura. Unas veces, la democracia se corrompe y la sociedad busca la salvación en la dictadura; otras veces la humanidad se harta de sufrir pacientemente las violencias del despotismo y busca la salvación en la democracia; pero mientras animen los sentimientos de solidaridad y amor en el corazón de los hombres, el principio de la democracia será un fundamente esencial de la sociedad civilizada.
La democracia desaparece, mejor dicho, la fe de los pueblos en la democracia desaparece, por dos géneros de motivaciones: o porque la democracia carece de virtud o porque carece de eficacia. Entonces la sociedad humana busca su salvación en otros regímenes, hasta que, cansada de ellos, vuelve otra vez al cauce normal de la libertad. Virtud y eficacia: esa debe ser nuestra preocupación, si queremos hacer una República que se estabilice y dé permanencia en nuestra nación al régimen democrático.
Está fue, y será la afirmación fundamental del Partido Republicano en su vida interna y en su actuación en la vida nacional: Democracia.
Cuando unos dicen: "Dictadura roja para imponer, por la violencia, el progreso"; nosotros replicamos: ¡Democracia! para implantar por el amor y la fraternidad y la justicia el progreso de la sociedad".
Y cuando otros afirman "El Estado carece de organización, los principios de disciplina se corrompen, la sociedad española se derrumba", y añaden: "Impongamos una dictadura de fuerza y privilegio para ahorrar esa emoción de la vida del pueblo que quiere surgir a modalidades nuevas de existencia", cuando dicen: "Dictadura del fascismo"; nosotros gritamos: "¡Democracia!". Sólo la Democracia es generadora del orden y la disciplina; porque, entonces, la autoridad no actúa por el capricho ni por la fuerza, sino por la ley, y apoyándose en la voluntad soberana del pueblo. Y por ser mas recia la autoridad, ya que es más legítima en su origen, puede con más títulos y más eficazmente vencer la indisciplina de la sociedad: iDemocracia!
Fernando Valera
(Parrafos del discurso pronunciado en el Congreso Nacional de Unión Republicana celebrado en Madrid el 24 de junio de 1936)