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Deriva totalitaria

Deriva totalitaria
Alfonso J. Vázquez

No sorprende la deriva totalitaria en este país. La denominada transición -¿a qué?- ha sido cumplir el testamento político de Franco “que todo quede atado y bien atado”. Y ahí sigue. Que pese a ello hayan mejorado las libertades y, gracias a nuestra entrada en la UE, la situación económica se pueden denominar “beneficios colaterales”; de poder los hubieran eliminado. Eso lograron con la corrupción que superó las precedentes, sobre todo en las autonomías con su “tres per cent” o el que cada uno quiso,financiando beneficios privados, indirectos e indirectos, y campañas electorales con los que se ganaron elecciones fraudulentas. El modo parece más “limpio” que el clásico cambio de urnas. Un curioso delito que no tienen ninguna sanción, algo paradójico pues perjudica más que “ridículas sediciones”. Todo para beneficio de la eterna anti-España cuyo patriotismo -¡España, España, España!- es creer que el país es su finca privada. 

Lo desgraciado de esta situación es la que denuncia el refrán que dice, “no sirvas a quien sirvió, ni pidas a quien pidió”. Lo peor de esa anti-España fue que surgió su espejo, la anti-España de las vascongadas que aún no se llamaba País Vasco; con el abuso de los creyentes en “su única verdad”. Así nació ETA que si tras 40 años de dictadura vio “justificados” sus asesinatos, pronto la gente decente vio que ellos eran iguales. Todos asesinaban a quien no pensaba como ellos. Ninguno amaba el librepensamiento del que nació la Libertad, Igualdad y Fraternidad que exigen respetar en los demás -por asesinos que sean- los derechos que exigimos para nosotros. 

Fueron años negros; años de plomo en metafórica alusión a sus asesinatos. Años donde la ETA, que imito los asesinatos de Franco, generó a su imagen y semejanza al GAL cerrando así el círculo criminal;la derrota del librepensamiento base de la democracia. El ejemplo, como siempre, lo dimos los ciudadanos. Con paciencia infinita, sobre toda la de las familias de las víctimas, soportamos el daño de que éramos objeto dentro y fuera del País Vasco; el asesinato no entiende de límites geográficos ni sociológicos. Poco a poco la perseverancia pacífica fue arruinando la opción de la violencia hasta lograr extinguirla. Fue el triunfo de la razón. 

En los años de ETA se oponía el ejemplo de los españoles de otras comunidades, también con lengua propia distinta del castellano reconocida en plano de igualdad: el catalán, el gallego, el mallorquín y el valenciano. Ninguna menos dignas de respeto que todas las demás que se hablan en España que sólo se diferencian de aquellas por la ausencia de literatura escrita. Ese “hecho diferencial”, como algunos lo llamaban, existía sin recurrir a la violencia asesina propia de todo movimiento totalitario. El idioma es la parte de la cultura característica de una comunidad social nacido para comunicarse personas que por los azares de la historia han vivido juntos durante siglos y así quiere seguir la inmensa mayoría. Juntos, pero de modo voluntario. No hay democracia si no hay una república - lo contrario no siempre es cierto -basada en la Libertad de decidir, la Igualdad en los derechos, y la Fraternidad en la convivencia. 

La Igualdad en este mundo se opone al enfrentamiento primitivo entre el vecino de Aldeanueva de arriba y Aldeanueva de abajo; a la construcción de muros como los que ya no hay en Berlín; a los que aún hay en Israel;a los que está construyendo ese descerebrado de los EEUU, todos los autores de muros lo son. Es prehistórico imitar hoy a las tribus; reivindicar una superioridad racial disimulada tras la corrupción del lenguaje como su seña de identidad para enfrentarse; el lenguaje es un elemento de comunicación, no la coartada para la incomunicación y mucho menos para justificar el rechazo al ¿igual en derechos? 

Las derivas totalitarias nacionales buscan el fin de la Libertad, para quien no piensa como ellos, el de la Igualdad, con sus certificados de adhesión al régimen;el de la Fraternidad, que se esfuma donde hay se desprecia el Hermano Proletario enfrentándolo en lugar de Unirlo. Una república que acusa de robo imita al rico que justifica el suyo propio al trabajador al que le niega el salario justo. A la falta de solidaridad con el vecino le sigue la del inmigrante ilegal o legal y luego el totalitarismo del enriquecido a costa del beneficio sobre los demás. Eso no es República.


Alfonso J. Vázquez Vaamonde, Profesor de Investigación del CSIC y abogado, colabora en Eco Republicano desde 2013


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