Manifiesto de Unión Republicana (UR) con motivo del 90º Aniversario de la proclamación de la II República Española (1931-2021).
«90 años atrás».
90 años han pasado desde aquél 14 de abril de 1931 en que la primera tricolor colgaba del balcón consistorial de Éibar, la primera ciudad en alzar la bandera de los sueños y la transformación. En la madrugada de aquél lejano martes 14 de abril, a las seis y media de la mañana, la corporación municipal recién elegida en las elecciones del domingo (10 concejales socialistas, 8 republicanos y 1 del PNV) proclamó la Segunda República Española.
La tricolor fue entonces izada por el concejal más joven de la recién elegida corporación, Mateo Careaga, miembro de Acción Republicana. Este hecho suponía una profunda transformación de la distribución del poder ya que por primera vez accedieron a él las clases medias y los trabajadores.
Como bien plasmaría Julián Casanova, «La República no fue la conquista de un movimiento republicano con raíces sociales profundas, sino el resultado de una movilización popular contra la Monarquía, que recogió los frutos en el momento en que a la Monarquía le fallaron todos sus apoyos sociales e institucionales». Hoy, no existe otro período de la historia de España que despierte en la sociedad tantas pasiones y tantos malentendidos.
Quienes llegaron al poder en 1931 tenían una idea bastante clara de lo que era preciso reformar. Partían de la idea de que la Monarquía de Alfonso XIII se había sostenido en una Iglesia dominante, un Ejército desviado de sus cometidos naturales, una aristocracia y una oligarquía egoístas y un Parlamento de pacotilla en el que se alternaban sus representantes, un escenario no muy diferente del que encontramos hoy en día, con más camuflaje constitucionalista, mas medios de propaganda y, en el fondo, la misma desvergüenza.
La cueva de Platón de la actualidad nos revela que el teatro de marionetas en España se ha configurado a través del pacto constitucional de la Transición donde se dibujó un sistema político en el que el monarca no era puesto en cuestión ni tan siquiera era posible ponerlo en cuestión. Ni se pudo votar entonces ni tampoco se dejaba abierta la puerta a una futura votación. Además, la Constitución de 1978, y la interpretación que de ella se viene haciendo, deja un monarca que es prácticamente indestructible.
¿Debemos entonces renunciar al sueño? ¿confiar en ese «horizonte republicano» que algunos partidos describen como futuro en nuestro país?. Los horizontes son solo eso, horizontes, líneas lejanas e inalcanzables a medida que te acercas. Necesitamos realidades, realidades palpables y eso no pasa por depositar la confianza en dulces quimeras. Hoy la sociedad quiere soluciones pragmáticas y tangibles en base a la necesidad de unos valores de decencia democrática, transparencia y ejemplaridad que la monarquía no tiene y que debe encarnar una nueva república que permita una forma de gobierno donde la democracia no tenga excepciones. Como dijo el insigne republicano y humanista, Fernando de los Ríos: «Con la República, nosotros podremos superar nuestro ayer y salir al campo de un mañana nuevo». Hoy como ayer, en Unión Republicana seguimos en pie, ni debemos ni podemos renunciar ni al republicanismo ni a la República, por la ciudadanía presente y por la futura.
¡Viva el 14 de Abril!¡Viva la República!