José Enrique Centén Martín
Frente a un programa de reivindicaciones, triunfó la inconsciencia del botellón; en 1939 el fascismo entró en Madrid por medio de las armas de los militares, frente a un pueblo que luchó por la libertad. En el 2021, el arma ha sido el botellón. Nada pudo hacer Pablo Iglesias. Su mensaje de libertad y la reclamación de los derechos sociales, desde el 15 de 2011, ha venido siendo atacado sin compasión desde que Podemos se hizo con unos escaños en la Eurocámara en el 2014. La extrema derecha ha hecho un ataque hacia su persona, por el peligro que representaba y representa a la política neoliberal que defienden en la actualidad la derecha española.
No ha perdido las elecciones Pablo Iglesias ni Podemos no ha sumado más escaños; las elecciones las han perdido los ciudadanos madrileños, por la debacle del PSOE al obtener 23 escaños menos que en el 2019, por sus vaivenes en un principio de no pactar con Pablo Iglesias y una campaña propia de un seminarista. Tampoco la ha ganado el PP, la ha ganado esa masa de inconscientes entre los 18 y 30 años, en su mayoría solteros, que consideran la libertad el poder tomar cervezas cuando quieran y donde quieran, su programa político era el botellón, gracias a unas medidas cautelares de multas que no se pagan, sea a particulares o en lugares de supuesto ocio.
De esa juventud que será el futuro, qué podemos esperar; los mayores no hemos sabido explicar que durante la dictadura ese mismo grupo de edad fueron los que consiguieron mejoras sociales, frente a la apatía ante los recortes de la derecha, sin salir a las calles a reclamar lo que era suyo, y no tendrán jamás, una jubilación digna al aceptar sin reclamar la pérdida del poder adquisitivo con un sueldo de 650 euros que, gracias a Pablo Iglesias como vicepresidente del Gobierno, consiguió aumentar a 950 euros. Y ahora coge el testigo Yolanda Díaz para abolir la reforma laboral que impuso la derecha (que hizo lo mismo que Nacho Cano a IDA, en este caso al llegar a gobernar la nación rindió pleitesía a sus amos, la patronal y el IBEX35) y poco se movieron los trabajadores. Los padres de los que ahora han dado el triunfo a IDA no se percataron de que aunque no les afectaba, el siguiente paso iba a ser el despido a los mayores de 55 años que tendrán una jubilación mínima, pero la de los hoy jóvenes, ya no existirá, solo si contratan un plan de pensiones, indudablemente controlado por los bancos, con el posible riesgo de otro crack bursátil como en el 2008, transferido a los fondos de pensiones, perdiéndose más de la mitad de lo ahorrado por los que creyeron salvada su jubilación.
Toda es debacle llegará, no será de inmediato, pero lo que si lo será inmediato, impulsado por cierta hostelería que ha aplaudido en Madrid el no cierre de sus bares, es el botellón. Ahora sí perseguirán a los inconscientes de entre 18 y 30 años, sin trabajo fijo o por horas, que recurrirán al botellón por su escaso sueldo y que vivirán a expensas de sus padre, e incluso de la jubilación de sus abuelos, muchos de los cuales, para conseguir ese derecho, salieron a la calle durante la dictadura reclamando un salario justo. Se darán cuenta tarde a quién votaron el 4M.
José Enrique Centén Martín, escritor y analista político, colabora en Eco Republicano desde 2020
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