«Sólo quiero quererte porque quiero llevarte, desvalido de la mano hacia el oscuro llanto que mereces». ARTURO SERRANO PLAJA (San Lorenzo del Escorial, 1909 – Santa Bárbara, California, 1979)
Por Francisco Arias Solís
LA VOZ DE LA SECRETA TERNURA
Arturo Serrano Plaja fue un destacado componente de la Generación de 1936. En España primero con su poesía lírica, amorosa, pero también social –de la cual fue él uno de los principales iniciadores- y de la guerra; y luego en Francia y en América durante cuarenta largos años de exilio, con su poesía de soledad, derrota y nostalgia, y más tarde religiosa; con sus varios ensayos y novelas, Serrano Plaja es sin duda un muy representativo miembro de esa generación escindida, dispersa, truncada, en gran parte malograda, que fue la generación literaria de la guerra civil española.
Tal vez, Arturo Serrano Plaja, ha sido el poeta de su generación que menos audiencia ha merecido en nuestro país, y sin embargo, quizá no haya ningún otro con su capacidad de conmoción en los temas del sufrimiento colectivo, o que se le parezca en lo singular de su queja religiosa, rebelde, sangrante, con su ternura secreta y su desamparo.
Arturo Serrano Plaja nace en San Lorenzo del Escorial en 1909. Estudia el bachillerato en el colegio de los Agustinos de El Escorial. Conoce en Madrid a César Vallejo, de quien recibe enseñanzas filosóficas-políticas. Realiza estudios en la Escuela Industrial de Madrid. Es mención obligada citar sus primerizas colaboraciones en el periódico El Sol, que inició en el año 1932. Por entonces había fundado una revista juvenil que se llamó Revista Nueva, con Juan Antonio Maravall, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo y Javier Echarri.
En 1933 fundó otra revista Hoja Literaria, con Enrique Azcoaga y Antonio Sánchez Barbudo. Por esas fechas colaboró en Octubre, Frente Literario y Caballo Verde para la Poesía. Con César M. Arconada y Emilio Delgado fundó, en 1935, la revista El Tiempo Presente, que fue una continuación de Octubre. Tiene especial interés el debate que, en 1935, mantuvo con José Bergamín en Cruz y Raya y en Leviatán sobre el sentido del discurso de André Gide, Defensa de la cultura.
Empieza a componer el 1º de Mayo de 1935 los primeros poemas de El hombre y el trabajo, un canto al trabajo en libertad, lleno de fe y esperanza, que es probablemente el mejor libro de poesía escrito en el trienio de la contienda provocada por la rebelión militar de 1936. Participa en la defensa de Madrid y se alista en el Quinto Regimiento. Fue uno de los redactores de Hora de España. Esta revista fue fundada en Valencia a fines de 1936, por un grupo de jóvenes escritores y artistas que desde un principio hicieron de redactores: Juan Gil-Albert, Rafael Dieste, Antonio Sánchez Barbudo y Ramón Gaya. A mediados de 1937, se unieron a ellos en la redacción María Zambrano y Arturo Serrano Plaja, quienes estuvieron igualmente un papel de importancia en la marcha de la revista y el no haber formado parte en su fundación fue debido a estar ausentes de Valencia por aquellas fechas en que fue creada.
Serrano Plaja siguió en el frente de Madrid, hasta el verano del 37. “Es Arturo Serrano Plaja, dilecto amigo nuestro –decía Antonio Machado-, un poeta-soldado o soldado-poeta, hombre tan a la altura de las circunstancias...” Y Alberti nos dijo: “Me sobra con conocer a este joven Arturo de El Escorial.... Le tengo fe. Le veo trabajar con furia, con desesperación y constancia. Como verdadero escritor pretende obras grandes... “
Serrano Plaja colaboró, de 1936 a 1939, también en revistas como El Mono Azul y Nueva Cultura. Fue nombrado secretario del II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas y fue lector de la famosa “Ponencia Colectiva”, que firmó junto a Emilio Prados, Miguel Hernández, Ramón Gaya, Juan Gil-Albert, Antonio Sánchez Barbudo, Angel Gaos, Antonio Aparicio, Lorenzo Varela, Herrera Petere...
Se exilia en 1939. Después de haber permanecido algún tiempo en un campo de concentración en Francia, vivió allí mismo y luego se trasladó a América: Chile y Argentina. Cuando Serrano Plaja y Salas Viu llegan a Chile. Pablo Neruda escribe: “Vosotros sois los únicos amigos de mi vida literaria en España que habéis llegado a mi patria. Hubiera querido traerlos a todos y no he desistido de ello. Trataré de traerlos, de México, de Buenos Aires, de Santo Domingo, de España”.
En 1942, exiliado en Argentina, fundó con Lorenzo Varela, la revista De Mar a Mar. En los años cincuenta se trasladó a París. Allí en la revista Cuadernos fue donde publicó, en 1960, el ensayo El arte comprometido y el compromiso del arte, que supuso su ruptura con el comunismo. Serrano Plaja reconvertido al catolicismo y a la vez desengañado con la política se alejó de sus compañeros.
En 1961 fue invitado por su amigo Antonio Sánchez Barbudo a ocupar un puesto de profesor visitante en la Universidad de Wisconsin, en Estados Unidos. De ahí pasó, primero a la Universidad de Minneapolis, en Minnesota, y, después, a la Universidad de Santa Bárbara, en California. Desarrollando en esta última Universidad hasta su muerte, en 1979, la labor de catedrático de Literatura.
La originalidad de la expresión poética de Serrano Plaja se vislumbra ya en sus primeros libros; Sombra indecisa (1932), Destierro infinito (1936) y El hombre y el trabajo (1938). Pero donde estalla es en Galope de la suerte (1958). Otras obras poéticas son: Versos de guerra y paz (1945) y La mano de Dios pasa por este perro (1965). Su novela Del cielo y del escombro (1943) fue calificada como la obra más importante, más ambiciosa de las publicadas hasta entonces por el grupo de jóvenes escritores de la generación del 36. Publicó una Antología de los místicos españoles (1946) y el ensayo Realismo “mágico” en Cervantes (1966). Finalmente en 1970, publicó Los álamos oscuros.
Desde los años de preguerra, aparece Serrano Plaja como poeta riguroso, exigente. No iba su poesía social a ceder el paso al exabrupto o a irse por el fácil camino de la consigna. Precisamente por sincera, un sentimiento auténtico sostiene su palabra. Escribir poesía social no es una degradación de la lírica, sino algo tan legítimo como escribir poesía movida por cualquier otro sentimiento. Asombra y emociona ver cómo Arturo Serrano Plaja supo percibir, en la soledad del cuarto donde, en intimo desahogo, el hombre puede llorar a solas, el esfuerzo común de todos los hombres trabajando unidos.
Una gran preocupación por el destino del hombre –de sí mismo, y de los otros- es típica en toda la poesía de Serrano Plaja. Ahora bien, a este poeta le interesa destacar no el destino último del ser humano, que vive y muere absurdamente, sino contemplar al hombre, productor de fuerza de trabajo; y cantar –o mejor, narrar en forma coloquial-al trabajo “libre”.
En su “Canto a la libertad”, el poeta escurialense nos dice que la libertad es el bien más alto que posee el hombre. Por eso no la alcanza la torpe mano de la soberbia ciega que atenta contra ella. Para Serrano Plaja, la libertad era “el pabellón del tiempo colocado en lo más admirable del esfuerzo del hombre, / en la parte más alta que al hombre pertenece”.
Francisco Arias Solís, político, biógrafo, poeta y periodista español.