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La Agrupación Obrera Republicana de 1904

Eduardo Montagut

Eduardo Montagut 

Entre el republicanismo y el socialismo hubo una clara disputa por el voto obrero entre el siglo XIX y el XX. Los republicanos consideraban que a través de la implantación de la República los trabajadores podrían alcanzar importantes mejoras. En concreto, el republicanismo federal se preocupó de establecer un programa social. En contra, el PSOE atacó toda esta concepción al considerar que los republicanos, a pesar de constituir formaciones políticas “avanzadas”, eran, ante todo, burgueses, por lo que no podían defender la causa obrera, según la concepción de la lucha de clases. Por eso, siempre defendieron que la única vía para luchar por la emancipación de los trabajadores pasaba por el partido obrero. Esta dicotomía siempre se mantuvo, aunque, bien es cierto, que se aminoraría en los momentos de acercamiento de ambas fuerzas políticas, como cuando se estableció la Conjunción Republicano-Socialista a raíz del terremoto político que supuso la Semana Trágica y la consiguiente represión de Maura, y cuando se puso en marcha la Segunda República. Pero, insistimos, los recelos siempre se mantuvieron.

En este contexto queremos acercarnos a una iniciativa republicana al comenzar el siglo XX que, en todo caso, no debió tener muchos vuelos. Nos referimos a la creación de la Agrupación Obrera Republicana al final del invierno de 1904. El objetivo era atraer a los obreros al “campo republicano” para mostrarles que todas las tendencias por radicales que fueran cabían dentro de una República. Por ello, se dedicaría a la propaganda de los ideales republicanos y el mejoramiento social de la clase obrera.

En realidad, era una agrupación madrileña, que tuvo su sede en el centro de la capital, en el Casino Republicano que se encontraba en la Plaza de Pontejos número 1, a espaldas de la Puerta del Sol.

El programa de la Agrupación tenía, por lo tanto, una parte política, y otra económico-social. En lo político se establecían dos objetivos. El principal de todos los fines era trabajar por el establecimiento de la República en España. Una vez instaurada había que luchar para su conservación combatiendo los esfuerzos de la reacción. Pero, además, la Agrupación se ponía al servicio del partido republicano mientras estuviera unido. Debemos recordar que en ese momento existía la Unión Republicana, nacida en marzo del año anterior.

En el plano económico-social, la Agrupación se planteaba que, en primer lugar, había que velar porque la legislación favorable a la clase trabajadora se cumpliese, además de procurar mejorarla, sin olvidar denunciar sus incumplimientos. En segundo lugar, había que proponer en las Cortes, las Diputaciones Provinciales y Municipios las reformas que condujeran a procurar mejoras en las condiciones de vida de los trabajadores. Había que denunciar los “abusivos privilegios” que el régimen monárquico había creado en favor de determinadas clases, que no eran las que verdaderamente contribuían al progreso y prosperidad de la nación. En esta línea, había que combatir los monopolios como causantes del encarecimiento de la vida.

Se debía prestar ayuda moral y material a cuantas peticiones, quejas y reclamaciones formulase la clase obrera, ya fuera de forma aislada, ya colectivamente, de grupo u oficio, cualquiera fuera su tendencia política y social a la que perteneciese o sin pertenecer a ninguna, procurando tener buenas relaciones con las sociedades de resistencia, lo que, permite comprobar que, en realidad, la Agrupación no pretendía ser un sindicato.

Se pretendía, además, colaborar en crear establecimientos de cooperación mutua o social que tendiesen a aliviar y mejorar las condiciones de vida del trabajador. Además, se quería trabajar para propagar la idea de la necesidad de establecer Agrupaciones en otros lugares de España.

En todo caso, estas iniciativas del republicanismo no terminaron por fraguar claramente, ya que a principios del siglo XX ya eran muy fuertes tanto el movimiento obrero socialista como el anarquista.

Hemos trabajado con el número del 4 de marzo de 1904 de Las Dominicales del Libre Pensamiento.

Eduardo Montagut Contreras es Doctor en Historia Moderna y Contemporánea, colabora con Eco Republicano desde 2014.

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