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La promesa de Diego Martínez Barrio como presidente de la República Española (1945)

Diego Martínez Barrio

Eco Republicano

El 10 de agosto de 1945, un centenar de diputados de las Cortes republicanas de 1936 se reunieron en el Salón de Cabildos de la Ciudad de México inaugurando las Cortes Españolas en el exilio. Unos días después don Diego Martínez Barrio es designado como Presidente de la República Española en el Exilio tras realizar la promesa constitucional.

La sede del gobierno republicano se ubicó primero en la Ciudad de México, trasladándose el 8 de febrero de 1946 a París, donde Martínez Barrio residió desde entonces, primero en una residencia en la Avenida Raymond Poincaré y después en un modesto piso en las afueras de la ciudad.

Durante su presidencia de la Segunda República Española en el exilio, Martínez Barrio lideró varios gobiernos, encabezados por José Giral (1945-47), Rodolfo Llopis (1947), Álvaro de Albornoz (1947 y 1947-49), Félix Gordón (1951-56 y 1956-60) y Emilio Herrera (1962). Su principal objetivo era poner fin a la dictadura de Francisco Franco e intentar restituir la República en España.


Las Cortes republicanas reciben la promesa del presidente de la República, don Diego Martínez Barrio (1945).

El viernes, día 17 de agosto de 1945, y en histórica sesión de Cortes, don Diego Martínez Barrio prometió el cargo de Presidente de la República Española ante los 96 diputados de la República que se encontraban en México y el Gobierno presidido por don Juan Negrín. La importante sesión se llevó a cabo en el Salón de Cabildos del Palacio del Departamento del Distrito, completamente abarrotado de españoles, y ante las autoridades de México y bajo la bandera de la República Española, izada en un balcón de Salón de Cabildos.

Así lo relataba la editorial del periódico ‘Reconquista de España’, órgano de la unión nacional española en México:

La República en pie

Las Cortes españolas –las únicas, las que un día eligió el pueblo en función de su soberanía- acaban de investir al que era su presidente, de la más alta magistratura del Estado republicano. Desde el viernes pasado, don Diego Martínez Barrio ostenta la Presidencia de la República Española, y en esta exaltación han colaborado, con su asentimiento, todas las minorías parlamentarias y, naturalmente, todos los partidos políticos. Cuenta, por consiguiente, ya, la República, con una cabeza responsable, guardadora de la Constitución y amparadora de las instituciones legales, y desde ahora, nadie –viva dentro o viva fuera del orden republicano- podrá objetar argumentos de ilegitimidad ni poner en tela de juicio la autoridad del régimen. 

La unidad, ese poderoso instrumento conciliador y creador por el que tanto hemos clamado en estas columnas, ha hecho posible este saludable acontecimiento. En la unidad hemos de seguir apoyándonos hoy más que nunca, para acabar de poner en pie la obra fecunda que guarda en su seno la restauración de las libertades democráticas. Desde esta tribuna de la emigración republicana española, enviamos a don Diego Martínez Barrio nuestra más viva y sincera felicitación y nuestra promesa de seguir colaborando, con una fidelidad inquebrantable a la República, en las urgentes tareas de devolver a nuestro pueblo el ejercicio de sus más caros derechos.

Promesa de don Diego Martínez Barrio

El señor Luis Fernández Clérigo que presidía la sesión Cortes: «Entramos en el orden del día: Promesa del excelentísimo señor don Diego Martínez Barrio, como Presidente interino de la República. La comisión designada para recibir al señor Presidente se servirá acompañarle al salón».

Suenan las trompetas, y las Bandas del Estado Mayor interpretan en la calle los himnos de México y de la República Española.

La entrada de don Diego Martínez Barrio es acogida con ovaciones, por todos los presentes, que se ponen en pie, mientras suenan vivas a la República Española y a México.

El Presidente de las Cortes pregunta al señor Martínez Barrio: «¿Prometéis fidelidad a la República y la Constitución?».

Don Diego Martínez Barrio contesta: «Prometo».

El señor Fernández Clérigo cierra la histórica escena con las palabras de rigor, que adquieren en esta sesión extraordinario patriotismo: «Si así lo hiciereis, la nación os lo premie y si no, os lo demande».

A las cuatro y veinte minutos de la tarde terminó esta ceremonia, por medio de la cual, y conforme a lo que prescribe la Constitución Española, el señor Diego Martínez Barrio pasó a ocupar oficialmente la presidencia de la República Española, vacante desde el fallecimiento, en Francia, de don Manuel Azaña.


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