Covid-19 · Actualidad · Internacional · República · Opinión · América Latina · Ciencia · Cultura · Derechos Humanos · Feminismo · Entrevistas


Frida Knight, brigadista

María Torres
«Ayer se cumplía el último deseo de una brigadista inglesa. Sus cenizas fueron difundidas al pie del Puente de los Franceses. 
Frida Knight vino en 1937 a Madrid y colaboró durante la guerra civil como intérprete y periodista con la oficina de prensa republicana. 
Al acto asistieron varios brigadistas, que cantaron La Internacional y Puente de los Franceses. Frida Knight murió hace cinco semanas, a los 85 años.» (1.996) 


"The most significant moment in my life was the day the ambulance took me across the border into Spain." 

"El momento más importante en mi vida fue el día que la ambulancia me llevó a través de la frontera a España". 

2 de Octubre de 1996. Una anciana agoniza en un hospital. Se ha preocupado de trasladar a sus familiares y amigos su última voluntad: Quiere que cuando muera sus cenizas sean arrojadas bajo el Puente de los Franceses de Madrid, en el río Manzanares. 

Mientras que esto sucede su nieta rebusca entre sus recuerdos. Encuentra una vieja fotografía de la abuela con un soldado, un libro de Lorca que contienen unas resecas y aplastadas violetas y una carta de 1937 donde se informa de la muerte de un comisario en el Puente de los Franceses. 

Frida fue brigadista internacional, una más de los románticos luchadores por la democracia del pueblo español y luchadora infatigable en defensa de los más débiles. Fue uno de tantos voluntarios de la libertad que llegó a España para ayudar a la democracia en peligro por un golpe de estado militar, para defender la República. 

Había nacido el 11 de noviembre de 1910 en el seno de una familia preocupada por la educación. Su padre era el decano del Trinity College y su madre la primera mujer que curso estudios universitarios en Newnham. Se educó en Cambridge y en el Royal College of Music. Con ocho años tocaba el piano y el violín, pero su formación se vió interrumpida a los catorce años al serle diagnosticada la enfermedad de Graves, un trastorno autoinmunitario que lleva a hiperactividad de la glándula tiroides. 

En 1936 se unió al Partido Comunista de Gran Bretaña, trabajó con los desempleados de Manchester en proyectos musicales y creció su conciencia social. Cambió los vestidos de rico paño inglés por el traje de miliciana y llegó a España conduciendo una ambulancia donada por los mineros de Cambuslang desde Londres hasta Murcia en el año 1937. Una vez en España visitó los distintos frentes de guerra, trabajó en un hospital de niños refugiados y se encargó de la oficina de prensa de las Brigadas Internacionales. También realizaba trabajos como traductora para los brigadistas ingleses y americanos. 

Luchó en el frente de Madrid, y allí se quedó su compañero en los días de la contienda. 

Cuando en 1938 llegó la orden de abandonar España, Frida dejó a su amor y una parte de su vida en este país. Decía que en el único lugar donde había que estar en ese momento era en Madrid. A su regreso a Gran Bretaña, siente nostalgias de la guerra y sigue trabajando por ayudar al pueblo español. Se dedica a recaudar fondos para los niños refugiados vascos. 

En 1939 se traslada a Francia y colabora en tareas de ayuda a los refugiados republicanos que habían sido acogidos en los campamentos franceses, se inscribe como estudiante en la Sorbona y cuando París es invadido en junio de 1940 es arrestada por la Gestapo y encarcelada en Besanon, donde permaneció casi un año hasta que pudo escapar con la ayuda de la Resistencia francesa. La fuga de París fue el argumento de su primer libro. 

Frida rehace la vida en Inglaterra como puede. En 1944 se casa con el biólogo Jonathan Knight, con el que tiene cuatro hijos. Trabaja en el departamento de información de Francia Libre en Londres y después de la guerra continuó con su apoyo activo a las organizaciones de izquierda, colaboró en campañas de apoyo a Cuba y publicó las biografías de Beethoven y William Frend. 

Durante toda su vida la acompañó el recuerdo de Madrid y su Puente de los Franceses, del amor perdido en el frente, del hambre de un pueblo en guerra. 

Lo que ella nunca supo es que Madrid, capital de la gloria, siempre la estuvo esperando.


Gracias, compañero, gracias
por el ejemplo. Gracias por que me dices
que el hombre es noble.
Nada importa que tan pocos lo sean:
Uno, uno tan sólo basta
como testigo irrefutable
de toda la nobleza humana.
1936, Luis Cernuda (extracto)



MARIA TORRES



Publicar un comentario