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La República, sin dogmatismos, sin imposiciones

La buenas ideas e intenciones abundan entre los que vamos por la senda de la Izquierda, solo que unos vamos en pequeños grupos y otros en solitario.

Si acordáramos encontrarnos y caminar juntos, pero sin perder nuestra personalidad, sin diluir necesariamente nuestra idiosincracia, compartiendo ideas y esfuerzos, pancartas y banderas... ya no íbamos a caminar por sendas solitarias, sino que llenaríamos avenidas espléndidas y llegaríamos a tantos conciudadanos que nos están esperando, a la expectativa, a ver lo que hacemos, que el sistema temblaría y hasta los maderos obedientes y simplones se lo pensarían a la hora de levantar su fuerza bruta contra el pueblo movilizado que busca sacudirse tanta mierda e injusticia arbitrariamente creada e impuesta cuando carecíamos de la suficiente consciencia y unidad.

Sería una respuesta popular en marcha, que difícilmente iba a ser detenida por mucho que se quiera ajustar o rebajar la presión a la olla social con medidas demagógicas como las que cada día emprende el sistema para engañarnos y someternos.

La penúltima, esa reforma fiscal que anuncian a bombo y platillo cuando lo que esconden es beneficiar a los de siempre: los banqueros, los grandes patronos, los oligarcas, los amancebados al poder, los de la sotana...

La última, es que en plenas vacaciones y con el sol derritiéndonos intentan clavarnos su nueva ley de control del aborto o mejor de “derrota total de los derechos de la mujer” a decidir libremente la maternidad.

Lamentablemente nos pillan demasiado desorganizados o mirando cada uno a su “ombligo”, pensando que los demás tienen que venir a “mi casa”, a mis siglas, a mi organización. No cedemos en pro de la unidad de acción pese a la gran cantidad de cosas que pueden unirnos en un proyecto amplio contra el sistema. Demasiado soberbios, demasiados izquierdistas de papel.

Me lamento y quizás yo sea uno de los que no ceda suficientemente en pro de la unidad... Así nos va: la monarquía heredada del heredero del dictador se ha prorrogado contra el sentimiento republicano, probablemente mayoritario entre la ciudadanía, pero no suficientemente defendido frente a tan injusta y desigual imposición.

Cierto que la República no es un fin en sí misma, la entiendo como instrumento de transformación imprescindible en el camino de la conquista de la libertad, la fraternidad, la igualdad; esos son los  verdaderos fines que perseguimos los republicanos.

Cierto que ese interés por el instrumento “República” no es monopolio político de la izquierda o de los izquierdistas... Hay muchos ciudadanos que se acercarían, lo harían suyo, lo apoyarían si no fuéramos tan dogmáticos y excluyente a veces.

Porque la República será la casa de todos los que se muevan por ella, y será gobernada por el pueblo a través de su voluntad libremente expresada y unas veces estará más a la izquierda y otras más centrada y pausada. Solo la voluntad del pueblo decidirá en cada momento la velocidad que tomará en su tarea de transformación política, social y económica que de satisfacción al conjunto de aspiraciones de la sociedad.

Sin dogmatismo, sin imposiciones, pero con la más amplia unidad ciudadana posible.

Salud y República.




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