Víctor Arrogante |
La Transición española, se dice fue el proceso que llevó a
España desde la dictadura de Franco a la democracia. Quedaba atrás un régimen
sin derechos y represión de las libertades. Comenzaba un modelo de Estado de
Derecho, social y democrático, con el mercado como expresión de lo económico.
Pero ni todo fue como nos decían que era, ni siquiera como parecía ni mucho
menos como ahora algunos pretenden. Ahora es necesario avanzar hacia otro
modelo, abriendo un Proceso Constituyente.
Con la llamada Transición se pasaba de la dictadura del
general Franco —que duró treinta y seis años—, a la monarquía de Juan Carlos,
capitán general de los ejércitos, que ha durado treinta y nueve. Desde el
derrocamiento de la República, los españoles no hemos dejado de estar
gobernados por militares y seguimos estándolo. El nuevo rey fue proclamado, en
un acto civil, con uniforme de almirante general de la armada. Démosle tiempo,
pero mucho me temo que todo seguirá siendo igual si no abre un Proceso Constituyente,
que legitime un nuevo modelo de Estado para la convivencia del futuro; libre de
ataduras y controlado por la ciudadanía crítica, responsable y participativa.
En 1975 murió Franco y supuestamente quedaba atrás un
régimen sin derechos, de represión de las libertades y de persecución de todo
cuanto no fuese fidelidad a lo que llamaban principios del movimiento nacional,
jurados por el entonces príncipe de España Juan Carlos de Borbón —heredero de
Franco a título de rey—. El régimen dictador se estableció, después de un golpe
de estado contra la democracia, una guerra civil y una rígida dictadura que
duró hasta 1978. Pero la estructura de poder quedó intacta y nunca se produjo
una auténtica ruptura. La llamada oposición democrática que pedía «ruptura», se
conformó con la reforma; y quienes querían «reforma», retornaron a sus
cavernas. La policía, los jueces y militares, pilares de la represión,
continuaron en sus puestos. Viendo aquellos acontecimientos, lejanos ya en la
memoria, llego a pensar que los miembros de la oposición al régimen, fueron tan
solo invitados en el proceso; y los propios franquistas, quienes diseñaron el
cambio, para que poco o nada cambiara. Los ciudadanos fuimos espectadores de
una película en blanco y negro y sin subtítulos.
El proceso comenzó mucho antes de la muerte de Franco (20 de
noviembre de 1975), desde dentro del propio régimen y con el control de Estados
Unidos, al considerar a España zona de primer orden estratégico. Prefirió un
régimen anticomunista —aun con dictador amigo—, que otro más conflictivo que
defendiera las libertades, por muy alejado que estuviera de la Soviet Unión. Militares,
el propio rey, altos jerarcas del régimen, incluso algunos encuadrados en la oposición
democrática, de buena fe o por interés propio, colaborando con agencias extranjeras,
contribuyeron a lo que ha sido desde entonces el modelo español y ahora siguen
en el empeño.
Decir que durante este tiempo nada ha cambiado, sería cuanto
menos incierto. La foto fija de la época, muestra una sociedad empobrecida y
triste, en donde la miseria era lo normal entre la población que no estuviera
cerca del poder. Otra cosa es que el gobierno de Rajoy, fiel representante de
la rancia derecha española, con sus políticas antisociales y represivas, nos quiera
llevar a épocas anteriores a la que hoy rememoro.
Todo quedó atado y bien atado y hoy sufrimos las
consecuencias de aquel «consenso» que no puede durar eternamente. El rey era la
cabeza visible de aquel proyecto y ha abdicado, entre otras cosas, porque a su hija
Cristina la van a imputar por supuestos delitos de corrupción, de los que era
conocedor, y por activa o pasiva está implicado. Otras razones serían: la falta
de transparencia, la opacidad, los viajes a las monarquías del Golfo, las
comisiones, la supuesta fortuna, los elefantes muertos, los resultados del 25M,
las presiones internacionales o quizás por todo, el régimen ha muerto.
En 1978 se nos metió el miedo en el cuerpo, con los
fantasmas de la involución, doblegando nuestras ansias de libertad: Si no votas
la Constitución que proponemos, volverán a sacar los tanques a la calle y darán
un golpe de estado. La mayoría, formándonos como ciudadanos, dejando de ser súbditos,
ante tan «atractiva» alternativa, votamos SI. Se nos coló la monarquía de
«rondón», que es lo que pretendían. Hoy, cuando algunos pedimos que se abra un Proceso
Constituyente, tras tantos años de «estabilidad» del nuevo régimen, se nos reprocha:
¿si no queríais la monarquía, por qué la votasteis en 1978? La pescadilla manipuladora
que se muerde la cola.
La soberanía del pueblo, está secuestrada. La mayoría del
pueblo soberano está en paro, sometidos a una crisis económica que nunca
provocaron, viendo como las instituciones del Estado, que supuestamente
deberían representar los intereses generales, solo benefician a los poderosos. «El
Padrino» sabía bien como hacerlo, diseñó el modelo: Todo para mí y mi famiglia
por encima de todo; lo que sobre para quién tenga las agallas para hacerse con
ello. Más o menos lo que hace Rajoy: todo para mi y los míos.
Sin entrar a analizar el discurso del rey Felipe, que tiempo
habrá para ello, tengo en la retina una imagen que puede marcar el próximo
futuro. En el acto cortesano de humillación llamado «besa manos», quienes besan
la mano —anillo— del cardenal Rouco, son los nuevos reyes; sumisos y postrados
reverencialmente. El primer viaje oficial, será al Vaticano, después de la misa
oficiada por el cardenal en la intimidad familiar de la Zarzuela. Todo muy
moderno y racional. Empiezan bien. De los cien días de confianza, ya han
agotado cuatro.
En mi memoria la cita real solemne «En
una España unida y diversa cabemos todos». Y no es así. Mientras
la pronunciaba, la policía del régimen, ejercía la represión contra los
derechos fundamentales de libertad de expresión y manifestación y contra quienes,
legítimamente, reclamaban, de forma pacífica, una Republica. Los republicanos
no cabemos, ni todos somos iguales. El primer acto público de los reyes, ha
sido recibir a las asociaciones de víctimas del terrorismo, que está bien; olvidando
a las víctimas del franquismo, que piden justicia, reparación, reconocimiento,
respeto y la consideración del gobierno y de las instituciones.
El régimen que trajo la Transición ha fracasado. La
Constitución está obsoleta y no resuelve ninguno de los problemas históricos de
España. La mayoría social está dando la espalda a la clase política, a las
instituciones y a la Constitución misma, porque sus principios y valores se
quedan en meras declaraciones sin contenido; sus preceptos no se cumplen o se
interpretan de forma restrictiva, limitando derechos fundamentales, eliminando
los sociales y entorpeciendo el ejercicio de las libertades públicas.
No proceden nuevos pactos de Estado, ni consensos sagrados
que nos lleven a otras transiciones, para el mantenimiento de privilegios y
prebendas. Con aquellos mimbres estamos inmersos en este cesto. Todo debe pasar
por un Proceso Constituyente, que establezca un nuevo modelo, con la máxima
participación social y control ciudadano.
Cabría una moraleja: si quieres que todo sea como tú quieres
que sea, proponlo y vótalo, sin intermediarios. No dejes tu decisión en manos
delegadas. Siempre es mejor un ciudadan@ un voto, que un voto delegado, que quién
lo ostente pueda hacer de su capa un sayo, a su conveniencia, olvidando el
compromiso contraído, si lo hubo. También vale para los militantes de aquellos partidos
políticos que están en la dialéctica de mejor organizarse, para mejor
representar y mejor hacer. Una persona un voto responsable.
Víctor Arrogante
En Twitter @caval100