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Glosa de una abdicación: I. Mentiras reales:

Juan Carlos y Franco
Glosa de una abdicación: I. Mentiras reales:


En el texto de abdicación de su cargo de heredero del dictador militar y Jefe del Estado Francisco Franco que le otorgó el título de Rey el ciudadano Juan Carlos dijo:

«En mi proclamación como Rey, hace ya cerca de cuatro décadas, asumí el firme compromiso de servir a los intereses generales de España, con el afán de que llegaran a ser los ciudadanos los protagonistas de su propio destino y nuestra Nación una democracia moderna, plenamente integrada en Europa.




Se trata de su último falseamiento de la historia desde su cargo oficial porque la realidad del compromiso que adquirió fue otra muy distinta. El 22 de julio de 1969 el dictador Franco, el perjuro que se levantó contra la república democrática que había jurado defender le designó como su heredero a título de Rey y le dijo bien claro que era un invento suyo:

Ha de quedar claro y bien entendido, ante los españoles de hoy y ante las generaciones futuras, que esta Monarquía es la que con el asenso clamoroso de la Nación fue instaurada con la Ley de Sucesión el 7 de julio de 1947, perfeccionada por la Ley Orgánica del Estado de 10 de enero de 1967; Monarquía del Movimiento Nacional continuadora perenne de sus principios e instituciones y de la gloriosa tradición española. Por ello, para cumplir las previsiones sucesorias, se instaurará, en su día, la Corona en la persona que hoy proponemos como sucesor, mediante la aprobación de la Ley a que va a dar lectura el señor Presidente de las Cortes.»

Al día siguiente el recién electo heredero de la Monarquía del Movimiento Nacional a título de rey dijo ante las cortes franquistas que los proclamaron:

«Excmo. Sr. Presidente de las Cortes: Estoy profundamente emocionado por la gran confianza que ha depositado en mí Su Excelencia el Jefe del Estado, al proponer a las Cortes, haciendo uso de la facultad que le concede el artículo 6 de la Ley de Sucesión, mi nombramiento como sucesor a título de rey, así como el altísimo honor que me ha hecho el supremo órgano legislativo del país al aprobar la propuesta que sancionada, ha quedado convertida en Ley. Me acabáis de comunicar oficialmente su contenido y plenamente consciente de la enorme responsabilidad que sobre mí va a recaer acepto, en mi nombre y en el de mis sucesores, las obligaciones y deberes que me impone esta designación, pues considero que en definitiva se trata de obedecer un mandato de nuestro pueblo expresado en forma legítima y fehaciente a través de su representación genuina, que son las Cortes Españolas. Formado en la España surgida el 18 de Julio, he conocido paso a paso las importantes realizaciones que se han conseguido bajo el mandato magistral del Generalísimo. Este acto trascendental para mí, representa mi entrega total al servicio de la patria. Mi aceptación incluye una promesa firme que formulo ante VV. EE. Para el día, que deseo tarde mucho tiempo, en que tenga que desempeñar las altas misiones para las que se me designa, dedicando todas mis fuerzas no sólo al cumplimiento del deber, velando porque los principios de nuestro Movimiento y Leyes Fundamentales del Reino sean observadas, sino también para y dentro de esas normas jurídicas, los españoles vivan en paz y logren cada día un desarrollo creciente en lo social, en lo cultural y en lo económico. Os ruego, pues, señor vicepresidente del Gobierno y señor presidente de las Cortes, que así se lo comuniquéis respectivamente a Su Excelencia el Jefe del Estado y a las Cortes Españolas. Que Dios me ilumine y me ayude en un perseverante servicio a nuestra amada España y que cada día sea una realidad plena de nuestros anhelos de unidad, grandeza y libertad de la patria.»


Alfonso J. Vázquez


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