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El Teniente Segura y el ejército corrupto

Hace un año escribí una serie de artículos dedicados a Luis Gonzalo Segura de Oro Pulido, sobre su libro «Un paso al frente» y las denuncias que el teniente Segura vertía en él contra la corrupción en el ejército. Entonces daba un paso al frente con él y por él. Hoy la noticia es que el ejército le ha expulsado de su seno. Sino fuera por lo que Luis sufre, me alegro; porque una persona decente no debe formar parte de determinadas instituciones, ni por la paz del mundo que dicen defender, que está por ver.

Este caso tiene una relación directa con la corrupción en España, de la que ya he hablado en otros momento, pero un buen amigo, atento a lo importante, me dice: «Cuando tengas la oportunidad de hablar en los medios de comunicación sobre la corrupción en España, creo que es conveniente decir que se trata de una corrupción del régimen, que afecta a todos los estamentos institucionales: monarquía, política, ejército (como es el caso del teniente Segura) y de la iglesia». Dicho está amigo «republicano»; me he hecho «eco» de tu apunte, porque es justo y necesario resaltarlo.

Los altos mandos del ejército lo han intentado todo: con medallas o promoción, pero Segura ha continuado con sus denuncias. Como no pudieron por las buenas, llegaron las bravas. Le acompañé, con la diputada Irene Lozano, cuando ingresó en un centro disciplinario militar en Colmenar Viejo, donde cumplió dos meses de privación de libertad. No había dado un golpe de estado, ni saqueado las arcas públicas, ni cometido crimen alguno. Entraba en prisión por vía administrativa, en aplicación del Código Militar, en «un procedimiento sin garantías jurídicas» y de forma arbitraria, por haber escrito la novela «Un paso al frente», donde cuenta su experiencia en el «desbarajuste» del Ejército, descifrando ese oscuro y corrupto «mundo de la milicia» sin derechos.






Cuando fue puesto en libertad, con una huelga de hambre incorporada, Luis, mi amigo, ha seguido denunciando públicamente lo que ocurre en esa organización jerarquizada, antidemocrática, oscura y por lo que conocemos supuestamente corrupta. Una organización en la que, por su propio sentido de ser, la democracia es aquello por lo que sus mayores lucharon para destruirla. Sus denuncias sobre la corrupción y las malas prácticas en el seno de las Fuerzas Armadas, han conseguido que los altos mandos del ejército, que tantas veces le han sancionado con arrestos y presión psicológica, no lo hayan soportado más y le han expulsado. Para mi es un reconocimiento a su valía, por ser buena gente y que el ejército no se merece.

Con la expulsión, el ejército se enroca en sus malas artes y costumbres: corrupción e injusticias flagrantes. Contratos troceados para no sacarlos a concurso, cajas B y C, gastos descontrolados, comidas y fiestas de altos mandos pagadas con dinero público. No se le expulsa por sus «denuncias falsa», que no se investigan, sino por criticar a la institución y a sus mandos. Con los arrestos, sanciones y prisión, la cúpula militar pretendía detener las denuncias en los medios de información, pero Segura siguió adelante denunciando, incluso lo hizo desde el propio centro disciplinario. El Ejército, vengativo, se vengó, aplicando un régimen disciplinario de máxima seguridad.

Decía yo entonces y digo ahora: No soy partidario de los ejércitos; de ninguno. Como será la cosa, que una de las mayores satisfacciones de mi vida fue, cuando el ejército de Franco me declaró «inútil total» para las armas, por la vista; hoy sigo siéndolo, contrario al ejército, a las armas y contra cualquier organización militar, por verlos.

Las armas han acompañado al poder y a los gobiernos a lo largo de la historia. La legitimidad de la Constitución española, le viene dada por el golpe de estado contra la República, la victoria de la guerra civil y la dictadura de cuarenta años sustentada por el ejército. Podríamos decir que España es una monarquía militar. Desde que terminó la guerra, tres han sido los jefes de Estado, militares por supuesto. El rey, jefe del Estado, es jefe supremo de las fuerzas armadas y capitán general de los ejércitos. Con la coronación de Felipe el VI como rey —con uniforme militar—, quedó consolidado el «atado y bien atado» del general Franco. El ejército sigue vigilando al poder.

No me extraña lo que Segura dice: «Cuando entro por la puerta del cuartel vuelvo al siglo XX». Al siglo XIX diría yo o siglos más atrás si cabe. Veo en las garitas a los soldados profesionales de tropa custodiando cuarteles o desfilado, con paso firme del ayer y del hoy, cuadrándose, con «mirada alta y perdida, gritando ¡señor, si, señor!, mientras las condecoraciones, se reparten entre aquellos que no hacen «demasiado ruido». Mientras, «a la tropa se le reduce el salario», incluso la comida. En cada recinto militar hay un reino de taifas compuesto por el jefe de obras y el de cocina, que se encargan de los desvíos presupuestarios y las facturas falsas, para fines particulares.

Respeto a la gente digna y honesta, miembros de las fuerzas armadas. En mi recuerdo, los legendarios capitanes Daoíz y Velarde, teniente Ruiz o al general de Riego. A Miajas, Rojo o Modesto y a los demócratas de la Unión Militar Democrática. Mi amigo Luis, con 38 años, que podría ser mi entrañable hijo con el que estudió, cree que el autoritarismo y la corrupción, son dos caras de una misma moneda. Creyó en la Justicia y puso denuncias, aportando pruebas, sobre irregularidades en los presupuestos militares; pero la justicia es la del poder y el ejercito es poder con su justicia.

En los cuarteles hay represión e impera la ley del silencio. En «Un paso al frente» muestra la institución desde dentro. «La casta, pasa de padres a hijos, tiene una ideología homogénea y una forma de pensar de otro tiempo». Es una organización sexista y racista, en la que los oficiales de la escala superior son los blancos y los suboficiales los negros; Los oficiales que vienen de la antigua escala media son mestizos y la tropa la chusma. El acoso es una herramienta común, que los mandos utilizan para mantener el orden. Una de las mayores preocupaciones de la oficialidad es disfrutar con la mayor intensidad posible del privilegio del poder. Todo por la patria.

Según el artículo 8 de la Constitución, el ejército «tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional». Texto casi idéntico al artículo 37 de la Ley Orgánica del Estado de 1967: «Las Fuerzas Armadas garantizan la unidad e independencia de la Patria, la integridad de sus territorios, la seguridad nacional y defensa del orden institucional». Estos preceptos se utilizaron para dar el golpe de estado del 23F en 1981.

Recomiendo seguir las reflexiones del #tenienteSegura en su Blog Un paso al frente, que se ha convertido en una de las pocas voces críticas con el ejército. Comenta temas de actualidad como la crisis del Yak42, el caso de la comandante Zaida Cantera o los Planes Especiales de Armamento que han endeudado al Estado por las armas.

Por cierto, las exportaciones de armas en España, están alimentando los conflictos en Oriente Medio. Se ha convertido en el sexto mayor exportador de armas del mundo con 3.203 millones euros. La exportadora de armas DEFEX, está siendo investigada por la Audiencia Nacional. En el Consejo de Administración están representados los Ministerio de Hacienda, Asuntos Exteriores y Cooperación, Economía y Competitividad y el de Defensa, además de diversos accionistas privados. En el caso que se investiga por corrupción, están implicados el expresidente, su exdirector financiero y la sobrina del espía Francisco Paesa. La trama, se habría apropiado de millones de euros por comisiones ilegales, repartidos entre los funcionarios de los países compradores (Angola, Camerún o Arabia Saudí) y altos cargos de la empresa.

El cinismo del gobierno español es de tal envergadura que «el criterio geopolítico en la autorización a las exportaciones de armas se antepone al cumplimiento de la legalidad nacional e internacional». España vende material militar o antidisturbios a países embargados por que están en guerra: Libia e Irak; pero los deniegan a Egipto o Venezuela, aduciendo situación de inestabilidad interna.

Frente a la dignidad, la completa erradicación de los mandos corruptos y acosadores, dicen los eurodiputados Javier Couso y Lola Sánchez. Estas actitudes deben suponer los últimos coletazos de un régimen autoritario que funciona al margen de los derechos fundamentales de los ciudadanos. Ambos consideran la expulsión de Segura como un «ataque a la libertad de expresión», más propia de un Ejército de otra época que de una institución del siglo XXI. Couso ha exigido un giro radical en una institución que considera «tolerante con la corrupción y el sexismo», como se ha demostrado también en el caso de la comandante Zaida Cantera. Se expulsa a los que denuncian la corrupción sin investigarla, mientras que a los corruptos les ponen medallas.

Me dice Luis que «es triste ser despedido por un señor de la guerra; lo que demuestra el país en el que vivimos» y tiene razón. «Podría arremeter contra los altos mandos por permitir que los delincuentes y acosadores sexuales se reintegren en las Fuerzas Armadas, mientras que los que denuncian corrupción son expulsados». Prefiere dar las gracias a todos esos militares que le han animado, apoyado e informado en secreto.

«Señor de la guerra, señores generales, señores oficiales, señores jurídicos y resto de personal: Podría felicitarles por su abrumadora y aplastante victoria, me equivocaría. Hoy Ustedes han demostrado lo que llevo tanto tiempo denunciando, hoy en la inmensa derrota en la que me han sumido han terminado por exponerle a toda la sociedad la clase de personas que son, el tipo de militares que dirigen los designios de las Fuerzas Armadas. Su victoria de hoy, será su derrota de mañana. Muchas gracias».

Mientras no se demuestre lo contrario, estamos en un país con un gobierno que es la vergüenza de España. Segura, sugería al ministro de Defensa hasta 19 medidas, «que harían del ejército una institución más justa y honorable», pero no están en eso. El problema de las fuerzas armadas, no es estructural, sino de regeneración, dice el teniente. Yo voy más lejos: una institución autoritaria que funciona al margen de las leyes y los derechos fundamentales ciudadanos, tiene que desaparecer.

Querido Luis, mi solidaridad y respeto por tu lucha. Si te sirve de algo, también te doy mí en hora buena, por salir con la cabeza alta, de una organización que no te merece.

Víctor Arrogante

En Twitter @caval100

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