Víctor Arrogante | Eco Republicano
Mariano Rajoy, presidente del Gobierno en funciones, ha fracasado al no conseguir los apoyos necesarios en la segunda votación de la investidura. Se ha quedado corto en la suma de escaños y es que tiene pocos amigos; ni siquiera los treinta y dos diputados de Ciudadanos, que le han votado tapándose la nariz. La mayoría absoluta del Congreso ha votado en su contra, lo que resulta parecido a una «moción de censura», en la que le han dicho: márchese, no le queremos de presidente ni en funciones ni en pintura. El Comité Ejecutivo del PP blinda a Rajoy tras el fiasco de la investidura, saliendo en su defensa, que es como salir en defensa de los propios miembros ejecutivos.
En España se elige presidente mediante la investidura tras la celebración de elecciones generales, si consigue los suficientes apoyos parlamentaros. También mediante una moción de censura se elige una alternativa o tras exigirle responsabilidades. Está prevista la figura de la «moción de censura» en los artículos 113 y 114 de la Constitución: «El Congreso de los Diputados puede exigir la responsabilidad política del Gobierno mediante la adopción por mayoría absoluta de la moción de censura». La moción debe ser constructiva, esto es que la propuesta (apoyada al menos por la décima parte de los diputados), tiene que incluir un candidato a la presidencia. Otra institución bien distinta es la «cuestión de confianza». En ambos casos la mayoría absoluta parlamentaria es crítica; se gana la censura o se pierde la confianza. No estamos en ésas y discúlpenme si consideran que divago, pero quiero hacer un repaso a estas cuestiones, por si hay que tenerlas en cuenta.
Rajoy ha fracaso y ha dejado de tener la consideración de candidato, manteniendo el de Presidente en funciones no sabemos hasta cuando. España entrará en el Top-3 de países sin Gobierno, igualando a Camboya. Más allá quedan Moldavia y Bélgica, dos países que sobrepasaron los 500 días en funciones. Ni con terceras elecciones parece posible que España supere la cifra de los 500 días, pero hace tan solo unos meses, la de los 300 días también parecía lejana. No digo que sea malo ni bueno, constato un hecho que muestra la peculiaridad de nuestro Sistema. La democracia se caracteriza por la participación ciudadana y votar como la mejor forma. Prefiero terceras elecciones generales a que gobierne Rajoy con el PP, como única opción «viable» para formar gobierno «estable, moderado y eficaz», como el propio candidato se presentó.
Rajoy llega tarde. Ahora ofrece grandes pactos sobre pensiones, educación, financiación autonómica, violencia de género y energía. Aseguró que si es investido convocará el Pacto de Toledo para acometer una reforma que garantice la sostenibilidad del sistema de pensiones. Asimismo, planteó un pacto nacional por la educación que abarque desde primaria hasta la universidad, que se centre en la adquisición de competencias y que permita a todos acceder al sistema en igualdad de condiciones. El candidato defendió la unidad de España y no ve necesario reformar la Constitución. Rajoy ya ha hecho historia, entre otras cuestiones por ser el único que ha perdido una sesión de investidura.
Ni Rajoy ni el PP son de fiar. Apenas han pasado unos días desde la firma con Ciudadanos del pacto anticorrupción, cuando colocan al ministro Soria, el de los papeles de Panamá, en el Banco Mundial. Premian a un político mentiroso y manchado por la corrupción, con un sueldo de 226.000 euros al año. Un destino dorado, como el de Trillo en Londres o el de Wert en París. Como son; Cospedal defiende el nombramiento de Soria porque no conoce «nada que le relacione con corrupción», cuando es la seña de identidad del PP. ¿Qué le deberá Rajoy a Soria para favorecerle de esta forma con la que está cayendo? «¿Qué se va a hacer? ¿Se le echa de España?», dice con desvergüenza el presidente en funciones.
El discurso de investidura de Rajoy abrió las portadas de todos los diarios con distintas interpretaciones. Para El País «Rajoy cumple el trámite en el Congreso sin opciones de éxito», destacando que se presentó «como la única opción estable, moderada y eficaz». El Periódico titula: «No hay alternativa». Por su parte La Vanguardia dice que «Rajoy traslada al PSOE la carga de otras elecciones». El Mundo resalta que Rajoy emplaza a Sánchez «ante la amenaza contra la integridad territorial». Para ABC, «Rajoy tiende la mano al PSOE y le ofrece siete pactos de Estado». El Economista señala: «Rajoy urge a formar Gobierno para reactivar la inversión y el empleo». Para todos los gustos, pero con las mismas intenciones no escondidas. El País y El Mundo coincidieron hasta en sus portadas: «El portazo de Sánchez aboca a terceras elecciones», señalando que Pedro Sánchez ha cerrado toda posibilidad de entendimiento con el PP. Y hoy El País nos sale con una editorial pidiendo que los dos responsables del bloqueo, den un paso atrás.
Permítanme que continúe con mis apuntes sobre la figura de la moción de censura, que seguramente habría que haber utilizado en esta pasada legislatura. Desde que se aprobó la Constitución en 1978, se han presentado dos mociones de censura y en otras dos ocasiones, se han planteado cuestiones de confianza, con diferentes resultados y conclusiones. Fue en mayo de 1980, cuando el PSOE presentó la primera «moción de censura» al presidente Suárez. La iniciativa originó un desgaste tremendo para el gobierno y fue el principio del fin, que llegó en 1982. La moción fue rechazada por los únicos 166 votos del grupo parlamentario del CDS, que se quedó solo en el rechazo.
La segunda «moción de censura» la presentó Alianza Popular contra Felipe González, el 23 de marzo de 1987. Igualmente la moción fue rechazada; en esta ocasión por 195 votos en contra (PSOE, Izquierda Unida, PNV, EE), 67 a favor (AP y Unión Valenciana) y 70 abstenciones (CDS, CiU, PDP, PL, PAR, AIC y CG). AP, quiso repetir la jugada de los socialistas contra el CDS, pero no les salió bien y consiguió que el PSOE volviera a ganar las elecciones y estuvo en el poder hasta 1996.
Ahora, a la espera de nuevos pactos, el PSOE acusa a Rajoy de hacer un discurso de «burócrata y de político cansado» y no ve ninguna razón para que los socialistas le apoyen. Todo parece que Sánchez hará un segundo intento para evitar terceras elecciones, aunque son especulaciones no confirmadas, tras lanzar el mensaje de que trabajará «sin descanso» para entenderse entre las fuerzas del cambio. En orden interno, intentará llevar el debate tras el NO a Rajoy a cuadros y bases del PSOE para esquivar a los barones. Iceta apuesta por intentar un acuerdo PSOE-Podemos al que no se oponga Ciudadanos y Zapatero por un pacto entre partidos, advirtiendo que pactar «no es traicionar». Hay que valorar como positivo que el PSOE, pese a casi todas las predicciones, se ha reafirmado en su «no» a Rajoy. Sánchez llamará a Iglesias y a Rivera para intentar buscar un «Gobierno del cambio», confiando en la generosidad de Podemos y Ciudadanos. Lo que ocurra a partir de ahora es futurología, pero mucho van a tener que ver las elecciones del día 25 en Euskadi y Galiza.
Unidos Podemos recibe con escepticismo la llamada de Pedro Sánchez «a las fuerzas del cambio» y no interpretan la apelación de Sánchez como una llamada a la negociación. Pablo Iglesias, comparó el discurso de Rajoy con una viñeta del antiguo semanario Hermano Lobo donde «un viejo dirigente» se ofrece para que la ciudadanía elija entre él y el caos, cuando en realidad ambas opciones son el caos. Alberto Garzón, reprochó a Rajoy que no haya dedicado «más de minuto y medio» a la corrupción y le acusó de «continuismo en las formas y en el contenido». En definitiva Rajoy no es que sea la alternativa a nada, sino que ha demostrado ser un desastre político, es mi opinión.
¿Y qué decir de Albert Rivera y Ciudadanos?, pues que se equivocan si creen que gracias al su «¡por España, por los españoles!» se puede ir dando tumbos y cambiando de chaqueta según el día de la semana (Marcial Vázquez). «Una cosa es no tener una ideología política muy pronunciada (centrista, dicen)»; y otra una estrategia que consiste en actuar como oportunistas a pesar de creerte con sentido de oportunidad».
De todo lo visto y oído, me quedo con la intervención de Gabriel Rufián de ERC y sus preguntas a Rajoy, que hago mías: ¿Por que un proceso que solo reclama urnas y que ostenta unas mayorías parlamentarias absolutas es antidemocrático y que a ustedes, para presidir su Estado, les deba proponer un señor desde un palacio, al que nadie ha votado es normalidad democrática? ¿Por qué su Constitución vale para amenazar a un pueblo y no para darle techo? ¿Por qué 80 años después Lorca sigue en una cuneta en Granada y «Billy el Niño» corriendo medias maratones en Madrid? Si el estado español tras 8 años de políticas reaccionarias y neoliberales debe más del 100% de su PIB ¿Por qué una urna en un colegio electoral de Cataluña es lo que amenaza la soberanía española? ¿Por qué Carme Forcadell puede acabar en un juzgado tras cumplir con un mandato democrático y el señor Fernández Díaz, quizá, en la Embajada del Vaticano, tras conspirar desde su despacho? No hubo respuestas.
Y entre tanto discurso, aparecen demasiadas razones o argumentos falsos con apariencia de verdad. Para unos lo imprescindible es tener urgentemente un Gobierno; pero no a cualquier precio, menos si hay que cargar otros cuatro años con un gobierno representante de la derecha reaccionaria. Todos advierten de que hay que evitar a toda costa terceras elecciones; muchos lo dicen con la boca chica y como máxima razón, el «ridículo» de España ante Europa y el mundo, mundial. Los puristas demócratas, alegan que esta situación es dañosa y perjudicial para la democracia; negando que la democracia es la participación que el PP ha negado. El PP defiende que ha ganado las elecciones y debe gobernar; sin decir que el Sistema es parlamentario y debe gobernar quien más apoyo consigue en el Congreso. Todos culpan a Pedro Sánchez del bloqueo y de todos nuestros males; cuando sólo hay un gran culpable: Mariano Rajoy Brey, su gobierno y el Partido Popular, que ha ejercido el poder de manera autoritaria, fundamentalista y despótica, con una política, represiva, regresiva, antisocial y corrupta.
Cada cual tiene lo que se merece y Rajoy se merece el fracaso en la investidura. Sus políticas han sido injustas por perjudicar a la mayoría social, la economía no sale adelante y la corrupción tiene cercada a su partido. Han traicionado la voluntad de la soberanía popular, actuando con formas poco democráticas. Con estas señas de identidad, no pueden venir ahora pidiendo, con amenazas y mintiendo, que se les deje seguir gobernando. Ahora quieren pactos y hay que evitar que ni Rajoy ni el PP vuelvan a gobernar. Malas artes son las que utiliza la famiglia genovesa ¡Por un Gobierno progresista y de cambio!
Víctor Arrogante
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