Rafael García Almazán
Pues sí, Rajoy no sabe hacer otra cosa. Insiste, dice que va a perseverar en lo mismo, lo cual quiere decir que de darse las mismas circunstancias volverá a perder si se presenta a la investidura. Pero donde de verdad persevera es en su política de transparencia y regeneración. Que se lo digan a Soria.
De Sánchez decir que es difícil ver por dónde va. De los famosos tres noes, ha pasado a contactar con las otras fuerzas. Lo que ocurre es que cuando habló en el Congreso dijo que apelaría a las fuerzas del cambio, y ahora resulta que el primero con el que va a hablar va a ser Rajoy, vamos el no va más del cambio.
Mientras, Ciudadanos anda dando tumbos y diciendo que Rajoy y los suyos son muy malos (referido al enchufe de Soria) pero quitándole importancia, no vaya a ser que pierdan posibilidades de pillar poder.
Unidos Podemos espera la llamada de Sánchez para ofrecerle su apoyo si decide ir a la investidura, pero absolutamente sorprendidos por la primera cita de Sánchez con el rey del nepostismo y la corrupción: Mariano I, el apestado.
Desde luego, si no se quiere llegar a terceras elecciones y el PSOE cumple a rajatabla su promesa de no votar al PP, no hay sino una única solución: pactar la investidura (y quizá el gobierno) con Unidos Podemos y buscar el apoyo o la abstención de otros grupos.
Si empezamos a buscar los apoyos necesarios vendríamos a convenir que lo más fácil, para que dieran la aritmética, sería la abstención de Ciudadanos (vista la imposibilidad de pactar). Aunque este partido, que es el adalid del cambio (eso sí, del cambio de opinión) y todo lo hace por patriotismo –ellos dicen ser los más patriotas de todos, así lo comentan sin rubor— no parece dispuesto. Ellos que siempre apelan a su España para cambiar y dicen que su deber es seguir el mensaje que los electores han dejado al votar, verán como ponen pegas para abstenerse y se cargarán la que, en estos momentos podría ser la solución.
Si falla C’s, habría que conseguir los apoyos de los partidos nacionalistas catalanes y el PNV. No es fácil, porque Sánchez tiene la cuerda al cuello y sus queridos barones, y excelsos personajes de su pasado, no le van a permitir tal salida. Aunque si Sánchez quiere salvarse y Ciudadanos no le apoya, no tiene otra alternativa que intentarlo con los nacionalistas.
Y que haya calma, Sánchez tiene una solución que podría salir adelante: consultar a sus bases. Y si le apoyan sus militantes, a ver quién es el guapo, por mucho que se crea el rey o la reina de bastos, que se enfrenta a lo que los militantes aprueben. Si no lo hace Sánchez está destinado a ser vorazmente tragado por aquellos barones (los de Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha y otros). Esos que no han tenido el menor recato ni la menor resistencia para gobernar con quien haya sido con tal de gobernar. En unos casos con Ciudadanos, y en otros con Podemos, sin ninguna oposición de Sánchez que ha entendido perfectamente la necesidad de desalojar al PP de las CC.AA.
Los barones son “mucho barones”, hicieron lo que les vino en gana para gobernar sus feudos y, sin embargo, no hacen sino poner pegas a lo que hace Sánchez. Pobre líder está marcado por sus propia gente como si fuera el enemigo.
En fin, de no tirar para adelante estas difíciles salidas, no queda otra. Mejor dicho si queda otra: Terceras elecciones. Algo que todos los partidos dicen no desear, algunos con la boca pequeña. Así es que preparémonos, porque quizás: entre turrón y mazapán, papeleta.
Salud y República
Fuente: Kabila