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El gusano en la manzana

El gusano en la manzana
Que un formación política cuya máxima se manifieste en discursos incendiarios de carácter homófobo, machista, racista y antiinmigración haya obtenido 12 escaños en el Parlamento Andaluz no puede ser tomado a la ligera. 

396.000 votos después nos revelan que ha calado la normalización de un discurso nocivo que irrumpió bajo el beneplácito de los que deberían ser guardianes de una sociedad democrática en el marco de un Estado de derecho. ¿Se ha tenido en cuenta la apología fascista en nuestro país más allá de mirar vergonzosamente a otro lado? ¿Acaso se ha penalizado, perseguido o denostado desde las instituciones que se puedan ondear alegremente banderas y salvas al más puro estilo de las Jons en cada aniversario, en cada misa, en cada cruz alzada?






No hay nada de novedoso en el arcaico discurso de la extrema derecha; siempre se han definido por el odio a las libertades individuales y colectivas, por arremeter y culpabilizar a los más débiles, por cubrirse de la gloria del sacrosantismo y los perfumes de los salvapatrias en ese intento de imposición revisionista y retrógrado de los problemas cotidianos. Tampoco lo hay en esa condescendencia cómplice que no impide el insulto directo, la acusación infundada, la mentira útil desde una palestra en Villaverde. Lo novedoso, lo extraordinario consiste y se sustenta en cada titular, cada noticia, cada manifestación mil veces repetida en los medios de la escisión de una derecha que nada más lejos de  perjudicarse se retroalimenta con un nuevo brazo armado de patriotismo excerbado, pues, "el capitalismo cuando puede dominar  un país con medios neoliberales lo hace, cuando no puede recurre al fascismo" que diría Marcos Ana.

Tras casi cuarenta años de monopolio socialista -que mas que décadas parecen un mal trago- la pseudoizquierda se despierta de su resaca confiada y prepotente, dejando de mirarse el ombligo por un momento para comprobar como un electorado que se mantenía fiel a su resignada condena de corrompidos gobiernos sucesivos, de precariedad y de injusticia le vuelve la espalda y le castiga con la indiferencia abstencionista. El voto del desencanto ha llegado y ahora se hacen cábalas para seguir gobernando a quienes ya han decidido por ellos.

Así es la ultraderecha que nunca se fue, solo estaba aguardando el momento y el momento ha llegado fraguado por la indolencia por los que sufren y la condescendencia disfrazada de pluralidad y democracia. Varios son los factores que todos los analistas barajan, política de inmigración, mala praxis del restos de los partidos, mas una respuesta reaccionaria de tal calibre sólo se puede dar en un escenario donde haya algún elemento contra el que reaccionar de manera violenta, en este caso disfrazado de "A por ellos oe" y ese ha sido el proceso Catalán, la derecha encendió la mecha, la ultraderecha proporcionó la gasolina y el pueblo harto y engañado en su honor patriótico cambió el giro de unas elecciones que ya nos hacen, desgraciadamente un poco más europeos.


Equipo de redacción de Eco Republicano




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