Ángeles Maestro | Red Roja
En el escenario internacional han irrumpido recientemente hechos aparentemente sorprendentes. Cuando en el pasado mes de noviembre se celebraba en París el centenario del armisticio de la primera guerra mundial, Trump, en un intento de enfrentar a Francia y Alemania y de recordar el papel hegemónico de EE.UU en Europa dijo que “cuando los americanos desembarcaron en Normandía en 1944, los franceses estaban aprendiendo a hablar alemán”. Más que un intento tan poco seductor de conseguir que los países europeos incrementaran su aportación económica y militar a la OTAN, debe interpretarse como un exabrupto más en la escalada de enfrentamientos entre EE.UU. y la UE que, de momento, han culminado con la decisión de esta última de crear un ejército europeo independiente.
¿Son sólo salidas de tono de Trump o hay, desde hace tiempo, cambios importantes en las relaciones interimperialistas?
Red Roja desde hace tiempo viene centrando sus análisis de la fase actual del capitalismo precisamente en las contradicciones interimperialistas entre la Unión Europea – y sobre todo de la potencia hegemónica, Alemania – y Estados Unidos. Ese interés responde a la necesidad de conocer lo mejor posible los enfrentamientos que se dan entre las cúpulas de poder, agudizadas en épocas como las actuales de crisis general del capitalismo. En la lucha por la conquista del poder político, el hecho decisivo que define la correlación de fuerzas es la debilidad del enemigo.
El objetivo estratégico que ha presidido todos los planes del imperialismo desde la victoria de la Revolución de Octubre al hundimiento de la URSS en 1991 ha sido la derrota del comunismo. La finalidad común de destruir el primer estado proletario hizo posible la lucha conjunta contra él de todas las potencias capitalistas enfrentadas entre sí en las dos guerras mundiales. Frente a este objetivo superior las contradicciones inter-imperialistas apararecían soterradas y la hegemonía de Washington, asegurada.
Tras la II Guerra Mundial el interés de Washington como gran potencia vencedora y heredera del imperialismo británico se centraba en controlar Europa. Sus instrumentos para construir una Europa occidental acoplada a los intereses de EE.UU y totalmente dependiente de los mismos en el plano militar fueron el Plan Marshall y la OTAN.
La meta histórica de la Casa Blanca, que ahora se resquebraja, era controlar el continente euroasiático, el “pivote del mundo”. Para ello había que impedir el surgimiento de una potencia europea con voluntad propia, con el suficiente poder económico y militar para ser capaz de oponerse a EE.UU y que pudiera establecer relaciones con la URSS (o con Rusia actualmente) de forma soberana y en contra de sus intereses. El procedimiento fue diseñar de forma reiterada enfrentamientos entre los países del Corazón Continental, de forma que ninguno pudiera llegar a ser lo suficientemente fuerte como para llegar a ser un obstáculo para la hegemonía anglosajona (1).
La confrontación entre las dos grandes potencias socialistas, la URSS y China, la posterior desaparición de la primera y la instalación de la segunda en parámetros capitalistas, el establecimiento de Bases de la OTAN en la mayor parte de los países europeos (las principales en Alemania y en Kosovo, tras la liquidación de la República Federal de Yugoslavia) o la integración en la Alianza Atlántica de buena parte de los países del extinto Pacto de Varsovia, parecía asegurar un futuro luminoso a los planes estadounidenses.
Eppur si muove
La derrota del movimiento comunista y la enorme crisis general que afecta al capitalismo desde comienzos de la década de los 70 del siglo pasado, y cuya penúltima sacudida se inició en 2007, está teniendo consecuencias económicas, políticas y sociales que suponen cambios cualitativos en ése orden mundial establecido a partir de 1945.
La lectura de esta crisis que realizaron las organizaciones políticas y sindicales de la socialdemocracia (PSOE- IU_PCE, CC.OO. UGT, y ahora Unidos Podemos), siempre dispuestas a prestar ayuda al capital, fue oponer el capitalismo europeo “social y humano” al norteamericano, “salvaje y brutal”. Este discurso de “vuelta al estado del bienestar”, ha prestado enormes favores a la burguesía de aquí y de fuera (2). Ahora esos planteamientos de lavado de cara del capitalismo hacen aguas por todas partes y su superestructura política se resquebraja a medida que el descrédito del sistema y la correspondiente radicalización de posiciones ocupan con fuerza creciente el escenario institucional.
Lucha por los mercados y las materias primas. Sanciones y desdolarización
La poderosa irrupción de la industria china y su ocupación de los principales mercados en prácticamente todos los sectores ha conducido a la caída en picado de la economía productiva norteamericana. La respuesta de la Casa Blanca ha sido la imposición de importantes aranceles a las importaciones chinas y el establecimiento de nuevas sanciones a Rusia. Al asedio económico le ha sucedido el cerco militar: ampliación de las bases militares de EE.UU en Asia y acoso de la OTAN a Rusia a lo largo de todas sus fronteras europeas.
Mientras se gestaba la derrota en Siria de EE.UU y la UE (sobre todo Francia y Gran Bretaña) a manos del Eje de la Resistencia (Hezbollah, Siria, resistencia palestina e Irán) apoyado por Rusia, una nueva confrontación económica inter-imperialista se abría paso.
El acuerdo nuclear con Irán y el levantamiento de las sanciones en 2015 fue concienzudamente preparado por Alemania. Inmediatamente después de ser firmado, Berlín desplegó sus relaciones comerciales con Teherán, abriendo paso a otros países de la UE. La Casa Blanca quedaba relegada en la competición por convertir el territorio del enemigo “chiíta” en campo de negocios.
Washington, empujado por sus socios en la región (Israel y Arabia Saudí) y ya en franca retirada de Siria e Iraq, el pasado mes de noviembre impuso nuevas sanciones a Irán y a cualquier empresa o país que negocie con él. Un mal disimulado intento de impedir el aprovechamiento comercial por parte de los competidores de la UE del nuevo y potente mercado iraní.
El resultado de todo este complejo proceso no puede ser más nefasto para EE.UU. Desde Turquía al Estado español – por poner los ejemplos más claros de históricos estados intervenidos por EE.UU – las declaraciones han sido rotundas e insólitas. “No aceptamos imposiciones del imperialismo de EE.UU”, declaró Erdogan, “Eso de estás conmigo o estás contra mí pertenece a otra época y España no va a permitir esa clase de planteamientos”, aseveró el lacayo Borrel repentinamente crecido.
Si los satélites se manifiestan así, no es por repentinos ataque de soberanía e independencia, sino porque están cambiando de sol.
Merkel en nombre de la UE se dirigió a Irán, contundente: “Mantened vuestros compromisos. Nosotros mantendremos los nuestros”.
La amenaza de las sanciones ha tenido como consecuencia que una creciente lista de países se declare insumiso y decida realizar sus transacciones en monedas diferentes del dólar. Las repercusiones para EE.UU, que apenas empiezan a manifestarse, son graves y afectan a toda su estructura de dominación.
El imperialismo es una relación de poder que puede ser ejercida siempre que los países subordinados la acepten. Todo indica que el cóctel de sanciones más desdolarización progresiva, amenaza con ser para el imperio yanki “no un tiro en los pies, sino más arriba” (3).
El germen del nuevo ejército europeo
Esta escalada de tensión entre los EE.UU y la UE tiende a crecer porque está basada en intereses económicos enfrentados que, a su vez, favorecen el acercamiento de esta última a Rusia. Los últimos episodios ahondan la confrontación: el apoyo de EE.UU al Brexit, para debilitar la UE, o su intento – condenado al fracaso – de impedir que se materialice a través del Nord Stream la compra de gas ruso por parte de la UE (4).
Parece estar finalizando el largo periodo en el que las contradicciones euro-norteamericanas se conciliaban bajo el paraguas de la OTAN.
El estallido de la URSS anuló la necesidad de “protección ante la amenaza comunista” y la crisis general del capitalismo se manifiesta como una feroz lucha por los mercados y las materias primas en el intento de controlar la caída del incremento de la tasa de ganancia.
Y efectivamente la confrontación económica inter-imperialista tendrá sus consecuencias militares. Merkel proclamó en mayo que “La época en la que podíamos confiar en que EE.UU nos proteja, se acabó. Europa debe tomar sus destino en sus propias manos”
El proyecto PESCO (Cooperación Estructurada Permanente en Seguridad y Defensa), dotado con un presupuesto inicial de 12.000 millones de euros, inicia la creación de un ejército estrictamente europeo y una base de producción de armamento e innovación tecnológica a partir exclusivamente de empresas europeas y explícitamente independiente de EE.UU.
Lucha de clases y relaciones interimperialistas.
La decadencia económica relativa de EE.UU que puede tener consecuencias también para el mantenimiento de su descomunal estructura militar con cerca de 1.000 bases militares en el planeta, no supone que su capacidad agresiva disminuya. La relativa independencia de la UE con respecto a EE.UU y a la OTAN, ni se ha consumado, ni en el caso de culminarse, supone que imperialismo europeo sea “bueno” o humano”.
Les guían exactamente los mismos objetivos en la lucha a muerte por competir en mejores condiciones en la selva del capitalismo, erigida sobre la explotación - sin más límites que la lucha de clases – de la clase obrera y de la naturaleza.
Por ahí no hay esperanza alguna. El dilema sigue siendo: socialismo o barbarie. La conquista por parte de la clase obrera del poder político, única posibilidad de destruir el monstruo capitalista que aniquila la humanidad exige conocer sus debilidades y, sobre todo, sus divisiones y enfrentamientos.
Ángeles Maestro. Militante de Red Roja
Twitter: @angelesmaestro
Colabora en Eco Republicano desde Enero de 2019
Notas:
1. Estos aspectos han sido analizados en Maestro, A. (2016) “Las contradicciones entre el imperialismo estadounidense y el europeo. Controlar el “pivote mundial”. http://www.redroja.net/index.php/noticias-red-roja/opinion/3968-las-contradicciones-entre-el-imperialismo-estadounidense-y-el-europeo-controlar-el-pivote-del-mundo
2. El documento de Red Roja tiulado “El mito de la vuelta al estado del Bienestar. Otro capitalismo es imposible” escrito en los comienzos de las sacudidas de la crisis (2012) , se dirigía a deshacer el enésimo intento de colocar la “reforma”de la UE y la vuelta al “Estado del Bienestar” como objetivo de las movilizaciones populares contra la descarga brutal sobre las clases populares de las consecuencias de la crisis. Tras el 15M, estos planteamientos se pretendieron imponer desde una llamada Cumbre Social que encuadraba a CC.OO., UGT, PSOE e IU y sus satélites. Esta vez el objetivo no se consiguió. Las Marchas de la Dignidad surgieron un año después situando en el centro de su programa el No Pago de la Deuda y el cuestionamiento del Euro y la UE, entre otras cosas. http://www.redroja.net/index.php/comunicados/831-el-mito-de-la-vuelta-al-estado-del-bienestar-otro-capitalismo-es-imposible
3. La lista de países y empresas que realizan su comercio en monedas distintas del dólar es creciente. Destacala compra de armas a Rusia por parte de países como India, Paquistán, Qatar o Turquía, aliados incondicionales de EE.UU durante décadas.
4. El pasado 12 de diciembre, la Cámara de Representantes de EE.UU aprobó una resolución contra la entrada en funcionamiento del Nord Stream2, mediante la cual amenza con nuevas sanciones a Rusia y conmina a la UE a hacer lo mismo. El Nord Stream 2 es un gaseoducto de 1.200 km, que une Rusia y Alemania a través del mar Báltico; es decir, sin pasar por Ucrania. Además de la rusa Gazprom participan en él los grupos energéticos alemanes Uniper y Wintershall, la austriaca OMV, la francesa Engie y el gigante anglo-holandés Shell.
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