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PSOE: ¿protagonista del cambio o comodín neoliberal?

PSOE: ¿protagonista del cambio o comodín neoliberal?
En los últimos días hemos asistido a un brutal choque de trenes entre las llamadas izquierdas. El factor principal y el origen de estas disputas políticas son la administración del Estado y sus competencias económicas. Durante cuarenta años, la monarquía parlamentaria favoreció el bipartidismo y la alternancia en el poder entre el PP y el PSOE, dos fuerzas que son políticamente opuestas, pero que comparten un amplio bagaje de políticas neoliberales con recortes sociales, puertas giratorias, elevados casos de corrupción, plena servidumbre al régimen del 78 y a la impunidad de los crímenes del franquismo. 

Tras la muerte del dictador Francisco Franco, no hubo una ruptura con el régimen anterior y se impuso un modelo monárquico que repartió el poder político y dio continuidad a los poderes económicos. Aquel arreglo torticero, para evitar una dictadura, a la larga ha demostrado ser un lastre democrático, económico y de convivencia hasta el día de hoy. 

En esta línea, el conflicto político actual engloba una marcada lucha de clases, ideológica, territorial y generacional. Por una parte nos encontramos a un PSOE que ha fracasado a la hora de alcanzar un consenso que permitiese la gobernabilidad de este país. Por otra parte, se ubica Unidas Podemos, un partido surgido para dar voz al movimiento 15M y a una generación de españoles que quiere superar el régimen bipartidista del 78. Al otro lado, nos encontramos al llamado “Trío de Colón”, que encarna a las derechas más ultras y reaccionarias. Para finalizar, se postulan los partidos nacionalistas como PNV, Bildu, ERC y Compromís, que han actuado de moderadores y que atendiendo a sus intereses, prefieren los pactos entre las izquierdas a que gobierne el trifachito reaccionario. 

Bajo esta premisa, para lograr investir presidente del Gobierno a Pedro Sánchez, el PSOE quería utilizar los votos de Unidas Podemos a cambio de nada. Cuando esta formación ha instado a los socialistas a formar un Gobierno de coalición, todo han sido excusas para no pactar. Primero que los números no daban, cuando se demostró que sí daban. Luego el PSOE dijo que Pablo Iglesias era un obstáculo y el líder de la formación morada se apartó. Posteriormente, el PSOE ofreció ministerios vacíos sin competencias económicas; para finalmente decir que Unidas Podemos inquietaba a la CEOE y al propio régimen monárquico; algo evidente si tenemos en cuenta de que Unidas Podemos engloba a formaciones que optan por una nueva identidad compartida, republicana y plurilingüe. 

Ante toda esta hecatombe, los socialistas han preferido inmolarse y permanecer fieles a su compromiso de lealtad con las élites que manejan el país a ceder competencias económicas a Unidas Podemos, que no ha llegado a la política para figurar, ocupar sillones y ser un elemento figurativo, sino para hacer políticas públicas mejorando la vida de la gente. 

Cabe esperar que hasta septiembre Pedro Sánchez recapacite y no traicione a sus votantes, plegándose a las exigencias, presiones e intereses de las élites económicas dominantes. El PSOE deberá reencontrarse y evolucionar, aspirando a ser protagonista del cambio o seguir siendo un comodín neoliberal y un obstáculo residual en un régimen que agoniza. De lo contrario, el PSOE habrá desperdiciado el rédito político que le dieron los ciudadanos en las elecciones celebradas el pasado 28 de abril y su futuro será incierto, ya que el proceso político hacía la Tercera República es inaplazable.

Luis Egea

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