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Indalecio Prieto: «Me siento cada vez más profundamente español»

Indalecio Prieto

Extracto del discurso pronunciado por el egregio socialista, Indalecio Prieto Tuero (1883-1962) en Cuenca el día 1 de mayo de 1936. Prieto responde a la paráfrasis del término 'antipatria', utilizado por los adversarios del Frente Popular y señala al municipio conquense de Paredes como ejemplo prototípico del caciquismo imperante.




Se nos acusa, a quienes constituimos el Frente Popular, de que personificamos la antipatria, de que odiamos todo lo español, o se nos dice que, si no lo odiamos, tenemos para lo español, por estar embebidos en ideales de tipo universal, desdén y desprecio.

Yo os digo que no es cierto. A medida que la vida pasa por mí, yo, aunque internacionalista, me siento cada vez más profundamente español. Siento a España dentro de mi corazón, y la llevo hasta el tuétano mismo de mis huesos. Todas mis luchas, todos mis entusiasmos, todas mis energías, derrochadas con prodigalidad que quebrantó mi salud, los he consagrado a España. No pongo por encima de ese amor a la patria, sino otro más sagrado: el de la justicia. No estaría con España si España cometiera, en el orden internacional, una villana injusticia. Si la injusticia fuera patente para mí, de la misma manera que se sacrifica el afecto a un ser querido, sacrificaría yo también mi devoción a España ante el deber imperioso de rendirme a la justicia, cuyo sentimiento ha invadido siempre mi alma desde que tengo uso de razón.

Os ruego que no aplaudáis y que me dejéis sostener una comunicación, lo más íntima posible con vosotros. Nadie, de los que constituyen el Frente Popular, absolutamente nadie -y me arrogo ahora la representación lo mismo de los republicanos, que pueden estar a nuestra derecha, que de los comunistas, que, más o menos efectivamente, estén a nuestra izquierda-, nadie reniega de España, ni nadie tiene por qué renegar de ella. No: lo que hacemos cuantos constituimos esas agrupaciones políticas es renegar de una España como la simbolizada en Paredes. A ésa la odiamos, contra ésa luchamos. ¿Pero para qué? Para hacer una España libre, donde no pueda haber señoritos crapulosos que, con el esfuerzo del trabajo de honrados campesinos, invadan de vicio un pueblo honesto.

¿Son ellos, y ellos solos, España? ¡Ah! ¿Es que no son España los que labran la tierra, los que horadan las minas, los que queman su piel al pie de la fogata de los grandes hornos? ¿Es que esos hombres que padecen no sólo la tiranía económica, producto fatal del sistema capitalista, sino que, además sienten herida su sensibilidad por la injusticia constante y por la ofensa de los espectáculos orgiásticos, no son España? Pues por ellos luchamos. Son los más en número, los más desventurados, los sedientos de justicia, los necesitados de educación, incluso de hombría, porque el hombre no lo es completo cuando no ha llegado a refinar su espíritu por los métodos excelsos de la educación. Cuando no existen las posibilidades de educarse, de levantar dentro de la masa corpórea la estatua magnífica de un espíritu cultivado, no se es hombre, y mucho menos se puede ser ciudadano. Y al pretender nosotros en semejante de la cual es un episodio este acto magnífico de Cuenca, completar la hombría de los españoles, para que sean ciudadanos de España y no esclavos sometidos a una taifa cerril, nosotros queremos multiplicar la capacidad espiritual de España, porque al levantar al ciudadano español, levantamos a España, y al levantar España, hacemos patria.

Así, conquenses, os habla quien se siente cada vez más español, quien unido por vínculos que no se romperán más que por la muerte, si es verdad que la muerte los rompe, a sus hermanos de España, quiere verles a todos libres y dignos. (Ovación)

Indalecio Prieto Tuero

Equipo de redacción de Eco Republicano

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