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Félix Gordón Ordás analiza el golpe de Estado contra la República

Félix Gordón Ordás


Félix Gordón Ordás (1885-1973) fue un destacado veterinario con una inquebrantable vocación científica, todo un referente obligado para los profesionales de la veterinaria. Políticamente alcanzó diversos cargos: Diputado en las Cortes por León (1931-1939) y Ministro de Industria y Comercio (1933), cofundador del partido Unión Republicana (1934). Durante la Guerra Civil Española fue embajador en México y años más tarde desempeñó la Presidencia del Gobierno de la República española en el exilio (1951-1960).

La dictadura de Franco y sus cómplices silenciaron su existencia y su obra. Un olvido intencionado, consecuencia de su perfil político republicano. Pocas veces en la historia de un país se ha dado un caso de desconocimiento y falta de interés por la vida y obra de un personaje clave de su historia. 

A continuación reproducimos unos fragmentos del discurso pronunciado por Don Félix Gordón Ordás en la noche del 14 de agosto de 1938 en el Teatro Municipal de San Juan de Puerto Rico.


LOS QUE JURARON POR SU HONOR

En España se ha producido un hecho extraordinario: la rebelión militar iniciada el 17 de julio de 1936 en África, completada el día 18 en toda la Península. Se levantó contra el poder legalmente constituido la casi totalidad de mandos del ejército español. Nadie puede ignorar que el militar profesional jura por su honor defender el gobierno al cual está adscrito. Faltaron, por lo tanto, a su palabra de honor en este acto inmensa cantidad de militares que habían jurado servir lealmente a la República.

Cuando una colectividad, no solamente un hombre, falta a su palabra de honor, es necesario suponer que existen causas tan hondas y fundamentales que ante ellas el honor del individuo no significa nada. Sólo cuando se trata de problemas nacionales puede haber una causa que justifique tan grave delito y esta causa es la seguridad de la patria.

¿Tenían ese motivo ni nada parecido a él los militares que se levantaron en armas contra el gobierno de la República? Problema tremendo el que se plantea no hoy, sino ante la responsabilidad histórica, para los que arrastraron su patria a una de las tragedias más hondas que ha vivido el mundo. 

¿Cuáles son los motivos por lo cuales los militares profesionales españoles iniciaron su rebelión? Porque de esto es lo que importa fundamentalmente hablar. Ellos y quienes en el mundo los apoyan procuran huir de los orígenes de la rebelión sin tener en cuenta que toda la razón filosófica, política y social está en el origen del movimiento o en el origen del movimiento está la sinrazón política, social y filosófica.

EL CULPABLE

Hablar de responsabilidad de la República por lo que ocurre durante la rebelión es a todas luces ilícito. Cuanto en ella ocurre, los crímenes cometidos en la zona rebelde o en la zona leal, los muertos de uno y otro lado en las trincheras, el despojo de gran cantidad de obras artísticas, la pérdida completa de nuestro mercado internacional, la ruina financiera del país, el compromiso en que se ha puesto a los factores económicos fundamentales de nuestra patria, la creación de un odio que durará generaciones enteras, todo esto y mucho más no se puede discutir. El culpable único de lo que ocurre en España desde el momento en que se inició la rebelión militar, es quien la provocó y toda, absolutamente toda la responsabilidad, como hubiera caído toda, absolutamente toda la gloria, cae sobre él. Ese miserable que se llama Francisco Franco es el culpable.

Muy cómodo sería para los rebeldes que nosotros cayéramos puerilmente en el cepo que se nos quiere tender. Responsable es la República de cuanto ocurrió en España hasta el 17 de julio de 1936. En lo ocurrido después de esa fecha la República no tiene ninguna responsabilidad. Es por lo tanto preciso que investiguemos los hechos anteriores a la rebelión para ver si existe una justificación mínima para los rebeldes militares.

REVOLUCIÓN COMUNISTA

En un periódico francés correspondiente al día 17 de agosto de 1937 publicó Franco un artículo en el cual trataba de justificar el alzamiento militar, y para justificarlo decía "que estaba preparada una revolución comunista para los últimos días de julio, que había estado preparada para otras fechas y que se había pospuesto" por razones que no indica.

¿Alguna prueba en apoyo de su aserto? Ninguna; es una simple afirmación que él formula para tratar de esclarecer una justificación de conciencia. Ni él ni nadie puede creer honestamente en semejante desatino. El partido comunista en España numéricamente era el menos importante de todos los partidos políticos de la República. 

En la elección para las Cortes Constituyentes, cuando el fervor del pueblo era mayor y pudo manifestar en unas elecciones su libérrima voluntad, los comunistas no pudieron obtener ni un solo diputado. En las elecciones de 1933, en las cuales se obtuvo una mayoría abrumadora de derechas, el partido comunista obtuvo un solo diputado. Y en las últimas elecciones, en las del 16 de febrero de 1936, por consecuencia de su alianza en el Frente Popular, el partido comunista logró dieciséis puestos en el Parlamento, dieciséis puestos entre cerca de quinientos diputados. Es decir, que ni siquiera con la alianza de republicanos y de socialistas pudo el comunismo obtener en el Parlamento español una representación que por su número pudiera influir en los destinos de la patria. Esta es una realidad que no puede negar nadie.

Es tan burdo lo que se afirma con esta frase de Franco que para destruirlo no basta más que un solo hecho. Antes de comenzar la rebelión militar en España, la República no tenía relaciones diplomáticas con Rusia. No pudieron establecerse ni siquiera las relaciones comerciales que yo pedí en el año 1933 siendo Ministro de Industria y Comercio, y yo no soy comunista, ni siquiera socialista, yo soy simplemente republicano; pero como tenía la responsabilidad del desarrollo de nuestro comercio internacional, después de estudios detenidos llegué a la conclusión de que un tratado de comercio establecido con Rusia hubiera dado desde el primer año un superávit inicial para España de más de cien millones de pesetas, y yo tenía la obligación, porque este era mi cargo, de buscar dicha ventaja a la economía nacional en sus expansiones hacia el extranjero. 

¿UNA PERSECUCIÓN RELIGIOSA?

Otro de los supuestos motivos de esa rebelión militar es una persecución religiosa realizada por la República, que impedía a los católicos el ejercicio de su culto. Con ser tan extraordinaria la falsedad que significa el peligro comunista, todavía lo es esto mucho más.

Pruébenme ustedes esa persecución religiosa. Si la persecución existe no se puede encontrar más que en dos cosas: o en medidas legislativas de gobierno o en actos gubernativos. Y yo le digo a todo el que quiera oírlo que ni el Gobierno de la República promulgó una sola ley, decreto u orden de persecución religiosa, ni hubo jamás un solo acto gubernativo que impidiera el libre culto de la religión católica a quienes quisieran practicarlo. Quien diga lo contrario miente y si quiere desmentirme a mí que presente los hechos. 

La República española, que se preocupó de realizar en todos los órdenes, más que una revolución una evolución progresiva, tuvo en el orden religioso los máximos escrúpulos. Cuando se discutía en las Cortes Constituyentes el entonces artículo 24 del proyecto orientado radicalmente , no en el sentido de persecución de la Iglesia, sino contra la frondosidad mayor que la de ningún bosque virgen con que crecen, se multiplican y desarrollan las órdenes religiosas en España, todos los partidos políticos, con la única excepción del Partido Radical Socialista, tuvieron miedo a aquel supuesto radicalismo y se transformó en el artículo 26 por virtud del cual no solamente no se persiguió a las órdenes religiosas, sino que se las legalizó. 

Si la República hubiera querido realizar una revolución en el terreno eclesiástico no tenía más que hablar aplicando el Concordato de 1850, en el cual se reconocía la existencia legal en España de solamente tres órdenes religiosas de varones y de alguna que otra orden religiosa de mujeres.

El que se marchó de España fue porque quiso. Las iglesias quedaron en libertad de seguir funcionando; ni una sola iglesia se cerró en España, ni una sola; el culto fue absolutamente libre y jamás se negó autorización para la celebración de las procesiones, si bien tenían que pedir permiso, como se pide para toda clase de actos públicos, de manifestaciones en la calle.

Es, por tanto, la más falsa de todas las falsedades lo que se dice respecto a este particular. Lo que ocurrió naturalmente fue que la República, de igual manera que a los militares les dijo: "Vosotros al cuartel y a no ocuparos más de la política, que la política no es cosa de militares", les dijo también a los curas: "Vosotros a la iglesia a orar por las almas y a pedir a Dios, pero no os ocupéis para nada de las cuestiones terrenales, porque esas son cuestiones mías".

Equipo de redacción de Eco Republicano

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