Covid-19 · Actualidad · Internacional · República · Opinión · América Latina · Ciencia · Cultura · Derechos Humanos · Feminismo · Entrevistas


No sirve pedir perdón para después volver a robar

En este país se ha puesto la moda de robar, irse de pingos pardos, utilizar tarjetas opacas al mismo tiempo que se roba a los preferentistas, asesinar mediante recortes sociales, robar el futuro a las nuevas generaciones, dar y cobrar comisiones, hacer acusar a los trabajadores de negligencia, cuando los problemas son causados por la ineptitud de quienes se supone que deben gobernarnos en lugar de robarnos, pensiones vitalicias para ellos, y condenados al hambre para el resto, mentirnos y tiranizarnos, irse a cazar elefantes, bisontes o leopardos a costa del bolsillo de los ciudadanos, imponer al segundo heredero del dictador entre los dos partidos del Régimen y tener la desfachatez de negar al pueblo el derecho de decidir de llamarle democracia, obligar a la generación mejor preparada a exiliarse o si se quedan en España a trabajar por un sueldo de mierda, mientras ellos se llevan los bolsillos llenos a sus cuentas en Suiza, Andorra o la concha de su puta madre, todo por cojones, como ha dicho mi paisano Cayo Lara.

Y nunca pasa nada, aunque cada día esté más claro que si la sede del PP de la calle Génova es la sede de la principal organización mafiosa que jamás ha habido en este país, por encima de la Casa Real y de la Calle Ferraz, que ya es decir.

Me viene a la cabeza la leyenda bíblica de Lot, cuando Dios reveló a Abraham que destruiría Sodoma por medio de fuego y azufre, porque su pecado era muy grave e irreversible, y solo Lot y su familia podrían ser salvados. Abraham intercedió por los justos de la ciudad, y Dios le repuso que no la destruiría si, al menos, encontraba cincuenta justos en la ciudad. Dios, sin embargo, permitió a Abraham interceder hasta que se convenciera de que en Sodoma no había ni diez justos. Al igual si a esa prueba del algodón fuese pasada la sede del PP Dios debería destruirla porque a buen seguro no encontraría ni tan siquiera a diez personas honradas.

Quienes han llevado a cabo el latrocinio de manera sistemática, quienes no han tenido los cojones, ni ovarios para asumir responsabilidades, escondiéndose detrás de una pantalla de plasma o como mucho pidiendo perdón sin asumir responsabilidades, pensando como Esperanza Aguirre que asumir responsabilidades es pedir perdón y decir que se ha equivocado por liderar una pandilla de ladrones, sin hacer nada, eso no es asumir responsabilices, somos los ciudadanos quienes debemos perdonarles —no como pretenden ellos desde el viejo rey, al resto de políticos del corrupto Régimen del 78, o tal vez del 36, porque al fin y al cabo es una continuación disfrazada del mismo — que se perdonan así mismos y a eso le llaman asumir responsabilidades, y una “M” mayúscula que se coman.

Asumir responsabilidades es dimitir y desenmascarar al resto de ladrones y chorizos y sobre todo devolver lo robado, luego ir a la cárcel, pero cuando es la mafia quien gobierna son los ciudadanos que protestan quienes van a la cárcel o son multados con sumas inasumibles, o los escasos jueces que no forman parte del sistema se atreven a juzgar a los sinvergüenzas son apartados inmediatamente de la carrera judicial, y que den gracias de no ir a la cárcel.
De ningún modo pueden pretender llevar a cabo una regeneración democrática quienes han llevado a cabo la degeneración política hasta por debajo del nivel de las cloacas.

La organización del actual estado español, con todas las comunidades autónomas incluida Cataluña, es una auténtica Camorra pero a gran escala. Donde solo hay una salida la eliminación de manera democrática de toda la basura inorgánica que no sirve ni para fertilizante, el estiércol y la mierda, al menos sirve para crear raíces vigorosas en la tierra, la basura del 36 y la continuadora del 78, ni para eso. 

Es necesaria la regeneración democrática, pero esa regeneración democrática solo la pueden llevar a cabo los ciudadanos con su salida ciudadana a la calle, hasta que estos impresentables sinvergüenzas dimitan, no podemos ni debemos seguir gobernados eternamente por ladrones, donde una mierda tapa otra mierda, para que después no pase nada.

Señores ladrones, ya pedir perdón y llenarse la boca de democracia y constitución, no sirve para nada, deben asumir responsabilidades y dar paso al pueblo, devolverle el dinero robado y su soberanía arrebatada por unos impresentables traidores.

Paco Arenas

Publicar un comentario