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Aunque queda mucho por hacer, la República es imparable.

República Española

Si hace algunos años era un tema tabú el hablar sobre los escándalos de la realeza, hoy en día, pese a la Ley Mordaza, desde las redes sociales y los medios de comunicación nacionales e internacionales han elevado el foco mediático sobre la monarquía española.






El régimen del 78 está tocado, pero no hundido. Los últimos acontecimientos han colocado a la institución en una situación insostenible y al borde del precipicio. La tormenta de acusaciones a las que se enfrenta el rey emérito con escándalos personales y financieros han contribuido poderosamente a su deterioro y descrédito. 

Todas las iniciativas llevadas a cabo desde Zarzuela para ayudar a levantar la imagen de la monarquía han fracasado. Ni la renuncia de Felipe VI a la herencia de su padre, ni la retirada del sueldo de 194.232 euros de dinero público que recibía su progenitor; ni el 'tour' iniciado por los reyes por todas las comunidades de España para reconectar la institución con la calle, han servido para contrarrestar el descrédito acumulado por la monarquía.

La huida del rey emérito del país para salvar la Corona del escándalo, ha sembrado una gran desconfianza y en lugar de calmar las aguas, las ha removido aún más. Incluso famosos y personalidades se han posicionado a favor de un referéndum donde se pueda elegir el modelo de Estado. 

Durante el mes de mayo, las alarmas saltaron en Zarzuela tras conocerse que tres encuestas avalan que la mayoría de españoles prefieren la República a la Monarquía. Asimismo, en el mes de junio una encuesta de HuffPost situaba que el 81% de los españoles prefería la República. Por último, en el mes de agosto, un sondeo de Electomanía situaba que el 55,5% de los españoles prefiere la República, frente a un 39,4% que prefiere la Monarquía y un 5,1% que se declara indeciso. Estos datos demuestran que España ha dejado de ser monárquica, juancarlista o felipista. Además hay un dato preocupante para los defensores de la Corona, y es que la mayoría de jóvenes encuestados apuesta por la República.

La monarquía al margen de tener un gran déficit democrático, se le exige un máximo de rectitud e integridad en su actividad institucional y privada. Cuando eso no sucede la corona se encuentra amenazada y como una posición del ajedrez se convierte en jaque mate. Y cuando un rey pierde la partida se proclama la República.

Mientras que la monarquía mantiene el principio de inviolabilidad que impide que el rey sea juzgado. La tradición republicana exige a la jefatura del Estado el concepto irrenunciable de virtud y honestidad política. Además que el presidente o presidenta de la República es responsable de los actos realizados en el ejercicio de sus funciones. 

Todos hemos sido testigos que durante el confinamiento producido por la crisis sanitaria del coronavirus se organizaron varias protestas y caceroladas contra la monarquía. Es solo la punta del iceberg, detrás se esconde toda una legión de voces indignadas que manifiestan su hartazgo de la monarquía y que se han extendido como la pólvora a través de internet y las redes sociales. ¿Sí estas situaciones se dan ahora, qué pasará cuando la gente pueda a salir con normalidad a la Calle?.

La visibilización de la protesta confirma una oportunidad para que los colectivos republicanos se muevan en una doble estrategia: la primera la de reivindicar los valores de Libertad, Igualdad, Fraternidad, Laicidad y Justicia social; la segunda la de construir un bloque de acción republicana, que avance hacía un horizonte de democracia, modernidad y progreso; dejando atrás el anacronismo de una institución feudal y hereditaria por derecho divino como representa la monarquía. 

El talón de aquiles del republicanismo sigue siendo su desorganización y la tarea de desarrollar una posición republicana española de conjunto, desde posiciones claras, ampliando la base de acción política desde una hoja de ruta definida y coherente, dirigida a una amplia base que motive a movilizarse.

En consecuencia, la República será de todos o no será. Es un sentimiento compartido y encarna a la fraternidad organizada. Ciudadanos libres e iguales en derechos y deberes, que conviven y coexisten en pos del culto a dignidad humana y en aras de construir un horizonte de modernidad. Aunque queda mucho por hacer, la República es imparable.

Luis Alberto Egea


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